EL DIARIO DE CHANDLER; AUSDLER

18.

-¡Hola!- sonrió Austin a penas Chandler le abrió la puerta de su casa, se hizo a un lado dejándolo pasar. Su madre que estaba sentada en el sofá, cuando vio al chico entrar sonrió de sobremanera, tomó su bolso y llaves y besó la cabeza de su hijo.

-Hola señora Riggs. - saludó cortésmente el chico.

-Hola amor, chicos, voy a salir, ¿Ok? No desordenen la casa. - Chandler comenzó a pensar a penas su madre se fue y se dio cuenta que realmente este era el mismísimo plan que ella le había dicho que no haría.

-Demonios. - murmuró Chandler recibiendo la atención de Austin.

-¿Y...? ¿Qué haremos?- preguntó siguiendo al chico, que estaba subiendo las escaleras en dirección a su habitación.

-De hecho no lo había pensado, solo te llame ya que mi madre me lo había dicho. - se encogió de hombros sentándose en la cama. -Y... ¿Como te va con Katelynne? - estaba clavándose un cuchillo en la lengua internamente.

-¿Por qué preguntas eso? Es mi amiga. - se encogió de hombros. -Pero no la soporto mucho. -

-¿Es tu amiga con derecho a algo así? Porque parecen novios. - rodó los ojos. Lo había dicho sin pensar. Austin sonrió.

-¿Acaso tienes celos?- pregunto con las cejas alzadas.

-Oh vamos, ¿Me vas a preguntar eso? ¿En serio?- Chandler rodó los ojos, se levantó y se retiro de la habitación soltando un pequeño "Ya regreso" que casi Austin no pudo oír.

El se quedo en la habitación, admirándola completamente, decidió acostarse en el suelo y mirar al techo. No tenia nada que hacer y estaba aburrido.

De repente, observa un pequeño libro que sobresale del colchón de la cama, con varias dudas en la mente lo tomó decidiéndose si abrirlo o no, se encogió de hombros para sí mismo y lo comenzó a leer.

En la portada, el diario tenia muchas etiquetas, algunas de unicornios, y calaveras, una muy extraña combinación al parecer de Austin.

Pronto, se dio cuenta que era el diario de Chandler.

-Y la historia se vuelve a repetir. - murmuró Chandler desde el umbral de la puerta.

Oh demonios.