Capítulo 16

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- Comencemos…- anunció Dumbledore a dos adolescentes nerviosos, los tres resguardados en la privacidad de su oficina.- Draco Malfoy, ¿aceptas a Hermione Jane Granger como tu esposa para amarla y respetarla tanto en la pobreza como en la prosperidad, en la enfermedad como en la salud y en la adversidad como en la fortuna hasta que la muerte los separe?

El aludido miró a la chica a su costado quien le devolvía la misma mirada de incredulidad que él mostró ante la elección de palabras del director. Luego volteó nuevamente hacia al señor a quien en ese momento hubiera asesinado…si no fuera tan poderoso.

- ¿Está bromeando?

- No, claro que no. Ocurre que éste es el protocolo para los casamientos muggles y pensé que sería un buen gesto aplicarlo en el de la señorita Granger.

- No se preocupe por mí, profesor, porque al fin y al cabo éste NO es un casamiento verdadero.

- Está bien, como quieran…Lo haré más simple. ¿Prometen amarse toda la vida?

- ¡NO!- Contestaron ambos chicos con la misma voz escandalizada y el mismo color rojo apresando sus mejillas.

- Bueno, que son complicados- se quejó el barbudo antes de resoplar resignado.- ¿Se aceptan en matrimonio, si o no?

- Parece que no hay otra opción.- comentó Draco irritado por la actitud de su superior.

- Cierto…- secundó Hermione apenada.

- Pues no.- ratificó risueño aquél que servía de intercesor.- Puede besar a la novia…Ok, Ok…no me miren así. ¡Qué poco sentido del humor! Ya…aquí están las alianzas.- Dumbledore entregó dos anillos de oro a los recién casados y cada uno se puso el suyo propio con una horrenda expresión de disgusto que dejaba entrever lo mal que llevaban ser marido y mujer.- Bien, ahora vayan a desayunar que en media hora haremos pública la noticia.- Frente a esas últimas palabras ambos jóvenes tragaron saliva presagiando el temporal que se avecinaba. Salieron del despacho y caminaron en silencio hasta las escaleras que los llevarían hasta al Gran Comedor.

- Bueno, veamos el lado positivo…

- Esto no tiene ningún lado positivo, Malfoy.

- Claro que sí, Malfoy.- Hermione miró a su compañero sorprendida percatándose de que éste le sonreía con aquella mueca perversa siendo sabedor del efecto que causaba en ella ser llamada por su nuevo apellido de casada.

- No me llames así.

- Vete acostumbrando, amor. Ahora tenemos que disimular muy bien así que se dirigirán a vos de esa manera con mucha frecuencia.

- Soy la mujer más desdichada de esta tierra.

- Claro que no, ya verás que no soy tan malo…

- Púdrete, Malfoy.

- Dame un besito.- demandó el rubio tomando la muñeca de su esposa

- ¡Ni loca!- replicó ella desligándose del brazo del rubio.

- Ni que fuera la primera vez, ¿o es que sólo te acuestas con chicos que no sean tus maridos?

- No te conviene sacar ese tema…

- ¿Por qué no?

- Porque querrás tener descendencia alguna vez ¿verdad?

- ¿Es una propuesta? ¿Ya quieres tener hijos? ¿No es demasiado pronto?

- No estoy para bromas…No me provoques.

El chico bufó.- Me hubiera gustado tener una mujer con sentido del humor.

Es Un Placer Ser Tu EsclavaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora