Capítulo III

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¡Que noche tan larga!, jamás había dormido tanto y tan agusto, creo que fue de las pocas noches que no desperte en la madrugada con lagrimas en los ojos, con un nudo en la garganta, con tantas palabras que gritar, pero estoy callado, con un sin fin de sentimientos hechos un desastre en mi cabeza, estoy sentado, en la orilla de mi cama pensando cosas incoherentes mirando hacia la ventana, sintiendo el aire que rosa por mi rostro, cuando derrepente entra mi mama a mi habitación..
-¿Podemos hablar?
-Claro. dije soltando una sonrisa hacia ella.
Afortunadamente su celular sonó en esos momentos y tuvo que salir, me dijo que en la noche habláriamos, la verdad no tengo ni más mínima idea de lo que me quería decir, sin embargo me moría de la angustia pues por su tono de voz se trataba de algo serio.

Seguí con mi rutina de siempre, tiempo más tarde comencé a prepararme para la preparatoria, No podía sacarme de la cabeza lo que me tenía que decir mama, ¿Que será?, ¿Por que no pudo decirlo rápido e irse? ¿Por que tanto misterio? .
Sin duda lo que había escuchado anoche realmente estaba pasando. ¿Que está pasando? si es algo grave, ¿Como pueden ocultarlo?
Estas y muchas preguntas más pasaban y pasaban por mi mente. Estava tan desconcentrado en todo lo que iba haciendo en el día que no recuerdo la mayor parte de lo que hice en el.
No podía esperar hasta en la noche para saber de que se trataba.

Al fin llego la noche mama llegó de donde había ido y entro directamente a mi recámara, comenzó a decirme un gran sermón que no recuerdo perfectamente, pues estaba aún distraído, quería que fuera directo al grano, directo a lo que tenía que decirme, no demoró mucho en hacerlo, y con lagrimas en los ojos comenzó a decirme;
-Hace unos días, recibí una llamada de El hospital central del Estado de Guerrero, donde nos informaban que tu primo había tenido un accidente y se encontraba en coma, necesitan donadores y desafortunadamente no han aparecido.
No pude evitar que me salieran lagrimas, cerré los ojos, entonces sentí unos brazos suaves y delicados que se desplazaban sobre mis espalda, cuando escuche cerca de mi oido la voz de mi madre diciendo -Todo saldrá bien, te lo prometo, en cuanto resuelva unos asuntos viajaremos para haya para poder estar con el.
Me recoste en mi recámara, seguí con lagrimas en mis ojos, pensando, imaginando, que la única persona que me comprendía, mi mejor amigo, quien sabía mis más obscuros secretos, estaba al borde de la muerte, no podría soportar una pérdida más, lo único que quería y necesitaba era dormir, escapar de la realidad y que cuando al fin despertara ya se habría solucionado todo, ya estaría bien, y ya no habría ningún problema, pero eso era algo imposible. Necesitaba salir corriendo, sentía la necesidad de gritar hasta quedar afónico, hasta que mi garganta estallara, no me importaba que no pudiera hablar durante un tiempo, realmente no me importaba nada.

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