Cariño Mio

Joval

Eran inicios de curso en la facultad, mi amiga Midie y yo caminábamos por los pasillos color crema, repletos de avisos y periódicos murales, también era un reto caminar por entre tantas personas, todas tan diferentes y los alrededores descubriendo nuestros lugares favoritos y los que no lo eran tanto porque olía mal, había mucha gente o simplemente era feo el lugar, también buscábamos nuestras aula; la 6D, 4A, 13 o audiovisual, etcétera, esto era muy difícil porque el lugar era inmenso, metros y metros cuadrados de hectáreas verdes, edificios y laboratorios, también estaba el auditorio, este era grandioso, lleno de pinturas, murales, luces... bueno era un lugar maravilloso.
Eran las 6:00 am y Midie tenía clase de teoría, pero yo no, así que decidí esperar a mi amiga afuera y leer mientras tanto, hoy repasaba mis notas en el libro de Alicia, era increíble cómo podías encontrar conjeturas filosóficas en él, pero un tipo con rastas color del azabache, tatuajes de todo tipo que llamaban seriamente la atención, alto, un tanto pálido, con una generosa barba y unos muy bonitos ojos grises se sentó a mi lado, olía tremendo a marihuana y yo estuve a punto te vomitar pero este peluso me miró y sonriendo me saludó, lo que me sorprendió no fue su saludo, sino su sonrisa, que era cálida y bonita, dientes blancos y perfectos, la verdad yo esperaba que mínimamente estuviese chimuelo, porque con ese aspecto cualquiera lo creería, pero no fue así, claro que no lo fue. Este tipo se llamaba Joval y fue mi primer contacto con la facultad en letras, la persona que haría que mi vida fuese todo un manicomio, un bello manicomio.