¿Último reto? - 1

587 63 4
                                    

-Ikebukuro, momento actual-

Callejones de Ikebukuro

1 de junio, altas horas de la noche

La dullahan se marchó tras dar por concluido el encuentro con Izaya Orihara. Luego se fundió entre la oscuridad de las calles de Ikebukuro. Por lo que Celty había dado a entender con la conversación, Izaya pensó que la Jinete sin Cabeza desconocía lo hecho a Shinra. Aunque lo dudó bastante. Puede que Celty lo intuyera y optará por pensar que la penitencia del informante era dar con el médico, si bien la posibilidad se le antojó muy remota.

[Cuando estés listo hablaremos, mientras tanto, esperaré por ti.]

Izaya mantuvo su mirada puesta en el teléfono celular hurtado y, al cabo de un rato, una sonrisa asomó en sus labios. Aunque ningún otro rasgo indicaba que se encontraba como siempre.

Estúpido Shizuo. ¿Cómo esperas que busque reunirme contigo? Lo más seguro es que actuarás irracionalmente... ¿Quién lo diría? Mi amor por los humanos se ha vuelto un veneno para mí. Y mi odio por ti también parece transformarse en algo más... Aun así, no puedes perdonarme, ¿cierto? Lo sé bien.

Por Vorona y por lo que pueda venir después.

He actuado bien al preguntarte de antemano la nueva "posición".

¿Qué harás ahora, Shizu-chan?

El informante trató de ignorar el dolor del vientre, pero al cabo de un rato se arrepintió de haber querido lucir como siempre frente a la dullahan. No se levantó la camisa para comprobarlo, pero apostó porque se habían abierto los puntos...

Sea como fuere, él no pensaba regresar al hospital. Además de no querer lidiar con el monstruo tenía que encargarse de aquel otro asunto.

Confirmadas mis sospechas, no tengo muchas opciones.

Pese a todo, estoy muy curioso.

¿Son uno, dos o tres?

Tras bajar de la azotea, Izaya Orihara se encaminó al hogar de Asahi y no se detuvo aun cuando Shizuo lo alcanzó.

-o-O-o-

Izaya reprimió sus quejidos cada vez que daba un paso. Namie le había advertido que, antes de que se diera cuenta, volvería a ser ingresado en el hospital, si acaso no moría antes.

—¿A dónde vas, Pulga? —preguntó el guardaespaldas.

—Ahora estoy convencido de que no puedo confiar en la transportista —comentó Izaya sin detenerse. No entendió al guardaespaldas y eso le hizo poner mala cara. Claro, tenía que reconocer que no fue muy inteligente de su parte el preguntar de manera directa por su proveedor de información. Le resultó aquel punto una completa ironía.

—¡Izaya! ¿Qué diablos sucede?

—La decisión que tomé fue sacrificar a tu compañera. Ahora que lo sabes ¿no quieres matarme? Yo sabía de antemano que eso sucedería. ¿Por qué otra razón te habrías librado del trabajo? ¿Quién crees que le avisó a tu sempai de que no saliera a las calles el día de ayer? Tenía que reducir el perímetro y comprobar mi punto —dijo Izaya con tranquilidad—. Además, no podrías dejar de ser un monstruo, si bien he decidido creer en tus palabras.

Izaya se mantuvo imperturbable aun cuando Shizuo apretó sus manos en dos puños. Aun así, muy en el fondo no soportaba ver que el monstruo no estaba actuando como debiera.

¿Requieres de un empujón?

—¿Qué haces aquí, Shizu-chan? El lugar que te corresponde está en el hospital, al lado de tu querida kohai.

El Segundo del InformanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora