Capitulo 10

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El sexo era un actividad que para aquel joven castaño le generaba demasiado sentimientos encontrados; por un lado era uno de las experiencias más horribles y asquerosas, donde ser podía observar la naturaleza más oscura y depravada del ser humano ¿Cómo es que lo sabía? Lo había vivido, había tenido que experimentar hasta la más asquerosa parafilia y conocido a esos pedófilos que mostraban su verdadera naturaleza cuando pagaban por sus servicios. Tal vez podía haberse negado, pero los degenerados pagaban demasiado bien por un joven que no sobrepasara los 20 años que los complaciera; las drogas, alguna comida y el techo donde dormía no eran precisamente gratis.

Por otro lado y haciendo contraste al anterior mencionado era dulce y exquisito; algo que jamás pensó considerar; sin embargo esa droga afrodisiaca solo lo disfrutaba con ese pequeño joven que tenia mantenido encerrado en su departamento cada vez que tenía que salir. La relación que tenia con Bill era demasiado extraña; por momentos parecían que no podían vivir el uno sin el otro y en otros parecían dos extraños que vivían en el mismo lugar por alguna clase de error. Y aunque no lo entendía en lo absoluto amaba demasiado estar a su lado, hacerle el amor en la madrugada en cualquiera lado del departamento, no podía resistirse a él. Esos lados vivían dentro de su mente y aunque lo confundían se convirtieron en su rutina diaria.

Pero algo cambio aquel día; se había despedido de Bill aquella tarde y cerro con seguro- temía que algo le pasara en su ausencia- después fue como siempre aquella zona roja de la ciudad donde esa ocasión no hubo muchos clientes quienes estuvieran dispuestos a comprar un poco de satisfacción con su cuerpo; se estaba haciendo mayor y eso no le gustaba a muchos. Llego cerca de la medianoche, algo más temprano de lo acostumbrado.

Abrió lentamente la puerta. La habitación estaba caso a oscuras si no fuera por la tenue iluminación que brindaba la pequeña televisión que tenia la cual obviamente estaba encendida, lo más seguro es que Bill se le hubiera olvidado apagarla y se hubiera ido a dormir, pero a pesar de toda esa lógica no era cierto. El rubio estaba de todo menos dormido: enfrente de la televisión se mantenía absorto a ver televisión. A un lado estaba un frasco blanco donde guardaba sus metanfetaminas. Eso no era nada bueno.

—Bill ¿estás bien?— pregunto Dipper asustado. Sus nervios no hicieron más que empeorar al ver que no le respondía nada y sus ojos amarillentos comenzaban a cristalizarse por el llanto— Bill, háblame— se arrodillo frente a él.

—El país de las maravillas no es real— murmuro el menor. El efecto, estaba pasando la versión animada de la novela de Lewis Caroll— no puede ser mentira, no puede ser solo una ilusión.

— ¿De qué estás hablando? Claro que eso no existe, solo son fantasías de un pedófilo drogadicto.

—¡¿Cómo puedes decir algo así?! — se separo por el grito histérico— no es ninguna tontería, es real, yo lo veía cuando más lo necesitaba.

—Pero es eso...

—La realidad es una ilusión, pero es verdad— señalo nervioso la pantalla que se mantenía indiferente a lo que pasaba— solo tengo que buscarlo.

—Estás demasiado drogado— negó— ¿no te había dicho que no tomaras de esas pastillas? — tomo el frasco, no había ninguna, al menos eran baratas.

—Lo siento, es la costumbre, todas las noches tomaba pastillas iguales a ella, aunque esas me daban demasiado sueño— dio un bostezo ¿le drogaban con metanfetaminas en ese manicomio?

—Ya debes ir a dormir— se levanto para alzar a Bill por los hombros y jalarlo a la cama. Después solo fue apagar la televisión y volver a la oscuridad total chocando con algunas cosas antes de volver a la cama.

—Dipper ¿Dónde estas?— pregunto Bill sintiendo como el mencionado se acostaba a su lado.

—Hazme caso y duerme— le abrazo contra él. Sería lo mejor para que se le pasara.

— ¿Cuándo vaya a ese lugar vendrás conmigo?— se acurruco en su cuerpo.

— ¿De qué estás hablando?— dudo en preguntar, no era bueno darle la razón a una persona enferma como él.

—Bueno— hizo una pausa— no es que me agrada pasar todo el día encerrado y aunque este lugar es demasiado bonito quiero salir.

— ¿Quieres irte?— pregunto sientiendo una opresión en el pecho. Tal vez si solo estaba con él por obligación y el no sentía capaz de retenerlo contra su voluntad. Estaría solo de nuevo.

—Pero quiero que vayas conmigo, eres bueno conmigo y se que tampoco eres feliz aquí, seamos felices juntos en ese país donde todo es muy genial ¿aceptas?— su voz sonaba demasiada animada hasta pasar unos minutos de incomodo silencio— ¿Dipper?— pregunto sintiendo como besaban su frente y le abrazaban más fuerte.

—Iré contigo, pero en serio quiero que duermas— susurro para apoyar su barbillas en su cabeza— mañana hablaremos de eso, descansa.

—Tu también— cerro sus ojos quedando rendido casi al instante.

Dipper suspiro ¿Cómo le había dicho eso? No es que amara su vida, pero tampoco le veía lógica buscar un lugar de fantasía, la realidad realmente le afectaría demasiado a Bill al ver que no existía tal lugar. Sus parpados comenzaron a pesarle y sin soltarlo quedo dormido. Su sueño fue confuso, solo eran él y Bill y ese mundo extravagante. No sonaba nada mal.

Continuara.

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Chao

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Efecto Alicia (DipBill)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora