El timbre de la alarma me estaba aturdiendo, de todas formas mis ganas de levantarme eran muy pocas.
- Hija, vamos, debes levantarte o se te va a hacer tarde.
Escuchaba los gritos de mi mamá hace varios minutos, ya era hora, llegó la hora de levantarme e ir de nuevo a ese maldito lugar.
- Ya voy mamá.
Daba vueltas en la cama pensando que era lo que me iba a tocar pasar hoy ; ¿Golpes?, ¿Insultos? Quizás todo junto. De todas formas tenía que despertarme e ir a enfrentar eso como todos los días.
- Ambar, hija ya, levántate.
- Ya voy mamá.
Otra vez con pocas ganas me preparaba para ir a la escuela, peinaba mi pelo un poco rizado de color cobre, por cierto era una pesadilla peinarlo. Me ponía mi uniforme, y me miraba al espejo sin que nada me gustará, otra vez más, me ponía triste, me calzaba, agarraba mi mochila y salía a desayunar.
-Vamos hija, come que tenemos que salir.
-No tengo mucha hambre mamá. - Moría de hambre, pero la culpa era más fuerte, me sentía muy mal por mi cuerpo.
Ya al llegar a la escuela Ambar se sento. Esperando que alguien le diga algo como siempre pasaba. Escuchaba insultos de los demás chicos sin esperar que nadie responda ni diga nada defendiéndola, pero ese día algo cambio.
Entre los insultos de los demás compañeros se escucha un- ¡Ya basta! ¡Déjenla!
Era la voz de una nena, una voz que nunca había escuchado y lo más raro de todo es que la estaba defendiendo. Algo que no había pasado nunca en sus 6 años de primaria. Era la niña callada de la clase.
Lo que hizo esa ñiña fue un error, ya que todos los que estaban contra Ambar se fueron hacia ella y una niña comenzó a golpearla, ella tan indefensa, no se supo defender. Al sonar la campana todos se fueron corriendo y dejaron a ella golpeada y adolorida en un rincón, con muchos moretones en varias partes del cuerpo y un par de rasguños en su cara. Ambar se acerca a ella y le pregunta :
-¿Estas bien? -Sentándose a su lado.
-Eso creo. - Le respondió ella- Tapando su cara con la manga de su blusa.
- ¿Porque lo hiciste? -Pregunto.
- Vi como te gritaban y sé que pasa esto hace tiempo y nadie nunca hace algo.
- Te agradezco por eso, pero mira lo que te hicieron por culpa mía.
- No es nada.