Movimiento inicial - 1

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-Ikebukuro, 4 meses antes-

Calles de Ikebukuro

5 de febrero, mañana

Como era su costumbre, Izaya Orihara recorría las calles de Ikebukuro en busca de información necesaria para el trabajo más reciente que le había encargado el grupo Awakusu (localizar al jefe principal de su reciente competencia). A un tiempo, Izaya observaba fascinado, aunque con admirable discreción, a la gente con la que se topaba. Sin quererlo él —en contadas ocasiones—, conocía sus secretos y sus actos egoístas y, aunque fueran o no a ser algún día de utilidad, los guardaba como si fueran un tesoro. Aquella era su rutina hoy en día y desde mucho antes de entrar a la secundaria Raira.

Ahora que lo pensaba mejor, quizá la razón por la cual se molestaba al encontrarse con el Monstruo de Ikebukuro, aunque fingía no hacerlo, era que Shizuo no hacía más que distraerlo de su curiosa actividad: observar humanos. En cualquier caso, tampoco podía decirse que llegara a enojarse por eso. En realidad, no sabía qué pensar al respecto. Después de todo, no importaba cuánto lo quisiera, por mucho que tratara no iba a poder ganarle a Shizuo en un combate mano a mano, lo sabía bien; sus navajas no podían perforar el cuerpo del guardaespaldas mucho más que un par de centímetros. Así que la pregunta era, ¿por qué, desde que lo conocía, se tomaba el tiempo para jugar con él?

Dando vuelta cerca del Sushi Ruso y tras saludar de paso a un animado Simon, Izaya siguió pensando en Shizuo. Aunque se había esforzado en no divagar sobre lo concerniente a los últimos y, sin duda, extraños encuentros con él, no podía evitar encontrar curioso que, de un momento a otro, el guardaespaldas pareciera bastante reacio a seguir con dicho juego que consistía en perseguirse por toda la ciudad. Las posibles explicaciones no le agradaban en absoluto.

Sin embargo, había sido muy evidente que, durante los últimos meses, y de manera gradual, Shizuo mostrara una considerable pérdida de interés por el informante al punto de que, cuando se encontraban, el guardaespaldas le dedicaba un vistazo antes de volverse y continuar con cualquier cosa que estuviera haciendo momentos antes de toparse con Izaya. A este último le tenía sin cuidado el que Shizuo decidiera hacerse de la vista gorda e incluso pareciera ser una persona mucho menos irritable que antes, pero sospechaba que los motivos tras esa curiosa actitud (además de injustificada), podrían ser bastante interesantes.

Sin dejar de registrar mentalmente los detalles que llamaban su atención sobre las personas y su entorno, el informante dejó de atender el tema sobre el guardaespaldas cuando retomó el trabajo mandado por Shiki y sus menos amables socios. Después de todo, el informante confiaba plenamente en sus destrezas y recursos para averiguar lo que ocurría con Shizuo Heiwajima, si bien no sabía que, dentro de poco, tendría un asunto mucho más importante y peligroso entre manos. Al momento de saberlo, Izaya no pudo evitar pensar que al final del día todos los caminos parecían forzarlo a interactuar, de un modo u otro, con el protozoario aquel.

Departamento de Izaya

5 de febrero, tarde

Tras una fructífera mañana, aunque monótona, Izaya regresó a su departamento o, de acuerdo con lo dicho por Namie no hacía muchos días atrás, a su "escondite personal del mundo". Izaya no había replicado en el momento pues, además de considerarlo una gran incongruencia respecto a su proclamado amor por los humanos y su propio trabajo como informante, poco le importaba lo que pudiera pensar la mujer o cualquier otra persona de él, a no ser que, de alguna manera, fuera a ser información valiosa. En cualquier caso, se dejó caer sentado frente a sus computadoras.

Fue entonces cuando alguno de sus teléfonos celulares empezó a sonar. Rebuscó en su abrigo y en vista de que no esperaba recibir ninguna llamada, dado que había acordado marcarle a Shiki él mismo, Izaya se detuvo a observar el número registrado en la pantalla. Aunque no lo reconoció decidió contestar, no sospechando que hacerlo solo era un error. Uno de muchos que cometería.

El Segundo del InformanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora