Después de 18 años Victoria por fin se sentía libre, estaba eufórica y comenzó a imaginarse su nueva vida en su mente. El dolor que tenía en su pecho ya no estaba, esa angustia la había dejado atrás en el momento en que el avión partió hacia su nuevo destino. Decidió comenzar su viaje en Colombia, para luego seguir recorriendo toda Sudamérica; estaba emocionada y aprovechó para deshacerse de lo que quedaba de su antigua “yo”. El chip de su celular, fotos, regalos, pertenencias personales fueron parte de un ritual y terminaron siendo cenizas después de arder en el fuego, todo lo que quedaba de la antigua Victoria ya era parte del pasado.
Sus padres estaban desesperados, su “bebé” se había marchado y no sabían a donde. Después de la última discusión era lógico que algo fuera a hacer, llamaron a la policía inmediatamente. Pero por más que intentaron buscarla el paradero de Vitto era incierto para los demás, se había encargado perfectamente de falsificar su DNI y pasaporte perteneciente a una persona desconocida; hacia un tiempo había lo había encontrado y en vez de devolverlo decidió quedárselo porque podría serle útil en algún momento. No había manera de hallarla.
Vitto se había llevado su documentación, iba a quemarla pero decidió guardarla y esconderla. No solo se había marchado de su hogar sino que se había apropiado de la identidad de otra persona, lo cual era un delito pero no le importaba, sabía que no volvería a su país nunca más. Empezar de nuevo y estar lejos de su familia implicaba una identidad nueva para ella, así que pasó de ser Victoria Zeiter Esquivel a Victoria Ramos Escalante. Mediante contactos negros que consiguió durante su viaje por Latinoamérica pudo obtener su nueva documentación y tranquilamente comenzar su nueva vida.
Alejandra entendía a su hija, por un lado quería recuperarla pero después de recordar sus años de infelicidad pensó que si ella se había ido era por algo y en un acto de locura decidió que la dejaran ir. Recordaba las últimas palabras que había escuchado de su hija “¿¡Si me amás tanto por qué no me dejas morirme tranquila mamá!?”. Todo padre y madre quiere la felicidad de sus hijos, y si Vitto era feliz así la dejaría, era momento de dejar partir a su amada Victoria.
Uno de sus más grandes sueños era viajar por todo el mundo y lo estaba cumpliendo, con el dinero que tenía podía hacerlo y aprovechó cada momento que los países le daban. No le importaba no comer, no bañarse en días o dormir en una plaza, ella estaba feliz ¡Sí! Por fin pudo sentir ese precioso sentimiento y la tenía reflejada en el rostro con una enorme sonrisa. Cada persona que tenía la oportunidad de conocerla quedaban encantados, era una simpática y divertida joven argentina llena de sueños y esperanzas que quería recorrer el mundo. Era ella, la verdadera Victoria y que las personas la conocieran tal cual era la llenaba de satisfacción y alegría.
Durante su viaje no solo comenzó a mostrarle tal cual era sino que después de años de rogarle a la naturaleza pegó su último estirón. Estaba más alta, su figura se amoldo a sus deseos y a caminar tanto los kilos que tenía demás desaparecieron ¿qué más podía pedirle a la vida en ese momento? Por fin las cosas estaban a su favor. Recorrió todo América en dos meses y estaba ansiosa por ir a Europa, donde le esperaba muchísimas cosas. Victoria sentía que la vida le estaba dando una oportunidad, por fin habían llegados los vientos de cambio.