|25|

199 8 2
                                    




Justin's POV

—¡Despierta, idiota! —la enorme y chillante voz de Ariana me despierta de mi sueño, arracándome de los queridos y preciados brazos de Morfeo. Abro los ojos de golpe, sintiendo como la luz del sol entra de nuevo por la ventana, haciendo que mis ojos, pocos acostumbrados a ella por haber estado varios días en oscuridad eterna, me obligue a cerrarlos de golpe, de puro dolor— Ya era hora de abrir las persianas, ¡llevas cinco días a oscuras! ¡es de locos, Justin!

Ariana me grita con todas sus fuerzas, rompiendo por completos mis tímpanos, teniendo que taparlos con mis manos, intentando dejar de escuchar sus griteríos, soltando un enorme gruñido de rabia, haciéndola enmudecer al momento.

Un silencio incómodo se forma entre los dos, dejando en la habitación el único ruido de nuestras aceleradas respiraciones. Minutos después, ella lo rompe, de nuevo con reproches.

—Justin... Sé que lo estás pasando mal pero... —coge bastante aire antes de continuar. Siento un escalofrío en mi columna vertebral, sabiendo que es lo que va a ocurrir ahora— ¡deberías seguir adelante y no comparte como un verdadero calzonazos! Mírate, ya no eres el Justin que yo conocía, el que disfrutaba de la vida que tenía y que hacia llorar de risa a los demás. —una pequeña sonrisa aparece en mis labios, hacía mucho tiempo que no conseguía poder sonreír de ninguna de las maneras— Y ahora mírate: solo eres una bola de carne que solo come y duerme, que nunca sale de su dormitorio y que lleva varias semanas sin ducharse —lo último lo dice tapándose la nariz, mientras me mira con desagrado. Empiezo a olerme por todos lados, notando como una horrible peste, una mezcla entre sudor humano y restos de comida, incluso un par de lágrimas. Pero eso nunca lo admitiría en voz alta. Nunca.

Se acerca a mí y, tirando con todas sus fuerzas de mi brazo derecho, consigue levantarme de mi refugio-cama en el que llevo bastantes días metido en él. Me empieza a empujar hacia el baño, pellizcándome varias veces en el brazo, con bastante fuerza, viendo en parte diversión en su cara al hacerlo.

—Ahora sino te importaría hacer un favor a la humanidad, entra en la ducha y límpiate a fondo. —su tono de voz es como el de la típica madre, lleno de reproches y amor, una muy mala combinación— Y no quiero que salgas de ahí hasta que tu piel reluzca de lo limpia que está, —me empuja una última vez para entrar al baño, mirándome ahora con suavidad— yo te espero abajo, en la cocina, no tardes mucho, o vendré a buscarte y te sacraré a rastras, desnudo o no.

Trango saliva, imaginando la posibilidad de que me saque de aquí desnudo, para después, sacarme fuera de casa y dejarme en la calle.

Solo. Y sin nada que tape mi cuerpo.

Cuando oigo la puerta del dormitorio cerrarse de un portazo, suspiro profundamente.

A veces puede ser demasiado mandona.

Me desvisto todo lo rápido que puedo, sin querer hacer caso al desconocido que está al otro lado del espejo, de pelo largo y greñoso, con unos ojos tan rojos como un vampiro sediento de sangre y con enormes surcos negros debajos de estos. Su piel es blanquecina, como los de un enfermo en un hospital, dando un aspecto demacrado al conjunto.

Abro el grifo del agua caliente al máximo, pegando un pequeño grito al principio al entrar en contacto con mi piel, pero me resisto  a su contacto abrasador y cojo el champú para empezar a limpiar el nido de pájaros hiperactivos alojado en mi cabeza.

Varias veces, tiro de mi pelo a causa de lo enrredado que está, teniendo que lavármelo varias veces hasta poder tenerlo medianamente desenrredado y limpio. Suspiro de nuevo sin poder evitarlo.

Todo esto de Selena me ha trastocado bastante, y en verdad todo lo que me ha dicho Ariana, aunque dicho de una forma cruel, tiene razón. Este no es mi verdadero yo.

Cuando me noto lo suficientemente limpio como para oler de forma decente, cierro el grifo y salgo de la ducha, atándome una toalla alrededor de la cintura para secarme.

—Justin, llevas ahí dentro mucho rato, ¿has acabado ya de... —la voz de Ariana resuena por toda la casa, abriendo la puerta del baño de golpe, y en ese instante, la toalla que cubría mi cuerpo, cae al suelo.

Ariana se queda blanca, mientras que yo me pongo rojo como in tomate.

Entonces, Ariana, con su sinceridad y su capacidad de no tener pudor alguno, sonríe con los dientes.

—Madre mía, Justin... —susurra lentamente— Selena era una chica con muuucha suerte.

Yo, en este momento, me muero de la vergüenza.

Ariana se queda quieta, y un extraño silencio recorre la habitación, algo que nunca había pasado entre nosotros.

De repente, Ariana se acerca a mí, se forma lenta pero segura, no si antes cerrar la puerta del baño a sus espaldas.

Esto cada vez es más raro.

Cuando se encuentra a unos centímetros de mí, mi corazón estalla al sentir sus manos acariciar mis hombros, de forma lenta, haciendo que mi cuerpo se estremezca de forma como nunca antes había pasado ante su contacto.

—Ariana... —susurro muy suavemente. Ella no me mira a  los ojos, solo se concentra en repasar mis tatuajes con sus dedos, de forma muy metódica, ensimismada.

Por inercia, la agarro por la cintura. Ella, pega un pequeño salto, apartando su mirada de mi cuerpo desnudo, y mirándome a los ojos, sacándola de su ensimismamiento.

—Ariana... —repito de nuevo, esta vez, más cerca de su cara. Noto su respiración, acelerada, y sus mejillas, sonrosadas.

—¿Sí?... —responde ella, muy suavemente, moviendo sus labios de forma sutil.

Solo cierro los ojos, y me dejo llevar...

𝑰 𝒏 𝒔 𝒕 𝒂 𝒈 𝒓 𝒂 𝒎  |Jelena|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora