En jaque - 1

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-Ikebukuro, 2 meses antes-

En algún lugar a las afueras de Ikebukuro

24 de abril, mañana

Izaya Orihara reconoció que se enorgullecía de sí mismo por no pocas razones. En aquella ocasión, consideró que había sido todo un logro de su parte el haberse escapado de Celty; al parecer a la dullahan le había sido asignada la tarea de cuidarlo durante el día. El informante también se felicitó por haber sido capaz de caminar pese a que su temperatura iba al alza.

Dando traspiés, Izaya logró acercarse al complejo subterráneo donde le habían encontrado. No pensó que estuviera tan cerca de la propiedad de Shingen.

¿Cuál es la lógica de que me hayas llevado a pocos metros de esta prisión, Shinra?, se preguntó Izaya para luego pensar que Shinra era un amigo nada convencional. Lo que podía agradecerle es que le había dado la oportunidad de encontrar cierto alivio en medio de aquel bosque.

Tras tomar asiento en el suelo, Izaya se quedó mirando la entrada del complejo, pensando en algún buen motivo para atreverse a entrar. Y, aunque desconocía de dos grandes motivos, Izaya optó por regresar a Ikebukuro cuanto antes. Quizá, si retornaba a sus labores como informante y dejaba en paz el juego de Anónimo, lograría apaciguar las voces en su cabeza. Aun así, solo les preguntó por esa promesa que le decían había hecho.

Ikebukuro

24 de abril, tarde

Shizuo no prestó atención cuando Tom y Vorona se acercaron al hombre. Decidió que no intervendría en esta ocasión. Observando como procedía el interrogatorio, Shizuo se preguntó cómo se encontraría la Pulga en esos momentos. Shinra únicamente le había dicho que Izaya requería de mucho reposo, pero que se encontraba por completo sano, al menos físicamente. Sin embargo, cada vez que Shizuo traía a su memoria la expresión de Izaya cuando le había encontrado, creía menos en las palabras del joven médico. Intentó desechar aquel pensamiento pues, al final del día, Shinra era el médico y no Shizuo.

Tras sacar un cigarro, Shizuo se volvió al callejón más próximo. Encontró curioso la repentina reunión de un puñado de jóvenes pandilleros (todos llevaban al cuello un pañuelo). Sin molestarse en avisarle a su senpai y a Vorona que iría a ver la causa del revuelo, Shizuo se alejó.

Cuando llegó al sitio, reparó en que los jóvenes se habían acercado pues encontraron inusual el bulto que yacía tendido en medio del callejón. Por un momento, Shizuo pensó que sería capaz de ahuyentarlos sin más, pero viendo que habían despojado a esa persona de sus teléfonos celulares y demás cosas que cargaba consigo, Shizuo tiró la colilla de cigarro. Luego, arremetió contra los pandilleros.

Alertados por los alaridos de la pandilla, Tom y Vorona lo encontraron al cabo de un rato.

—¿Quién es? —preguntó Vorona señalando a la persona que yacía tendida en el suelo. Tom estaba a punto de ver quien era, pero Shizuo se adelantó.

—Eso solo una molesta pulga —gruñó, mientras metía en los bolsillos de su chaleco los teléfonos que había logrado recuperar. Y, ante la sorpresa de los otros, el guardaespaldas cargó a Izaya sobre un hombro, como si de un costal se tratara—. Me tomaré el día.

Tom ni siquiera pudo responder pues Shizuo no tardó en marcharse con Izaya. Tras intercambiar miradas extrañadas, Tom y Vorona optaron por alcanzar a los jóvenes rezagados. Ya sabían que no tenía sentido alguno intentar razonar con el monstruo.

En tanto, mientras se dirigía a su departamento, Shizuo revisó el mensaje de texto que recientemente había recibido. Sonrió al leerlo.

S. K. [Izaya se ha ido.]

El Segundo del InformanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora