Conversación: Shizuo

687 82 18
                                    

N. del A. ¡Hola, hola! He aquí el final. Espero que sea de su agrado. ¡Me haría muy feliz saber su opinión! ¡Muchas gracias a todos por leer la historia! ¡Besos y abrazos! (n_n)  

***

-Ikebukuro, momento actual-

Calles de Ikebukuro

10 de junio, mañana

—Así que aquí estabas. Tu contacto no me ha dicho mentiras. ¿Te estabas escondiendo de mí, Shizu-chan? Pensaba que habíamos superado nuestras diferencias.

Shizuo no fue capaz de ocultar que se había sobresaltado. Reparó en la típica sonrisa desvergonzada de Izaya. Sin embargo, reprimió la suya que amenazaba con escaparse con una insistencia que no creyó posible. No le pareció correcto sentirse aliviado.

—No pensé que tardarías tan poco en ponerte de pie, Pulga.

—Me las he visto peores —el informante hizo un movimiento de manos, descartando el tema—. ¿Qué haces?

—Nada... —Shizuo clavó su mirada en el suelo y maldijo internamente el haberse fumado el último paquete de cigarros que había cargado consigo. No estaba muy seguro de lo que debía hacer, o decir. Sus dedos que se entrelazaban unos con otros delataban su nerviosismo.

Los ojos de Izaya brillaron ante los gestos del guardaespaldas.

—Shizu-chan, ¿temes lo que yo pueda pensar de ti? No creas que me resulta por completo desconocido lo que sucedió cuando nos dejaste a Shinra y a mí en aquel mugriento callejón. Los recursos me sobran y tampoco estoy falto de imaginación, ¿sabes? Pero no he querido comentarte nada sino hasta hoy.

Shizuo apretó los dientes.

—¿A eso has venido? ¿A burlarte de mí?

—No, claro que no. Pero sé que ha llegado el momento de hablar —se apresuró a decir Izaya—. En realidad, te estoy bastante agradecido. Te doy las gracias por no haber sido capaz de matar a Sato-sensei. Eso fue lo que pasó; le has perdonado la vida a nuestro anfitrión.

El guardaespaldas bufó y logró modular su expresión herida.

—¿Qué tanto insistió? ¿Estuviste a punto de matarlo? Algo te habrá dicho...

Izaya no continuó pues le interesó más entender el por qué Shizuo lo miraba como lo hacía.

—Entonces... él tenía razón —Shizuo terminó por caer sentado luego de proferir una risa nerviosa. A su vez, Izaya ladeó el rostro, como si no entendiera el comportamiento de Shizuo, pero logró formarse una idea muy acertada. Así, pese a que lo vio bastante apesadumbrado, sonrió como siempre y se colocó frente a él.

—¿Por qué razón estás cabizbajo? Quizá te sientes muy decepcionado. Al final no obtuviste lo que esperabas, pero yo te lo advertí. Te dije que esto sucedería. ¿Lo recuerdas?

—Tú no lo entiendes del todo, Izaya. Yo sé perfectamente la clase de persona que eres. Y por esa razón yo no espero que sientas lo mismo por mí. Yo no necesito que me... ames, ni siquiera que me dirijas la palabra. Aceptaría que todo volviera a ser como antes. ¿Qué podría importar si acaso me enamoré?

Izaya suspiró con aire que fingía exasperación y abrazó a Shizuo. Dejó que el monstruo apoyara su cabeza en su remera negra y le pasó una mano por el cabello, con una delicadeza innecesaria...

—Eres un estúpido, Shizu-chan, eres eso y más. ¿Qué otra cosa podrías ser si te has enamorado de una persona tan retorcida como yo? Claro que puedo aceptar el monstruo que eres, sin dudarlo. Pero nunca estaría dispuesto a cambiar lo que he sido, por nadie. Ni siquiera por ti. Yo soy Izaya Orihara, el informante de Shinjuku, y de Ikebukuro si me lo hubieras permitido —señaló con orgullo—. Eso no puede ser diferente. Yo amo a los humanos y siempre habré de jugar con ellos de la manera que mejor me plazca, así como hizo Sato-sensei con nosotros.

El Segundo del InformanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora