Victoria había salido de su visita con su psiquiatra, se sentía muy bien y libre al contar sus emociones y poder expresarse con alguien que no la juzgaba. Desde pequeña quería ir a uno, pero había cosas que no podía confesarle de su anterior vida, de todas maneras se sentía muy bien; este le había recetado medicamentos para tratar su ansiedad y su médico para su abstinencia, prácticamente tenía que empastillarse pero era para su bienestar. Estaba atardeciendo, la brisa fresca le reanimaba, estaba bien dentro de todo; volvió al departamento y no había nadie. Aprovechó la soledad y se sentó en el sillón a pensar, a reflexionar muchas cosas pero su paz terminó cuando llegó Harry, por educación lo saludó pero este aún seguía con su misma postura y parecía no querer cambiarla.
A la media hora volvió Louis en compañía de Eleanor, ambos estaban muy felices y los tres fueron a comer afuera, dejando a Harry solo con su histeria y mal humor. Eleanor era una chica muy agradable, Vitto enseguida le cayó bien, necesitaba una amiga y si las cosas marchaban bien ella podría serlo. Victoria extrañaba muchísimo a sus mejores amigos, después de irse de Argentina no volvió a comunicarse con ninguno y ahora menos, por eso necesitaba la contención y amistad de alguien y Louis y su novia eran los indicados para serlos. Después de comer y caminar por las calles de la hermosa Londres volvieron los tres al departamento, Harry estaba despierto tirado en el sillón mirando televisión. Las chicas quisieron saludarlo pero el chico de los ojos angelicales les dijo que no lo hicieran, él lo ignoraba completamente a su mejor amigo y lo haría hasta que su enojo terminara (y parecía que duraría bastante); Victoria fue a dormir a su habitación en cambio los dos tortolitos fueron a la habitación. Harry se sentía completamente solo, nadie le dirigía la palabra pero como era caprichoso seguiría con su actitud.
Los días pasaban lentamente, las cosas seguían tal cual estaban. Los mejores amigos no se hablaban, Victoria trataba de acercarse a Harry pero él no quería y no le hacía caso; Louis seguía sin dirigirles la palabra a sus mejores amigos y estaba cada día más enamorado de su bellísima novia. Pero por más enojado que estaba amaba a sus amigos y cada día se le hacía más difícil no hablarles, era inevitable, eran muy unidos. Una tarde en la universidad se encontraba sólo tomando café, suspiró en soledad y miraba los asientos vacíos de la mesa donde estaba. Sus ojos claros comenzaron a llenarse de lágrimas al acordarse de sus amigos, mágicamente sintió que alguien le tocaba la espalda, al voltearse eran un rubio dueño de unos ojos azules preciosos, un morocho sexy y vanidoso y un semi rubio con mirada inteligente y seria ¡eran Niall, Zayn y Liam! No dudó en abrazarlos.
Louis: - ¡Los extrañé mucho! – decía con la voz quebrada.
Liam: - Nosotros a ti nuestro loco lindo.
Zayn: - Extrañaba a uno de mis novios.
Niall: - Basta ya de tantas palabras, quiero acción ¡Abrazo! – se abrazaron los cuatro.
Louis: - Chicos yo…
Liam: - No digas nada, lo sentimos mucho.
Zayn: - Hermano, perdónanos. Fuimos unos idiotas, no tendríamos que haber dicho las cosas que dijimos, fuimos demasiado duros contigo.
Niall: - Sí amigo, no sabes la falta que nos hacías. Extrañábamos a nuestro loquito, por favor… no estemos nunca más así de distanciados. Es una promesa.
Los 4: - ¡Lo prometo!
Los cuatro se sentaron en la mesa, Zayn le secó las lágrimas a Louis y le acarició su cabello. Todos estaban alegres, pero sabían que no estaba completa la mesa y que faltaba el coqueto del grupo, nada más ni menos que Harry; Zayn y Liam volvieron a reiterar sus disculpas a Louis.
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