.Horas 3-4-5.

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La respiración de Claire comenzó a dificultarse cuando dos hombres, sosteniendo un bate de baseball en sus manos, aparecieron en su campo de visión. El Toyota iba en ese momento andando a varios kilómetros por hora. Las casas que dejaban atrás mientras avanzaban se veían como manchas oscuras emborronadas. La velocidad impedía a su cerebro centrarse en lo que sucedía alrededor, aunque sonidos ahogados llegaban a sus oídos con el viento. Sin embargo aquellos individuos tomaron una forma nítida frente a los ojos de la muchacha. Aparecieron por la derecha y se colocaron en el medio del camino, con rapidez. La chica miró a Justin. Él no se inmutó de ninguna forma, de hecho hundió aún mas su pie en el pedal, dispuesto a atropellar a ese par.

Ella se pegó al respaldo del asiento, esperando el segundo antes del impacto, en el que debiera cerrar sus ojos. Pero antes de que eso llegara, cuatro personas más surgieron de ambos lados. Eran mujeres, se podía deducir a esa distancia por sus figuras esbeltas y sus cabelleras largas. Ellas tenían escopetas. Justin logró poner su mano en la nuca de su acompañante y hacer fuerza hacia abajo, obligándola a agacharse, antes de que los disparos comenzaran.

Claire chilló. Las balas golpeando contra el coche sonaban como cortas y potentes explosiones. Pronto las ruedas se desestabilizaron, comenzando a serpentear. Los vidrios de las ventanas estallaron cuando los tiros impactaron contra ellas y luego se pudo discernir que estaban disparando a la parte trasera. Habían pasado al peligroso grupo, pero aún así la velocidad del motor estaba disminuyendo. Claire barrió bruscamente con sus manos los pedazos de cristal que habían caído en su rostro. Sintió un potente ardor cerca de su ojo izquierdo pero lo ignoró. Se giró hacia Justin, alarmada por la creciente lentitud del vehículo.

—¡No te detengas!— Exclamó Tyler, pensando lo mismo que ella.

—No puedo seguir— Anunció Justin, con los dientes apretados. Señaló con un gesto de su cabeza al tablero. El mismo tenía varias luces parpadeando, todas advirtiendo sobre una avería nueva detectada.

Con el envión que todavía los impulsaba hacia adelante, el conductor maniobró el volante para doblar algunas calles y perder a aquellos que, posiblemente, los seguían. Finalmente, detuvo el coche al lado de una tienda visiblemente resguardada con cortinas de acero.

—¿Estás bien?— Se precipitó Claire, justo cuando Justin abría su boca para preguntarle lo mismo.

Eso lo sorprendió. La escudriñó con sus pupilas dilatadas por la oscuridad y encontró un profundo corte encima de su ceja izquierda.

—Estás herida— Masculló, molesto.

Desabrochó su cinturón de seguridad y descendió del vehículo, al igual que Tyler. Claire estaba a punto de imitarlos cuando su puerta se abrió inesperadamente. Justin se inclinó para ayudarla a salir. Los suspiros tensos que él exhalaba cada vez que esforzaba su hombro fueron notados por la muchacha, quien también observó la sangre manchando su camiseta en ese lugar.

—Tu hombro está herido— Expresó con alarma.

La adrenalina estaba desapareciendo de su cuerpo y el miedo quería apresar su mente, pero la compasión dentro de ésta misma no le permitía pasar por alto el corte que Justin se había hecho. Era demasiado grande, más propenso a las infecciones. Obligó a cada parte de sí misma a funcionar. Buscó el botiquín de mano en las múltiples guanteras del Toyota hasta que dio con él. Siempre lo tenía en el auto cuando iba a los barrios bajos ya que las necesidades salubres eran enormes en esos lugares.

—¿Qué crees que haces?— Se extrañó Justin, mirando lo que ella sostenía en sus manos.

—No tengo agujas aquí, pero hay desinfectante y vendas— Explicó la chica, señalando el hombro que él mantenía inmóvil.

The Purge: 12 horas para sobrevivirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora