Capítulo 22: ¿Kayú?

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-Oh,vamos. Tendrás que reírte algún día. -protestó Dana mientras le tiraba una patata frita a Enzo.

-Sinceramente, los chistes nunca me han hecho gracia.-comentó, algo borde.

Estábamos comiendo en la cafetería del hospital mientras las enfermeras cambiaban algunos tubos a Will.

-No tienen por qué ser chistes, a veces son situaciones. -explicó Marina.

-Ya, yo no podría vivir sin reírme. Más que nada porque lo hago con casi cualquier cosa. -concluí, con una mueca extraña.

A las cuatro de la tarde decidieron darle el alta a Will y se fue (junto con su hermano) de vuelta a casa.

Mis amigas y yo decidimos pasarnos por el centro buscando el dichoso vestido que yo necesitaba para la fiesta, que se celebraba en unas horas.

Entramos en unas cuantas tiendas más, pero ni yo estaba a lo que tenía que estar, ni había ningún vestido que me llamara la atención, así que nos rendimos.

-No importa chicas, porque me ponga uno de hace tiempo no se va a acabar el mundo. -le resté importancia.

-Ya, pero es que tienes que ir espectacular esta noche. -se quejó Marina.

-Tienes que buscarte un novio y así se te olvida todo. -afirmó Dana.

-Fue a hablar...-le di un codazo, levantando las cejas con gesto pervertido.

-Vamos...él ni siquiera me recuerda. ¿Por qué iba a querer tener algo conmigo?-masculló mi amiga rubia.

-Sinceramente, no acabo de entenderle. Hoy hablaré con él para que me aclare todo. Como te haga más daño directamente le rebano el pe...

-No hace falta que des detalles.-me interrumpió la pelirroja, con una mueca de asco.

-Bueno, de todos modos necesitarías una lupa. -se burló Dana riéndose como una idiota.

-Y tú, ¿cómo lo sabes?-interrogué, poniendo cara de depravada.

Marina y yo nos empezamos a reír y ella se puso como un tomate.

Desgraciadamente para mí, no ocurrió la mítica escena de las películas en la que la protagonista encuentra el vestido en el último instante y el último escaparate por el que pasa, así que me marché a casa sin saber lo que llevaría puesto.

__________

Cuando llegué, saludé a mi madre con un beso enorme y le di una colleja a mi hermano (pero el tío ni se enteró porque no quitó los ojos de la consola ni un segundo).

Jugué con mi perra en el jardín y un rato después decidí inspeccionar en mi armario.

Tras un rato investigando opté por un mono negro que me había puesto en alguna ocasión especial. Completé mi look con unos tacones azul eléctrico, que combinaban con mis uñas.

Mis amigas llegaron un rato después y me ayudaron a recogerme el pelo en una trenza de lado.

Me apliqué un poco de base y brillo de labios.

Dana se dejó el pelo suelto y Marina prefirió una coleta alta.

Cuando acabaron de prepararse, se sentaron en la cama y la golpearon, indicándome que me situara a su lado.

-A ver, morena, ¿nos vas a decir qué te ha pasado hoy? -preguntó la rubia.

-En resumen: me desperté a las tantas de la mañana pensando que había llegado una invasión zombi... pero, desgraciadamente solo era el idiota de Will que no respiraba y luego llamé al idiota número dos y nos fuimos al hospital a llevar al idiota número uno. No encontré ningún vestido a pesar de estar dos días buscándolo y finalmente unas tías buenas se han apropiado de MI CAMA. -finalicé enfatizando las últimas palabras.

¿¡Veo doble!?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora