-Todavía no entiendo porque nos arrastras hasta aquí cuando yo todavía no había terminado de desayunar.
- Ibas por el tercer plato, Ron- masculló la castaña irritada.
-Pero sabes que cuando tenemos Pociones en la primera hora de la mañana necesito más energía. La cara de Snape simplemente me sulfura y encima tú nos haces llegar antes a estas malditas mazmorras.
- Ya te dije que es por algo importante.- Hermione fulminó a su amigo pelirrojo con sus ojos marrones.
- Vamos, chicos, dejen de pelear. Ya tengo bastante con tener esta estúpida clase.
- No te preocupes Harry, la razón de todo esto ya está acá.- la Premio Anual sonrió con malicia y satisfacción al ver a su colega caminando hacia ellos.
- ¿Malfoy?- preguntaron los otros dos cuando repararon en quién permanecía fija la vista de su amiga. Ella sólo asintió con la cabeza.
- Potter. Weasley. Granger.- saludó Draco al alcanzarlos frente a la puerta del aula de Pociones con un tono de voz que no denotaba ningún tipo de emoción, ni siquiera los rastros de desdeño que el slytherin utilizaba siempre que se dirigía al trío de oro.
Los dos amigos se miraron incrédulos ante la rareza de que Draco Malfoy estuviera saludándolos civilizadamente. En cambio, la castaña agrandó su sonrisa, expectante por lo que sabía avecinarse.- Mafoy- contestó Harry aún escéptico e imitando el tono apático del rubio. Ron no pronunció palabra pues todavía no conseguía cerrar la boca.
- Malfoy- en cambio Hermione imprimió en su voz una ternura inédita que captó las miradas tajantes de sus dos mejores amigos.
- Vine a pedirles algo.- continuó el Premio Anual sin prestar atención a la desconfianza de sus dos rivales más despreciables. Contempló las expresiones extrañadas de la comadreja y de cara-rajada preguntándose cómo podría realizar lo encomendado, cómo podría rebajarse de ese modo ante Harry-idiota- ególatra-centro-del-mundo-mágico-consentido-Potter y Ron-soy-retardado-de-nacimiento-aunque-pocos-se-hayan-dado-cuenta-Weasley, pero luego miró a su colega, quién sonreía con malicia mientras que un atisbo de picardía iluminaba sus ojos. Realmente la deseaba y le demostraría que ella lo deseaba a él con las mismas o, inclusive, mayores ganas. Respiró hondo para tomar fuerzas sin bajar la vista ni por un instante, pues no podía rebajarse más de lo que ya lo haría. Finalmente, sus labios ámbar lograron modular algo- Vineapedirlesperdón.
- ¿Cómo?- inquirió la castaña rebozando de felicidad. Los dos gryffindor tampoco habían entendido las palabras mal moduladas del blondo pero estaban cada vez más sorprendidos por la inseguridad que emanaba del siempre altivo príncipe de Slytherin.
- Que vine a pedirles perdón- masculló Draco, esa vez con los ojos fijos en el piso.
Aquello bastó para que el pelirrojo se atragantara con su propia saliva y para que el pelo-azabache trastabillara, lo cual le habría resultado muy gracioso al reciente arrepentido si no fuera porque lo único que sentía en su pecho en ese momento era el desconsuelo de la humillación más espantosa de toda la historia. Sin embargo, la señorita estratega no parecía tener suficiente de cuánto había ocurrido.
- Disculpa, Malfoy, pero quisiera saber las razones de tu arrepentimiento. ¿Por qué nos pides perdón?
En ese instante, el aludido alzó su vista hacia la causa de su tormento, reemplazando al anterior deseo que segundos antes se vislumbraba en sus ojos grises por puro odio. El chico contorsionó los músculos de su rostro blanquecino en una mueca del más descabellado disgusto y apretó sus puños con furia, ocasionado con ello que la castaña sonriera aún más. Hermione no podía creer su buena suerte, estaba en la gloria. Sin duda, había resultado victoriosa en la guerra y de la mejor forma posible. El dúo restante todavía intentaba de digerir las anteriores palabras del rubio, siendo completamente indiferentes a la riña de miradas que se estaba llevando a cabo entre su mejor amiga y su peor enemigo.