CAPITULO 4

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—¿Que sucede? —preguntó Baker mientras íbamos al estacionamiento.

Habíamos tenido un día largo, por lo menos yo.

Después del taller de música no había vuelto a tener oportunidad de hablar con la nueva, así que lo dejé pasar y me reuní con los chicos.

En el camino quedé con la chica de esta semana. Al parecer la nueva será la de la siguiente semana, para mi suerte todavía hay chicas que no le temen a Amanda y sus amenazas.

—Nada —afirmé desconcertado por su pregunta — ¿Por qué lo dices?

—Tienes cara de estar concentrado y molesto por algo —aseguró Sergio mientras dejaba salir el humo del cigarro.

Solté una sonora carcajada.

—Es solo que Amanda me revienta —mentí. El recuerdo de mi madre me había estado persiguiendo desde la clase de baile con Natalie—No se como pude ser capaz de relacionarme con ella —dije.

En ese momento Bynes (Amanda) pasó por el estacionamiento, se volteó y a pesar de todo me saludó agitando su mano derecha. Y en ese preciso instante una brisa sopló levantándole la falda.

—Esta bien, tengo una breve noción del porque —terminé aceptando al ver sus piernas.

—Me das asco, amigo —dijo Baker —Tú no discriminas a ninguna —me acusó y yo absorbí un poco de mi cigarro.

—Es la envidia la que te hace hablar —le afirmé.

—No —intervino Sergio —Esta vez tengo que estar de acuerdo con Baker, no conoces de límites Óski. Uno de estos días alguien te dará una lección —dijo como abuelito.

Yo solo puse los ojos en blanco y lo dejé pasar.

—Pero mientras tanto, soy feliz con mis conquistas —repuse con una sonrisa de autosuficiencia.

—¿En verdad lo eres? —preguntó Baker con cara de preocupación y alzando una ceja.

—Por supuesto —afirmé —¿Acaso tú no lo eres? —le devolví la pregunta.

Él solo se encogió de hombros.

—Ciertamente, me gustaría estabilizarme un poco —confesó y yo no pude más que quedarme callado.

—Es cierto —le siguió Sergio —Esto ya empieza a aburrirme —confesó encogiéndose de hombros. Trague saliva

—¿Estais bromeando, verdad? —dije con temor a perder a mis amigos, y ellos solamente soltaron una sonrisita maquiavélica —¡Sois unos cabrones! —les dije.

—¡Tenias que haber visto tu cara! —exclamó Baker en medio de una sonora carcajada.

Pero mi mirada se distrajo al ver a mi nueva compañera cruzando el aparcamiento.

La miré bien, ella se subió a un coche plateado del cual no pude ver el conductor. Pero no tardé en reconocer el vehiculo.

Tan seguro como que el cielo es azul estoy seguro que ese coche es de Javier Garrido. El tipo que cursa la carrera de arquitectura.

—Mejor aún, deberías ver tu cara de ahora —demandó Sergio —Te has puesto morado deberías, respirar con más naturalidad. Te recomiendo el yoga —solo gruñí.

—¿No te gusta que se te adelanten, no? —dijo Baker mirando el auto que yo miraba.

—No —gruñí una vez mas sintiéndome descubierto por mis amigos. Luego absorbí un poco más del cigarrillo y lo arrojé. Me monté en la moto —Pero igual tengo a muchas otras esperando.

NADA ES LO QUE PARECEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora