CAPITULO 2

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Ambos se acercaron a donde yo estaba sentado. Los miré y les hice un gesto para que se sentaran.

—La hiciste buena esta vez —me acusó Baker con una sonrisa mientras me daba una palmadita en la espalda y se sentaba a un lado de mí en la mesa.

Estábamos en la cafetería de la Universidad.

—Nunca me enorgullezco de mis impulsos —le contesté encogiéndome de hombros.

—Volviste a caer en la rectoría y todavía no son las 10 de la mañana —sentenció Sergio.

—Así es —contesté.

— ¿Y como te fue? —preguntó Baker.

—Creo que el rector y la secretaria están tomándome afecto. Me invitaron un café, unos bocadillos y el rector se fumó un cigarrillo conmigo mientras me decía la importancia de causar una buena impresión en esta Universidad, debido a las altas personalidades que aquí se encuentran —rieron con ganas.

—Ya no hayan como llegarte —dijo Sergio en una carcajada.

— ¿Llamaron a tu padre? —preguntó Baker. Me encogí de hombros.

—No —contesté secamente —El rector prefiere tratar esto directamente conmigo... creo que mi padre ya le pidió que no le hablase cada 5 minutos por mis estupideces. De todos modos él no se encuentra en el país.

—Viaje de negocios —dijeron mis amigos al unísono.

—Fiesta —sentencié con seguridad.

—Me agrada como trabaja tu mente —dijo dándome una palmadita en la espalda Baker.

—Mira quien viene ahí —dijo Sergio con desenfado y un poco divertido —Parece estar enfadada.

'Ay no Amanda, no por favor' pensé.

No estoy de humor para ser simpático, y mucho menos con ella. Me volteé con temor y sonreí al ver que era la nueva y echaba chispas por los ojos. Me puse de pie.

—Lo siento —me disculpé cuando estuvo cerca y paró en seco su brusco andar.

Estuvo bueno ese beso y no me arrepiento de habérselo dado, pero no estuvo bien besarla sin su permiso.

— ¿Te arrepientes? —me preguntó haciendo un esfuerzo por controlarse.

—No —fui sincero y recibí un puñetazo en la cara de su parte. Esto era extraño, normalmente las chicas dan cachetadas. Me sobe — ¿Y eso por que fue? —pregunté haciéndome el inocente.

— ¡Por besarme sin antes preguntarme! —me dijo y giró sobre si misma para volver a irse.

Yo la tome del brazo y la acerqué hacia mí.

— ¿Te puedo besar? —le pregunté.

— ¡No! —me dijo y soltó su brazo para poder irse.

Entonces la tomé por la cintura y la sujeté con firmeza. La volví a besar mientras forcejeaba conmigo para soltarse. Y la besé de la misma manera que antes, pero esta vez fui más rudo. Todavía me ardía la mejilla por su culpa. Hasta que se quedó quieta y dejó caer sus brazos a los costados. Sus ojos color verdes  miraban fijamente los míos, mientras mi boca seguía sobre la de ella. Me aleje despacio y le tapé la boca con mi mano derecha antes de que me gritara.

—Dijiste que te enfadaste por que no te pregunté —me justifiqué con una sonrisa de autosuficiencia —Nunca dijiste que no podía besarte si te negabas.

NADA ES LO QUE PARECEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora