Una fiesta y un desastre

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—¿Una fiesta? —Dante hablo extrañado, no era muy peculiar escuchar que una fiesta se organizaría.

—Sí, dicen que se pondrá bueno el ambiente, ¿porque no vienes con ese humano tuyo?

—Tal vez James, no creó que vaya a querer, no es mucho de salir, así que depende de él.

—Vamos, la reina te ha puesto a cargo ahora que lo tienes, dime la verdad, ¿solo tienes a ese humano porque esta bueno? ¿Le follas bien? O ¿solo era una forma de llegar a la reían? —contorneó.

Sin embargo, esto molesto al rubio, que en un momento a otro le tomo del cuello de la camiseta, aun cuando James casi asemejaba su altura le levanto en el aire, mientras este le sujetaba el brazo que lo levantaba.

—A ver imbécil, el que este con ese humano no te incumbe, así que mejor deja de joder ahora mismo, si no quieres saber porque me asignaron el puesto para controlar estos territorios —los ojos de Dante se tornaron rojizos, mientras su mirada quedaba seria, intimidando al otro vampiro.

—Tranquilo, solo preguntaba por curiosidad, tampoco es para que te pongas a la defensiva.

—Pues cuida esa boca —le soltó, pero este quedo de pie, mientras mostraba una sonrisa juguetona, a lo que le molesto el rubio —. Tal vez vayamos o tal vez no, si es que me pega la gana o no —se dio la vuelta y empezó a caminar hacia las puertas de la salida de aquella mansión.

—Bueno, si es que vas, te esperamos para que se diviertan un rato.

No le contestó, le estaba ganando la rabia ante lo que había dicho anteriormente, ¿qué se creía hablándole de esa forma? ¿Cree que le daba miedo un vampiro así? Ja, estaba equivocado, Dante no le tenía miedo más que a una cosa.

Y era a perder aquel humano.

—¿Y porque no vamos? Tal vez una vez que vayamos no es malo, además, ¿Qué puede pasar Dante? —Samuel se sentó en aquel sofá que quedaba en frente del rubio, con una taza de café que se había preparado, observándolo

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—¿Y porque no vamos? Tal vez una vez que vayamos no es malo, además, ¿Qué puede pasar Dante? —Samuel se sentó en aquel sofá que quedaba en frente del rubio, con una taza de café que se había preparado, observándolo.

—No sé Samuel, podríamos ir, si lo quieres.

—No me quieras echar la culpa, que si digo que si, si pasa algo dirás que será mi culpa, así que mejor... ¿porque no vamos un rato y nos regresamos antes de que acabe? ¿A qué hora dijeron que empezaba?

—A media noche, se acabaría hasta que amaneciera.

—¿Vamos y nos regresamos a las cuatro? Estaríamos un raro y tal vez no se den cuenta que nos fuimos —sonrió y se levanto, sentándose ahora si a su lado —. Por cierto, ¿qué clase de fiestas son las de los vampiros?

Dante rió, pasando su brazo por detrás del humano.

—Ahora no sé cómo será, ya que antes nos hacíamos un festín de la sangre de los humanos, traían de todas las clases, mujeres jóvenes, algo grandes pero conservadas, chicos "lindos", algunos llegaban a estar entre veinticinco y veinte años, también traían hombres que principalmente terminaban siendo torturados antes de ser devorados —rió —, a veces traían licántropos para darles una lección para no meterse con nosotros, los demonios también van a esas fiestas, ya que se montaba una locura entre todos los vampiros y les servía de alimento por las almas que hacíamos sufrir, en fin, eran una locura, pero ahora mismo no sé como serian.

El diario de un humanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora