Capítulo 18

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No quería saber más nada, estaba harta, esa pantomima ya le había superado completamente y la estaba sofocando desde todos sus costados. Primero la reprimenda de sus padres, luego el interrogatorio acosador de sus amigas y finalmente el rechazo de los mejores amigos que siempre había tenido, aquellos que la habían apoyado y aceptado sin importar sus dotes de come-libros. Sin duda, había sido un día perturbador por lo que decidió saltearse la cena y tomarse un buen baño de espuma para despejar un poco esa tensión que le comprimía el cerebro.

Una vez sumergida en el agua de la tina, su mente volvió a correr y comenzó por preguntarse dónde demonios habrían ido sus padres, a los que no había visto después del desayuno. Sin encontrar otra respuesta supuso que se habrían marchado de vuelta a casa pero le fastidiaba que no se despidieran. Apartando el recuerdo de sus padres, trató de idear una forma de ganarse el perdón de Harry y Ron pero realmente lo veía muy difícil, pues conocía el gran rencor que le tenían a Draco, quién se había y seguía portándose con ellos de la peor manera. ¿Qué podría hacer para que la relación entre los chicos se tornara más amena?
Súbitamente, unas manos masajeando sus hombros la sobresaltaron y se giró para averiguar quién la tocaba.

- ¡Mamá!

- Hola, cariño. No te vi en la cena.

- ¿Todavía están acá?

- Claro, nos quedaremos a dormir en el castillo que por cierto es hermosísimo.

- Lo es, pero ¿dónde dormirán?

- Acá.

- ¿Acá? ¿Acá dónde?

- ¿Hay dos habitaciones aquí o no? Dumbledore nos ha dicho que sí.

Hermione insultó internamente a su director.- Sí, claro que las hay.

- Bien, entonces dormiremos tu padre y yo en tu cuarto, que quedará vacante porque supongo que dormirás con tu marido, ¿verdad?

- Obvio, obvio- contestó la joven entre dientes.

- Según tengo entendido, hoy es tu noche de bodas, hija.

- Lo es, mamá.- cercioró la castaña tragando saliva.

- Pues te he traído un regalo. Sal de la bañera para mostrártelo.

-¿Qué es?- preguntó la Premio Anual ya cubierta por una toalla.

- Un baby doll.

- ¡¿Un qué?!

- ¿Por qué te escandalizas, hija? Es sólo una prenda sexy para que agasajes a tu esposo. Debes saber cómo malcriar a tu marido como lo hace una buena mujer.

- ¡Mamá! Jamás podría…

- ¿Por qué no?

- Por…porque estarán durmiendo en la habitación de al lado.

- No te preocupes, querida. Ya le he dado un somnífero a tu padre para que no se intranquilizase y pudiera dormir tranquilo. Ahora mismo está roncando en el séptimo sueño.

- Pero mamá… ¿cómo lo has drogado de esa forma?

- También debes aprender a manipular sutilmente a tu esposo, cariño. Hazle pensar que él lleva puestos los pantalones pero nunca olvides que eres tú la que lleva las riendas de todo y la que le plancha los pantalones que él tanto aprecia, mismo tú se los puedes estropear cuando quieras.- la adolescente quedó boquiabierta ante tanta información, tratando de procesarla. Ese silencio fue el que la señora Granger aprovechó para vestir a su hija con la prenda que le había regalado.

Unos minutos después, Hermione se contemplaba en el espejo del baño con los ojos bien abiertos. El baby doll era de encaje rojo logrando que su abdomen se trasluciera a través de la tela, al igual que sus pezones y, para colmo, la vestimenta (si se le podía llamar así) era tan corta que sus largas piernas estaban completamente desnudas. Una ínfima tanga también roja coronaba el disfraz dejando ver sus glúteos sin ningún tipo de reparo.

Es Un Placer Ser Tu EsclavaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora