La divisé a punto de subirse en el ascensor. Aceleré mi paso y puse mi mano frente a la firme puerta de acero, haciendo que se volviera a abrir. Me miró con ojos venenosos. Me metí y dejé que la puerta se cerrara. No dije nada y ella tampoco lo hizo. Llegamos a la planta baja y sin siquiera mirarme salió. La seguí. Salimos fuera del edificio y vi como levantaba su brazo para tomar un taxi. Me acerqué a ella.
-Vamos ¿estás enfadada? -le pregunté.
-Déjame en paz -dijo sin mirarme.
Tomé su brazo con cuidado e hice que me mirara.
-¿Qué es lo que te ha molesta?
-Que mi madre se comporte de esa manera -dijo nerviosa -Y que personas como tú le sigan el jueguito joder. Ya no tiene 17 años, creo que es una mujer adulta con varias décadas encima.
-Eres cruel -dije divertido.
-No, soy realista -me dijo.
-Bueno, señorita realista, no creo que sea necesario que te tomes un taxi. Yo voy a llevarte.
-No quiero.
-Eres caprichosa.
-Si, y a mucho orgullo.
-¿Vas a dejar que te lleve? -pregunté.
Me miró fijo por unos cuantos segundos.
-Está bien -dijo soltando un suspiro.
Nos subimos a la moto y pronto llegamos a la puerta de su casa. Se bajó y se giró a verme.
-Sana y salva -dije.
-Muchas gracias por todo, Óscar -me dijo.
-No, no tienes porque. Ahora me debes la salida del viernes.
Arrugó levemente la nariz y me miró.
-¿Tú crees Óscar, enserio? -dijo como queriendo que eso no pasara -Esta bien, acepto.
-Y si, no te quedaba otra.
-¿Y a donde vas a llevarme?
-Podemos ir al cine, luego a cenar y luego...
-¿Y luego que?
-Y luego te dejo en tu casa.
-Ah, me parece bien.
-Perfecto, entonces mañana arreglamos todo cariño -dije y le guiñé un ojo.
-Me parece bien -repitió. Sonreí al darme cuenta de que ya no chillaba cuando le decía cariño.
-Oye, ¿ya no te molesta que te llame cariño? -pregunté.
-Si me molesta, pero creo que es una pérdida de mi tiempo decirte que no lo hagas, cuando igualmente vas a hacerlo -me dijo.
-Estás en lo correcto.
Rió por lo bajo y comenzó a caminar hacia su casa. Vi como entraba y decidí prender marcha hacia la mía. Llegué y entré, eso era lo mejor de vivir solo, nadie estaba allí para molestarme y reprocharme cosas. Me senté en el sillón y encendí la tele. Mi teléfono comenzó a sonar.
-¿Hola? -dije al atender.
-¿Donde estabas? -me preguntó. Me tensé al escucharlo.
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NADA ES LO QUE PARECE
RomanceÓscar un joven universitario, con problemas con su padre, conoce a una chica que le hace cambiar su forma de ver la vida y de vivir. Pero atención, porque nada es lo que parece.