CAPÍTULO 10

48 4 9
                                    

Me desperté a causa del maldito despertador que Sergio me había obligado a tener. Giré sobre el colchón y estiré mi mano para apagarlo. Volví a girar para mirar al techo. Mi cabeza se estaba partiendo, si no me equivoco logré dormir lo mismo que nada. Toda la noche mi conciencia se encargó de que mi persona se sintiera verdaderamente mal.

Me levanté y me dirigí al baño. Me di una ducha rápida y salí para cambiarme. Tomé un poco de café y salí en mi moto para otro maldito día en ese infierno. Recordé que hoy es la maldita fiesta de mi padre. ¡Demonios, nada podía ser peor!

Llegué y me encontré con Baker y Sergio esperándome para entrar. Sin quitarme los anteojos me acerque a ellos. Sanders me miró bien.

-Uuuh, esa es cara de haber tenido mal sexo -aseguró Sanders.

-Te equivocas Baker, esa es cara de no haber llegado al coito -dijo Sergio.

Me quité los anteojos y los miré asesinamente, para luego gruñirles por lo bajo. No estaba de humor para soportar sus teorías y burlas.

-Creo que si las miradas mataran, ya estaríamos muertos Sergio -dijo Baker.

Los volví a fulminar con la mirada. Maldito si seguía provocándome no iba a terminar bien. Sergio se acercó a él y colocó una de sus manos sobre su hombro. Comenzamos a caminar hacia las malditas clases, me adelante un poco, pero podía escucharlos perfectamente.

-Amigo, ¿recuerdas que Óski perteneció al equipo de lucha en la secundaria? -le preguntó Dias por lo bajo.

-Si -se limitó a decir Sanders.

-También, ¿recuerdas cuando peleaba en los bares?

-Aja -respondió Baker.

-¿Y recuerdas que peleó con Hook y lo venció limpiamente?

Giré un poco la cabeza para mirarlos y Baker miró nervioso a Sergio.

-Si, lo recuerdo.

-Entonces no insistamos más, ciertamente no somos Hook. No creo que tengamos tanta suerte si continuamos -dijo él. Llegamos al salón y era una de las pocas veces en las que llegábamos temprano.

Miré a mí alrededor y Vero no estaba. Gracias a dios no estaba. Me senté en la última fila y logré hacer que mi cabeza se fuera de aquel lugar. La clase de Historia Universal comenzó, era tan tediosa aquella clase.

La puerta del salón se abrió y ella entró. Me senté derecho para mirarla, y a mi cabeza vino lo de ayer. Habérmela imaginado mientras estaba con otra era algo poco común en mí.

-Lo siento, se me ha hecho tarde -se disculpó.

La profesora la disculpó y ella miró a su alrededor para buscar un asiento. Él único lugar que quedaba era el que estaba a mi lado. Intentó buscar otro lugar, pero nada la salvaría de sentarse conmigo. Se acercó y con cuidado se sentó.

-Buenos días -me saludó por lo bajo.

-Ojala pudiera decir lo mismo -le dije. Se giró a verme.

-Uuuuh, ¿no dormiste bien anoche? -me preguntó.

-Exacto -dije.

Ella sacó un cuaderno y comenzó a escribir lo que la profesora estaba diciendo. Miré con detenimiento cada movimiento que hacía su nariz al escribir. Llevó la punta de la lapicera a su boca para morder levemente la punta.

NADA ES LO QUE PARECEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora