Prólogo.

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Hacía tres días que vagaba por el desierto, sus pocos suministros se habían agotado y junto a ellos sus fuerzas. Cada vez tropezaba más por la falta de energía; sus labios sangraban por lo resecos que estaban, tenía alucinaciones, su piel estaba roja y ardía. Era seguro que moriría ahí y más por su herencia maldita. Gracias a los cielos que ya oscurecía y la peor parte del día terminaba, dio unos pasos más pero su cuerpo estaba al borde de la muerte; en tan solo tres días moriría pero todo se debía a que una persona de su condición social no estaba acostumbrado a pasar hambre ni sed ni tener que dormir con una sábana hecha de arena para evitar morir de hipotermia en medio de las dunas. Sus ropas de color esmeralda estaban llenas de arena, sus hilos dorados estaban deshilachados. Sus pies dolían y sus zapatillas le calaban en sus pies.

Preferiría morir que a casarse con él, lo odiaba tanto, tanto, con todo su ser. Sería mejor morir devorado por un animal salvaje o morir por deshidratación que morir cada día por el resto de su vida en la prisión del Rey, lentamente y prisionero. Él no quería casarse sin amor, él quería formar una familia con amor. ¿Por qué su padre había negado de su naturaleza y quería mezclarse con los humanos? ¿Festejar bajo el sol? Era la muerte segura para ellos.

Sus piernas fallaron una vez más y cayó de rodillas y se enterró en las arenas, su cuerpo se tambaleo y miró al cielo el cual tenía puntos pequeños que brillaban en lo más alto, las primeras estrellas de la noche, sonrió con amargura. Lloró con lo último que le quedaba de fuerzas. Susurro por última vez con su último aliento el nombre de quien más odiaba en toda su vida y se desplomo en las arenas ardientes del desierto; con su mirada fija en el cielo vio por última vez a un águila real de color negro. Se rio con dolor y resignación, debería estar loco ya, a esas horas las aves dormían. Cerró los ojos y todo se oscureció.

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Estaba furioso, irradiaba impotencia por cada poro de su piel, los sirvientes le temían acercársele y más temer que decirle algo que no fueran buenas noticias o algo relacionado del rescate de Loki. Estaba desaparecido desde hacía días, no sabía si tenía agua, comida o si seguía vivo. Tenía a todos sus hombres buscando día y noche en el inmenso desierto pero aún nada. Su último recurso era enviar a su halcón a buscar en los extensos cielos que protegían al reino. Recibir la noticia de que Laufey había exiliado a su propio hijo al desierto a su suerte casi lo volvía loco y solo porque Loki se negaba rotundamente a casarse con él, su furia aumentaba más al no poder localizarlo, durante dos días y ya casi dos noches no tenían rastro de él, perdido en el inmenso desierto que dividía un reino del otro. Durante toda su existencia Thor había estado al tanto de la vida de Loki. Sin que él lo supiera, obviamente.

Y si ese día no se hubiera decidido ir a, ver a Loki personalmente y convencerlo de su arreglo matrimonial seria día en que la noticia de su exilio apenas llegaría a sus oídos. Y para ese entonces ya estaría muerto y una gran guerra amenazaría la paz de los dos pueblos. Thor salió al balcón del cuarto de estrategia, a lo lejos diviso a Ydgrassil, su halcón negro; su corazón dio un brinco de alivio, el halcón solo podía regresar si traía noticias buenas. El animal aterrizo el alfil del balcón y deposito un collar que Thor reconocía muy bien.

-Heimdall prepara mis caballos y al médico, lo han encontrado-de un salto el guardaespaldas del rey comenzó a organizar todo.

Lo había amado desde que lo había visto por primera vez, fue amor a primera vista. Su cabello largo hasta su espalda media, liso y recogido por orquillas de oro con colgantes de color rojo que contrastaba con su piel blanca y realzaba el verde musgo de sus ojos.Su sonrisa y su mirada docil, llena de inocencia y felicidad. En medio del bosque, rodeado por el lago y sus nenúfares, con su piel rociada por las gotas de un baño al aire libre. Había imaginado tantas veces tomarlo en ese lugar, plantar su semilla y luego llevarlo una vez más ahí con su hijo en su vientre y hacerle el amor una vez más. Como una familia. Solo tenía 18 años cuando su pensamiento era solo era eso y él era un niño de 12...estaba mal.

El príncipe de hielo [Thorki AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora