Cuando llegué a la comisaría, sudorosa y casi sin aire, pedí ayuda a voces y cogí aire con tranquilidad.
Un policía se acercó y empezó a hacerme preguntas.
-Soy el sargento López, ¿me puede decir qué ha pasado?
La verdad es que me extrañó bastante que un chico tan joven (más o menos dos años mayor que yo) fuera sargento y que me tratara de usted, pero ponerse a pensar en eso en aquella situación era absurdo.
-Él...él me estaba persiguiéndo.-respondí entrecortada (y no por la falta de aire).
-Está bien. ¿Quién es él?-preguntó.
Y se lo conté todo; desde lo que me había hecho cuando era pequeña, lo que le había hecho a una amiga mía (aunque preferí no decirle su nombre de momento) y lo que le había hecho a su propio hijo.
Mientras, él me escuchaba con atención y tomaba alguna nota.
Cinco minutos después vi como un hombre fornido entraba y supe que era Rick.
Por instinto cogí un paraguas (¿por qué siempre me encontraba paraguas?) y apunté hacia él, intentando temblar lo menos posible.
El sargento López retiró el paraguas con la mano, lentamente.
-Se te olvida que estás en una comisaría llena de policías.-sonrió con gracia y yo me puse como un tomate.-Buenas tardes Rick, ¿qué desea?
El sargento lo miró con el ceño fruncido y cara de pocos amigos.
-¿Qué te ha contado esa zorra? -escupió.
-La verdad.-contesté con odio contenido.-Lo peor de todo es que no te arrepientes.
-¿Arrepentirme? Bah. Mi hijo siempre fue un idiota y tú no eres más que una mujer, deberías limitarte a cocinar y limpiar, los hombres somos los que mandamos, un puñetazo no es maltrato, es disciplina.
-Pues toma disciplina.-dije, dándole una patada en... bueno, ya sabéis dónde.
Rick se retorció de dolor y el sargento trató de no sonreír, aunque le salió una extraña mueca.
-Rick González, queda usted detenido, tiene derecho a un abogado...
Dejé de escuchar lo que decía el sargento y me caí a plomo en el sofá de la comisaría.
No sé en qué momento, pero me dormí.
Un suave toque en el hombro me despertó.
-Señorita, debe contar una vez más la historia a su abogado.- dijo, señalando a un hombre elegantemente vestido.
-Está bien.-contesté frotándome los ojos. -Lo siento.
-No se preocupe, estaba cansada, es normal.-respondió.
Y, cuando se fue, creí ver realmente una sonrisa.
Qué hombre más raro.
__________
Enzo. ¿Cómo había podido ser tan idiota? Me había quedado dormida y ni siquiera había pensado que tenía que ir a ver cómo estaba él.
El sargento me había dicho que pediría a una ambulancia que fuera a por él, así que sabía que estaba atendido.
Tenía un pequeño problema. Me había retorcido un pie (me dolía terriblemente) y no tenía el bolso con el móvil y la cartera, lo había tirado disimuladamente junto a Enzo por si lo necesitaba.
Mi madre había cambiado de teléfono hacía poco y no tenía su número, por lo que estaba en un gran marrón.
-Emmm... sargento López...-murmuré con timidez.
-Dígame, señorita.
-Por favor, no me trate de usted, yo tampoco se tratarle así, se me da fatal.-puse mi mejor mueca de "soy un desastre"-Pues...podría...
-Por favor,no me trate de usted.-repitió con tono irónico.-Soy Marco.
-Kaya.-le extendí la mano y me la tomó, dudoso.-Me preguntaba si podría dejarme dinero para un taxi.
Le expliqué mi situación bastante avergonzada y él me pidió que no me preocupase.
-Tranquila, te ayudaré con eso.
-Muchas gracias sargento.-seguía tratándole de usted, me costaba mucho no ser correcta con un policía.-Se los devolveré.
-Marco. Soy Marco. De hecho siempre he odiado ser tan exageradamente correcto en eso. Déjame ver tu pie.-pidió.
Me quité el playero y el calcetín y él me examinó con sumo cuidado.
Menos mal que no me olían los pies, porque hubiera quedado fatal.
-Esguince. Deja que te lo vende.-dijo.
También me parecía raro que un policía supiera eso, pero me dio igual, porque el tío era majo y... para ser sincera, estaba rematadamente bueno.
Me vendó el pie perfectamente y me dejó unas muletas.
-Un compañero se rompió una pierna hace unos meses, ya no las usa y...-pensé que no iba a hablar más después de esa parada.-En caso de urgencia las tenemos aquí.
Algo malo le tenía que haber pasado al chaval, porque el sargento se había puesto muy serio.
-¿Te parece bien si te llevo? No tengo ni un céntimo aquí.-comentó.
Era mentira,tenía dinero de sobra, pero, ¿cómo iba a saberlo yo de aquella?
-Ehh...bueno, si no le supone ningún problema...-tartamudeé.
-Claro que no.-me sonrió.
Wow. Debería sonreír más a menudo.
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Heyheyheeeeey.
Aloha.
¿Cómo os va la vida?
Marco (el sargento López) es mi nuevo novio literario (multimedia)
Jdr.
Espero que os guste el capítulo.
Besos y abrasos amigos terrícolas✌
#BYENOTBYE ❤❤❤
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¿¡Veo doble!?
Cerita PendekEs verdad eso que dicen de que lo malo nunca viene solo (¿O no?)