Aun estoy algo aturdida, y sigo sin entender porque hice lo que hice. Un mozo me hace voltear, necesito otra copa.Al hacerlo me encuentro con la chica cerrando el ventanal tras ella al entrar, que me encontró también con la mirada, permaneciendo ahí. Esta vez me mira de manera más tímida que antes. Pagaría por poder verme, porque creo estar mirándole de la misma forma. Un hombre se le acerca y le dice algo al oído, ella asiente. Puedo reconocerlo como un tipo de seguridad. Muy bien, eso me hace aterrizar, volver a enfocarme en lo mío y retirarme de este absurdo juego de miradas.Debo concentrarme.
Camino hasta el baño, recuerdo que finjo ser un hombre, por lo que procuro no equivocarme de puerta. Me acerco al espejo y empapo mi rostro para despejarme. Nuevamente en blanco. Me reprendo por la estupidez cometida anteriormente que lo único que hace es salirme de mi papel. No volverá a suceder.
Escucho el sonido del micrófono a lo lejos que anuncia que el remate comenzará. Salgo con paso calmado y firme, subiendo unas escaleras de servicio hasta el segundo piso, tras las luces, donde nadie me puede ver. Saco el maletín que escondí perfectamente hace dos días y sonrío al saber que la seguridad que revisó el lugar no pudo encontrarlo. Saco el R93, un fino rifle tipo francotirador que me ayudará a hacer un trabajo limpio y preciso. Acomodo la mira al escenario mientras espero a que anuncien al anfitrión de esta farsa, mi victima.
-...y dejo con ustedes quien, con su infinita bondad, es responsable de este evento de caridad, organizado por él mismo a pesar de su ajustada agenda, que permitirá poder ayudar a nuestros niños huérfanos... Pido un gran aplauso al señor James Thirlwall- dice la mujer señalando con sus brazos a quien está subiendo al escenario, y comienza a aplaudir. Aquí vamos.
Un hombre alto e impotente, muy elegante, de cabello canoso, bigote y facciones toscas, que se camuflan con la encantadora sonrisa con la que sube. Le sigo con la mirada, en espera a que el objetivo permanezca estático para evitar errores. Todo parece ser perfecto. Apunto directo a su corazón, pero aun se mueve como para galar el gatillo.
-Muchas gracias por los aplausos, gracias, pero si continúan harán que me ruborice- dice el hombre y todos ríen. -... Para mí es de gran agrado poder hacer esto y darle la oportunidad a instituciones como estas, el poder ayudar a niños que realmente lo necesitan- eso es, quieto. -...pero nada de esto podría ser posible sin la ayuda de la persona que donó todas estas invaluables piezas de arte, quiero que le den un fuerte aplauso de bienvenida a mi hija.... Jade Thirlwall-
Ese hombre hace que suelte el dedo que está en el gatillo y alejar mi rostro un poco del arma. Vuelvo a ver por la mira para cerciorarme de que es verdad. Es ella, la chica de cabellos café está subiendo al escenario, no puede ser.
-Gracias padre, y gracias a todos. Estoy muy contenta de estar de vuelta en Londres, después de tres años. Todas estas obras tienen un gran valor personal, pero me siento complacida y me honra saber el saber que serán vendidas por una buena causa- los aplausos no se hicieron esperar. A un no puedo creerlo, no puede ser ella.
-Muy bien, no les haremos esperar más y a ofrecer por estas bellas piezas al mejor postor- dijo el hombre alzando su copa.
Las luces enfocaron ahora a uno de los objetos, girando. En ese momento puedo verlo, la chica aplaude como todos, y comienza a girar su vista a su costado donde está la obra, pero se detiene a mitad de camino, y me ve fijamente, estoy segura, me ha descubierto. Deja de aplaudir y borra la sonrisa anterior, quedándose congelada viéndome directamente gracias a que las luces ya no le enfocan directamente. Demonios. Me agacho rápidamente, aunque ya sea descubierta, debo abortar rápidamente la misión y abandonar el lugar. Guardo rápidamente el maletín de donde lo saqué y pongo bajo mi chaqueta mi arma con su silenciador, debo estar preparada para cualquier cosa.
Bajo rápidamente las escaleras de servicio y me dispongo a salir, por la puerta trasera por supuesto, deberé improvisar y simular que alguien me llama por teléfono, una llamada urgente. Este es un método infalible, pues nadie se atreverá a detenerme así. Pero mi plan de escape se encuentra con un obstáculo. Al voltear para disponerme a salir , me encuentro frente a frente con Jade. Estamos solo nosotras.
-Perrie...- dice casi sin voz. Está aterrada, puedo verlo en sus ojos.
Sabe mi nombre, ha visto mi cara y me ha descubierto en medio de mi trabajo. Solo debo hacer lo que debo hacer, matarla. Un silencio en el que solo se escucha su agitada respiración. La mía la aprendí a controlar hace mucho tiempo. No puedo dejarla vivir, cada detalle debe ser cerrado, y esta chica desde hace unos pocos minutos se volvió una mancha en el camino. Mi dedo está en el gatillo. Estoy demorando más de lo que debería, pero su expresión de susto cambia, es otra vez esa mirada analizadora y penetrante, deja de mirarme así... Ya basta!
Solo jalar el gatillo y salir de aquí rápidamente, es todo lo que debo hacer, pero porque no puedo, porque no lo hago. Posa su mano el el arma, algo que no debería permitirle hacer, pero sigo sin hacer nada. El ruido de los aplausos desde el salón principal me hace volver. Bajo el arma.
-Mi verdadera identidad es nadie, me oíste?... Yo soy nadie- digo tajantemente y salgo rápidamente del lugar, sin darle oportunidad de nada, aunque creo que no pudo moverse.
Saco mi celular y continuo con mi plan anterior de escape. Camino con paso firme y apresurado mientras simulo hablar de manera alterada asuntos de negocios urgentes. Los dos hombres que vigilan la puerta trasera solo me miran, sin atreverse a preguntarme nada al ver mi semblante enojado mientras le hablo a nadie.