Exhalo resignada.
Veo el techo, luego cierro los ojos.
Negro.
Huelo humo, escucho el crujir de la madera.
Todo es rápido.
Calor, mucho calor,
Negro.
No… no puedo rendirme. Vuelvo a abrir mis ojos para contemplar el ahumado techo. Las llamas han avanzado con una rapidez sorprendente desde la última vez que tenía los ojos abiertos, si no me muevo ahora moriré calcinada. Solo debo hacer un esfuerzo, un gran esfuerzo. Luego recuerdo, aun si lograra moverme no lograré salir de esta casa sin que me vean, matándome de inmediato. Sí, supongo que este es el fin, aun así no puedo simplemente dejarme vencer sin agotar con todas las posibilidades. Muevo mi cabeza, lo único que no me produce tanto dolor articular. Observo a mi costado, la cocina, Ace me arrastro cerca de esta para asegurarse de que cuando el fuego llegue a las instalaciones del gas, la explosión me mate. Una pequeña sonrisa se dibuja en mi lastimado rostro, de alguna manera ese idiota me ayudó al hacerlo, me ahorró trabajo.
Me arrastro con dolor y dificultar, impulsada codo a codo rumbo a la cocina. Me detengo un segundo por el dolor y cansancio, dejándome atrapar un momento por la tos que el asfixiante humo me provoca, pero recuerdo que no hay tiempo para quejarme, pero es que el humo hace las cosas más difíciles. Tengo comezón en los ojos, mi respiración arde por el calor, cada parte de mí está adolorida, el calor pareciera que calcina mi piel antes que el fuego, aun así continúo hasta llegar a la puerta que está en el suelo a un rincón. La levanto, encontrándome con las escaleras que llevan al sótano, y me dispongo a bajarlas. A pesar de que está bajo la casa y más lejos del fuego, está completamente ahumado. Me dispongo a bajar, el calor es insoportable, por mi rostro corren gotas de sudor entre el esfuerzo y la temperatura. A la mitad de camino caigo hasta abajo, eso dolió, definitivamente. Al menos me ahorró el seguir bajando de manera lenta. No hay tiempo para descansar, ya estoy cerca y el fuego no tardará en volar todo el maldito lugar en pedazos conmigo adentro. Me arrastro hasta una esquina, y palpo el suelo, buscando a ciegas, producto del humo, mi única salida. Me cuesta trabajo pero la encuentro, tomo la manilla y levanto una tapa del suelo. Veo hacia abajo y puedo ver a unos dos metros y medio el agua del alcantarillado.
Sé que debo lanzarme, es la única opción, y debo hacerlo ahora, antes de que explote. Trato de hacerlo con el menos daño posible, agarrándome del borde, pero estoy demasiado lastimada e irremediablemente caigo pesadamente al agua. Maldigo un par de segundos al constatar que el alto del agua no es mayor a cincuenta centímetros, haciendo mi caída poco amortiguada.
Escucho un ruido fuerte, que me hace instintivamente lanzarme a un lado y taparme. La casa ha explotado, y una gran ola de fuego sale por el agujero de arriba, donde estaba mi sótano. Ahora agradezco estar en un lugar húmedo y con agua. Saco mis manos que cubrían mi rostro para protegerme del fuego, puedo darme cuenta de que el fuego se desvaneció acá abajo, pero caen escombros incinerados desde arriba.
Desde el suelo suspiro aliviada de haber alcanzado a lanzarme antes de ser yo la que cayera incinerada desde arriba. Dejo de mirar hacia por encima de mí y trato de levantarme, esto aún no ha terminado. Me levanto y apoyo inmediatamente mi espalda contra la pared. Demonios, cada parte de mi cuerpo me duele demasiado, pero si no me muevo pronto, moriré aquí abajo, ayudada por la humedad de este sitio.
Dejo de apoyarme y comienzo a caminar con lentitud, a paso lento, mirando a todas partes, buscando las migas de pan que me guiarán en el camino. Allí esta, me acerco a la pared y veo la marca que dejé hace unos años acá en caso de emergencia, esta es una. Agradezco haberlas hecho, aunque con sinceridad nunca creí llegaría a usarlas. Las marcas en la pared me guiaran a las afueras de donde está Shellie, ella es la única que puede que me ayude en estos casos.