Capítulo 14

3.1K 189 43
                                    

P.o.V. Skylar

- Así no es como me imaginaba el inframundo exactamente- comenta Hermione mientras observa con evidente fascinación el lobby.

A pesar de que el color gris tipo acero predomina entre los colores que adornan este lugar, los muebles de cuero y los cactus esqueléticos se hacer resaltar gracias que alguien decidió cambiar la triste alfombra gris por una de color vino, llegamos a la sala de espera de las almas, como siempre, todos los asientos están ocupados y hay muchas almas de pie en espera de que Caronte les permita entrar al inframundo. El barquero se encuentra en su escritorio, recibiendo el pago de algunas almas "afortunadas", pues pronto podrían entra al reino de Hades y encontrar su esperado descanso.

-Caronte – lo llama Nico, el hombre al instante que escucha la voz del hijo de Hades se levanta de su asiento de un salto, al parecer nuestra presencia lo había sorprendido.

-Mi rey, que inesperada sorpresa- el maldito intenta esconder los papeles sobre su escritorio que comprueban el pago de múltiples almas.

-Me doy cuenta, parece que tienes más gente de lo habitual Caronte, ¿debería enviar a las benévolas a que te ayuden? – pregunta Nico, de inmediato el rostro del elegante hombre se empalidece y niega tan frenéticamente que uno llegaría a pensar que se le caerá la cabeza si sigue así.

-No será necesario mi señor, tuve un pequeño problema, pero ya lo he resuelto, llevaré a estas pobres almas al reino de su padre en cuanto antes- exclama apresurado.

-Bien, espero que realmente lo hagas, porque si me entero que otra vez estas cobrando demás mandaré a Cerbero a destruir todos tus feos trajes- Caronte realmente se horroriza por lo que sale de la boca de Nico, si algo se del barquero de Hades es que ama los trajes Italianos y que hará cualquier cosa para tener más y más.

-Haré bien mi trabajo, pero por favor, mantenga a ese perro apestoso lejos de mis trajes- suplica cayendo de rodillas frente a Nico en una súplica.

Muchas de las almas que en la habitación se ríen por la escena, parecen alegres de que alguien le esté dando una lección al abusivo hombre. Le hago una seña a Nico para que levante a Caronte, ya hemos perdido demasiado tiempo como para seguirlo desperdiciando con él, mi amigo de ojos ónix entiende mis señas y de un jalón hace levantar al hombre.

-Necesitamos pasar, así que toma esto y llévanos al castillo de mi padre- le entrega una pequeña bolsa con dracmas, en ella contiene las suficientes dracmas para cubrir la cuota de paso. Caronte la toma un poco temeroso, pero recibe el pago.

-Es por aquí – susurra mientras se acomoda el saco de seda azul marino, nos guía hacia el elevador un poco refunfuñante – Entren y no saquen los brazos – advierte a nuestros amigos, los observa de mala forma mientras pasan junto a él para acomodarse, las últimas en entrar somos Clarisse y yo, en cuento el hombre pone su mirada en mi una pequeña sonrisa se forma en su rostro.

-Tiempo sin verte barquero- lo saludo

-Lo mismo digo niña de Poseidón, ¿por fin descubriste la forma de mantenerte más tiempo en la tierra de los vivos? - pregunta con burla.

-Podríamos decir que sí...

Cierra las puertas del elevador y este se convierte en una pequeña barca que apenas y tiene espacio para llevarnos a todos

- Pues no parece – exclama, con su mano señala mi camiseta, que está manchada de sangre y bastante rota gracias a la empusa de hace un rato.

-Gajes del oficio – después de eso él se dedica a realizar su trabajo y yo a observar el fúnebre paisaje que nos ofrece el inframundo. El aire comenzaba a volverse abrumador, los chicos a excepción de Nico y yo comienzan a verse mal, y la cosa empeora cuando las ropas modernas de Caronte cambian por su capucha negra y sus ojos dejan de estar allí para dar paso a unas cuencas vacías y completamente obscuras.

Entre Mundos: Semidioses, Magos y Cazadores de SombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora