Justin tomó algunas cosas del Toyota que a su juicio podrían ser útiles en el camino. Encontró la compra que Claire había hecho horas antes desparramada por el tapizado. Elevó sus cejas cuando divisó el paquete de cigarros.
—¿Fumas?— Preguntó, girando la cabeza sobre su hombro para ver a la chica parada a unos metros detrás de él.
Claire observaba a Justin con recelo. El vehículo que había despertado tanta emoción en los muchachos no tenía ningún atractivo para ella. Era una furgoneta blanca con los vidrios delanteros blindados, sin características sobresalientes a simple vista. Entonces Tyler le había explicado cuan resistente era el material que la resguardaba, al igual que a las ventanas. Ninguna bala podría traspasar la camioneta, ni alterar su curso de alguna forma. La chica tuvo la sensación de que era un coche de guerra para los anarquistas y se preguntó qué estaban planeando hacer con él, porque no se creía que lo hubiesen traído solo para ella.
Las sospechas se gestaban en su interior, temía ser arrastrada a una lucha. Estaba poniendo su destino en manos de dos hombres cuyas intenciones eran indescifrables, sin embargo no tenía otra opción mas que esa en la noche de La Purga.
—No...— Respondió, mirando los cigarrillos de menta que Justin examinaba. —¿Tú fumas?
—No estas mierdas mentoladas— Se expresó. Aún así metió los cigarros en la bolsa, junto con el encendedor y el refresco de fresa. Cerró la puerta del auto plateado y caminó unos pasos hasta detenerse frente a ella. —Adelante, bonita— Hizo un gesto con su cabeza, señalando a la muchacha que caminara primero.
Fue detrás de ella hasta la furgoneta. Ingresó a la parte trasera del vehículo con un salto y ayudó a Claire a subirse con él. El suelo del montacargas estaba limpio, por lo que después de cerrar las puertas y sumirse en la penumbra, ambos se sentaron sobre este, uno frente al otro. El asiento delantero era extenso y alto. La nuca de Tyler apenas asomaba por él. Estiró su cuello para mirarlos.
—¿Ya estamos listos?— Preguntó, poniendo el motor en marcha. El ruido del mismo era incluso mas suave que el del costoso coche que dejaban atrás. —Allá vamos.
Incluso aunque los atemorizantes sonidos del exterior llegaban amortiguados y la camioneta avanzaba ajena a las bestias que celebraban su noche, Claire se sentía desprotegida. Aquella sensación de inseguridad era causada por los ojos de Justin fijos en ella. Deseaba tener algo en lo que concentrarse pero el montacargas estaba vacío salvo por ellos dos, lo que aumentaba su incomodidad. Finalmente enfrentó su mirada. El chico elevó la comisura izquierda de sus labios, formando una sonrisa ladeada que combinaba bien con su personalidad descarada.
—¿Qué?— Espetó ella, molesta.
—¿Qué sucede, linda?
—¿Qué miras, tú, Anarquista?— Masculló, abrazándose a sí misma.
Justin mostró sus dientes cuando dibujó una sonrisa completa y se deslizó hasta la pared opuesta, al lado de Claire.
—Eres interesante— Explicó, mirando a la joven sobre su hombro. Los nervios que ésta demostraba en su cercanía lo divertían. —Eres muy diferente a lo que pensé que serías.
—Juro que me alegra no estar a la altura de tus expectativas— La irritación era visible en las palabras de ella.
—Eres mejor— Él continuó hablando, ignorándola. —Pero todavía me gustaría saber ¿Qué escondes en esa preciosa cabecita, uhm?
—Nada. ¡Y aléjate de mí!— Exclamó Claire, arrastrándose lejos del muchacho.
—Todos escondemos algo— Él se encogió de hombros.
Ella lo miró por el rabillo del ojo, con un gesto de desafío. —¿Qué escondes tú?— Insinuó.
La sonrisa de Justin cayó. Pasó su lengua por sus labios para humedecerlos mientras inspeccionaba el rostro de la chica. Estaba pensando algo que se negaba a admitir.
En ese momento se escucharon pequeñas explosiones que ya eran conocidas para el oído de Claire. Estaban siendo atacados otra vez. Al verla sobresaltarse con miedo, Justin pasó un brazo por sus hombros y la acercó a él. Supo que estaba verdaderamente alterada cuando escondió la cara en su pecho, sin protestar.
—Tranquila, bonita— Su voz guardaba una ápice de burla.
—Quiero irme a casa, Justin— Murmuró con la voz aguda, tratando de que el llanto no tomara posesión de ella. Estaba cansada y sentía que estaba atrapada en una pesadilla.
Él enredó ambos brazos alrededor de la chica, la apretó, utilizando una fuerza delicada. Era la primera vez que lo llamaba por su nombre y algo en su interior fue conmovido.
—No te preocupes, estamos seguros aquí— La tranquilizó.
Continuaron abrazados el resto del viaje. Justin no logró reprimir el impulso de acariciar su espalda para reconfortarla. La sintió relajarse contra su cuerpo, aún así no la soltó en ningún momento hasta que la furgoneta frenó de repente y Tyler se giró para mirarlos. Frunció el ceño, denotando su confusión al descubrir la posición de sus compañeros. Éstos se separaron lentamente.
—Tenemos una parada que hacer aquí— Anunció, señalando a la ventana.
—¿Es la base?— Inquirió su amigo.
—Sí— Se limitó a responder Tyler, descendiendo del vehículo.
Justin puso su atención en Claire y sonrió.
—No te desesperes sin mí ¿eh? Volveré— Guiñó un ojo.
Se incorporó, abrió la puerta y bajó al asfalto de un salto. Claire gruñó exasperada en cuanto se encontró sola. Minutos antes había encontrado consuelo en los brazos de ese hombre despreocupado, pero recuperando su sensatez veía que nada en Justin era seguro. Tenía que mantener la compostura aunque la situación llevaba al límite su sensibilidad, aunque estaba a la deriva y su destino era cosa incierta. Tomó varias respiraciones profundas para disipar la bruma en su interior. El rumor de voces graves proveniente de afuera se hacía mas claro a medida que aumentaban el volumen:
—Es evidente, Tyler ¿no la has visto?
—Estás un poco obsesionado con ella, Justin, ese es tu problema.
Al irse, su acompañante arrimó la puerta y no se había cerrado correctamente. La rendija que se había formado a causa de eso era el hueco por donde ingresaba el sonido. Claire se acercó más a ésta para escuchar mejor.
—¡No se trata de mí! ¡Estoy seguro de esto!— El enojo de Justin se percibía con intensidad.
—Yo sabía que no debías venir— Se lamentó Tyler. Un segundo de silencio prosiguió a sus palabras, luego volvió a hablar. —Saúl está aquí en la base, vamos a buscarlo y a ultimar los detalles. Las cartas ya están echadas para Claire. No hagas algo estúpido— Advirtió.
Claire se quedó inmóvil durante un minuto, hasta que un ruido pesado y chirriante, como una vieja puerta siendo empujada, le indicó que los chicos ya no estaban cerca. Dejó escapar el aire que contenía en sus pulmones mientras su cerebro intentaba analizar lo que había escuchado. Lo único que había entendido era que ellos compartían una confabulación que la involucraba, no sabía si sus planes eran improvisados o si los habían premeditado, pero podía asegurar que ella saldría perdiendo. Estaban en su contra.
Un temblor repentino la sacudió. Aun habiendo guardado desde el principio la cautelosa idea de que los mismos que pretendían salvarla tenían segundas intenciones, todavía la impactaba pensar en el tiempo, el camino y las palabras que habían transcurrido juntos. No era una traición, mas los sentimientos que afloraron en Claire derivaban de un enojo profundo. Fue ese mismo enojo y el reflejo del miedo los que impulsaron sus pies a dar un salto, y en el momento en que chocaron contra el pavimento, empezaron a moverse con rapidez. Corría por la calle alejándose de la furgoneta. No había un destino al que ir y se movía directamente al infierno mismo, pero la chica continuó, entregándose a la desesperanza. Después de todo, Tyler lo había declarado: sus cartas ya estaban echadas.
Fue entonces cuando se adentró sola entre las bestias, en medio de La Purga.
-TatianaRomina
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The Purge: 12 horas para sobrevivir
Short Story'Al sonar la sirena, todos los crímenes, incluido el asesinato, serán legales por doce horas. Los servicios de emergencias no estarán disponibles hasta que se acabe la Purga. Que Dios los acompañe'. "Las calles se teñirán de rojo cuando la gente sue...