Aunque Justin apenas apretaba los pedales y el auto iba a una velocidad cautelosa, las ráfagas de viento entraban con fuerza por el agujero frente a Claire.
—Gracias por lo del parabrisas— Usó el sarcasmo, recordando como su acompañante había hecho pedazos de un golpe el vidrio que la resguardaba.
Él conducía con total concentración en el camino. Miró de reojo a la joven sentada a su lado cuando la escuchó hablar.
—De nada bonita, fue divertido— Respondió con naturalidad.
Ella apretó sus labios. No podía contener el enojo estando cerca de él y las palabras salían disparadas de su boca sin ser procesadas con anterioridad por su cerebro.
—¿Cuál es la diferencia? Me refiero entre ustedes y los que celebran La Purga. Por lo que pude apreciar, ambos son unos sádicos— Cuestionó.
—Los únicos sádicos son los gobernantes— Repuso el chico.
—¿Por qué? ¿Por implementar un sistema que no te agrada a ti?
—No te agradaría a ti tampoco si intentaran volar tu cabeza con una bala todos los años— Él suspiró profundamente. Claire no iba a entender sus razones, ellos vivía en situaciones diferentes. —Para la gente con dinero es fácil hablar de La Purga. No hacen más que verla por televisión.
—Tal vez tienes razón. No sé sobre el tema en profundidad pero puedo ver los resultados. El país está en las mejores condiciones desde que el régimen fue creado— Claire había oído a Michael, su novio, decir aquello una vez. En su voz pudo distinguirse que solo estaba repitiendo las frases de alguien más, pues sonó carente de convicción. Decidió mencionar hechos específicos que tenía estudiados: —La tasa de delincuencia, desempleo y pobreza está por debajo del cinco por ciento...
—Por supuesto que sí, Claire. Los pobres y los sin hogar son masacrados una vez por año. Lógicamente, ellos desaparecerán— Se irritó él.
Claire abrió la boca, dispuesta a responder, pero entonces asimiló la explicación de Justin. Dejó sus labios entreabiertos, porque la revelación la impactó.
—No estás... No estás insinuando que el gobierno lo hace adrede. Ellos no... no es a propósito— Titubeó. Su mente empezó a procesar los comentarios anarquistas que había oído en los barrios bajos. —¡Oh cielos!— Exclamó, tomando su cabeza entre sus manos. —¡La Purga! Ellos no pretenden que purguemos nuestras almas ¡Ellos quieren que purguemos sus calles!
Se había diseñado una estrategia sutil para eliminar gente sin recursos ni empleo. De esa forma, los que significaban una pérdida para el estado dejaban de existir, mientras que los ciudadanos que aportaban al país rendían cada vez mejor. Claire estaba espantada.
—¡Ajá! A eso le llamo revelación divina. Hasta pude ver la luz cayendo desde el cielo directo hasta tu preciosa cara— Bromeó el conductor.
La exasperación hizo que la joven oprimiera su cráneo con sus dedos.
—Eres irritante, tú, Anarquista— Masculló.
Justin sonrió. Le gustaba cuando ella le decía eso. La forma en que lo hacía, como si estuviera escupiendo.
—No te estreses, bonita. Hay buenas noticias para ti ahí adelante.
Claire levantó la cabeza y sus ojos encontraron la entrada a la ciudad. Sin embargo, no divisó buenas noticias. Los gritos provenientes del lugar le causaban escalofríos. Algunos bramidos furiosos y otros chillidos de terror. Se encogió cada vez más en el asiento a medida que se acercaban. Unos metros antes de llegar, Justin quitó su pie del acelerador y esperó a que la velocidad disminuyera por sí sola antes de accionar una palanca ubicada al costado del volante. El auto se detuvo de inmediato. La mirada de la joven se instaló en el tablero.
—¿Cómo hiciste eso?— Preguntó, sorprendida.
—La próxima vez que tu papi te regale un coche, aprende a conducir primero. Estos, mi amor, son los frenos manuales— Explicó.
Claire se avergonzó de sí misma. Si hubiera prestado atención cuando, efectivamente, su padre y su hermano aparecieron con el Toyota y le explicaron los elementos fundamentales de éste, ella estaría a salvo en su casa en ese momento.
—De todas formas ¿Qué es lo que hace tu padre, eh? Para ganar tanto dinero— El muchacho sonó interesado, inspeccionando el interior del vehículo.
Las sombras de la carretera aún los mantenían ocultos, pero la devastación que se llevaba a cabo en el centro estaba a tan poca distancia que Claire se sentía insegura. Deseó que el parabrisas aún existiera y volvió a enfadarse con el hombre junto a ella.
—No te importa ¿Y qué es lo que vamos a hacer ahora?— Urgió, con miedo.
Entonces la puerta trasera se abrió de repente y Claire dio un pequeño salto en su lugar. Ahogó un grito, haciendo que el aire entrara por su garganta, mientras tenía la sensación de que su corazón cesaba de latir.
—¿La moto está segura?— Oyó la voz de Justin.
Se giró y vio que el amigo de él había ingresado en el auto. Éste asintió a la pregunta y luego la observó a ella. Al contrario de Justin, él no lucía una apariencia rebelde. Ojos calmos, rasgos suaves, vestimenta sobria. Él parecía normal, y le inspiró confianza a la chica, cosa que tampoco le sucedía con Justin.
—Hola. Lamento haberte insultado antes, pensé que estabas participando de La Purga— Sus disculpas sinceras le agradaron aún más a ella.
—Hola. Soy Claire— Se presentó con cortesía.
—Soy Tyler— Contestó él, ofreciendo su mano.
La muchacha la estrechó. Al separarse, Justin también estiró su brazo hacia ella, como si estuviera esperando lo mismo.
—Yo soy Justin— La burla en su voz no pasó desapercibida, como la sonrisa en su cara delatando diversión.
Claire frunció el ceño, enojada.
—Tú aléjate de mí— Espetó, acomodándose nuevamente en el asiento.
El aludido se inclinó para acercar su cuerpo al de la chica. Sus rostros volvían a encontrarse a escasa distancia, y él la miraba fijamente a los ojos.
—Nena, tranquila. No me hagas subirme sobre ti otra vez— Advirtió.
Con un movimiento rápido de sus manos, tomó el cinturón de seguridad y lo abrochó alrededor del cuerpo de la joven, cuya cara estaba teñida de intenso colorado.
Dos segundos después, cuando los dos muchachos ajustaron sus propios mecanismos de seguridad, pusieron la atención en ella, lo que acrecentaba el calor en sus mejillas. Ambos la observaban expectantes. Se atrevió a mirar a Tyler.
—Necesitamos saber donde vives— Apuntó éste.
—Oh... es en Bridge Way, por la zona este.
—¿Bridge Way? ¿Es el vecindario donde se encuentra esa fuente enorme de mármol?— Inquirió Tyler, impresionado.
—Sí, ese es. Hay un pequeño lago artificial con un puente en la entrada— Indicó ella.
—Sí, es sensacional— Comentó. Luego se dirigió a Justin. —No está lejos, podemos evitar la avenida ¿tienes tu teléfono aquí?
Justin metió la mano en uno de sus bolsillos y sacó un móvil que le entregó a su amigo. Claire se fijó en su propio celular, sobresaliendo por la abertura de los vaqueros del chico. Tenía la esperanza de que se lo devolviera antes de lo previsto. Anhelaba escuchar una voz conocida para sentirse confortada, y que ellos supieran que se encontraba bien... por el momento.
—Vamos a hacer esto— Justin puso el motor en marcha y miró a Claire por el rabillo del ojo. —Bonita, estás a punto de presenciar en vivo y en directo el lado mas perverso del ser humano ¿algo que decir?
Claire arrastró su mirada por la entrada de la ciudad y suspiró.
—Que Dios nos acompañe ¿no?— Ella citó las palabras del aviso de emergencia que se emitía antes de cada Purga.
Justin sonrió ante esa respuesta y se aferró al volante.
-TatianaRomina
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The Purge: 12 horas para sobrevivir
Short Story'Al sonar la sirena, todos los crímenes, incluido el asesinato, serán legales por doce horas. Los servicios de emergencias no estarán disponibles hasta que se acabe la Purga. Que Dios los acompañe'. "Las calles se teñirán de rojo cuando la gente sue...