Capítulo II: Papá

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A papá lo llamaron un sábado por la mañana.

Nunca lo llamaban a menos que se tratase de una emergencia.

A las dos de la tarde, papá aún no había regresado, y el teléfono volvió a sonar. Era para mi madre esta vez.

Mamá se alejó de mí para tomar la llamada, yo escuche desde la sala la voz de ella hablando pero sin distinguir ninguna palabra. Mamá regresó conmigo minutos después, los años de conocerla en seguida me hicieron notar que algo había sucedido, incluso cuando trataba de parecer tranquila. Estaba tensa.

ㅡBeth, vamos a hacer un viaje de imprevisto, arregla la maleta. Sólo una maleta, no lleves nada innecesarioㅡdijo, su voz era tranquila pero sabía que sus palabras escondían algo.

ㅡ¿Un viaje de imprevisto? ¿A dónde? ¿Papá sabe?ㅡpregunté. Mi mamá nunca había sido de sorpresas, ella planeaba todo y siempre era muy meticulosa. Mi mente empezó a plantear mil escenarios.

ㅡSí, un viaje a la abuela, está enferma. Si, justo acabo de avisarle, pero no sabe si podrá acompañarnos, estará en cirugía.

ㅡ¿Está grave la abuela?

Así que eso era, la abuela estaba enferma. La abuela Laurie, la madre de papá y mi única abuela vivaㅡaunque no biológicamente, pues yo había nacido y sido adoptada en Escociaㅡ, vivía en Tampa, a unas dos horas de distancia.

ㅡNo tantoㅡrespondió mi madreㅡ.Tu padre vendrá en cuanto se desocupe. Haz la maleta.

Decidí no decir nada más. Fui a mi cuarto y empaque "lo necesario" Luego decidí llevar también una mochila, metí mi laptop, dos libros, mi celular y cargadores. Cuarenta minutos después estábamos subiendo las maletas al auto. Note que mamá llevaba una caja, pero cuando pregunté me dijo que no era nada importante.

Nos subimos al auto y mi mamá comenzó a conducir. Sabía el camino exacto a la casa de la abuela, salir por el norte de la ciudad, dos horas de carretera, dos paradas en gasolineras y en un condominio al norte, ahí estaba. Pero nunca fuimos por el norte para ir a la salida de la ciudad, en vez de eso mamá condujo al sur, quince calles, al hospital donde ella y mi padre trabajaban de médicos. Donde se suponía que estaba papá.

Al entrar al estacionamiento pude notar la aglomeración de gente en la entrada principal del hospital, no sólo era gente, había militares y policías.

ㅡ¿Mamá qué sucede? ㅡpregunté cuando mi madre estaciono. Ahora podía ver la imagen más clara, gente intentando entrar y gritando, los policías y militares intentando controlarlo e impidiendo la entrada a los civiles. Volte para ver a mi madre, sentada a un lado mío, aun con las manos en el volante. Entonces me di cuenta que algo muy malo sucedía. Mamá tenía los ojos llenos de lágrimas, su rostro distorsionado en una mueca de tristeza, sus brazos estaban agarrando fuertemente el volante aún.

ㅡ¿Mamá?ㅡpronuncie esta vez con una voz diferente.ㅡ¿Papá está bien?

Mi corazón comenzó a latir fuerte dentro de mi pecho, sentí mis piernas como espagueti.

Mamá agacho la cara y vi lágrimas caer sobre sus piernas. Un nudo se instalo en mi estómago.

ㅡDebíamos ir a Tampa. Debíamos irㅡpronunció con una voz estrangulada y los ojos cerradosㅡ. Eso me dijo tu padre. Que teníamos que ir ambas a Tampa, hasta que esto se solucionará.

ㅡ¿Hasta que se solucionará qué? ㅡpregunte desesperada. Mamá no respondía y cada vez me sentía más aterrada. Sabía que probablemente mi madre no podría darme una respuesta, tendría que averiguarla yo. Abrí la puerta del auto para salir, pensaba en buscar a papá. Pero en ese mismo momento mi madre gritó.

ㅡ¡Ciérrala! ¡Ciérrala ahora!

Sus gritos me tomaron por sorpresa y cerré enseguida, cada segundo que pasa más confundida que el anterior.

ㅡMamá, ¿pero qué...?

ㅡNo podemos salir del auto. ¿Me entendiste Beth?ㅡdijo con sus ojos rojos y húmedos, esta vez me miraba.

ㅡ¿Por qué no? Algo está pasando y tú no me dices nadaㅡle reclame.

Mi mamá se quedó en silencio un momento y luego comenzó a hablar.

ㅡEscucha, Beth. Tu padre llamó, al parecer había un paciente que llego en un estado grave al hospital por la noche. Murió poco antes de que él llegara pero...el paciente revivió.

Mi cabeza estaba en estado de alerta, porque las palabras que deberían ser una broma salían de mi madre, que no parecía estar ni un poquito de broma.

ㅡPero, ¿qué estás diciendo? ¿Te estás escuchando?

Hacía apenas una semana, Australia había cerrado sus puertas, se había declarado en emergencia nacional por una supuesta enfermedad llamada Zekra, que según sus declaraciones mataba a la gente de manera rápida y luego las revivía, después de esto, las personas comenzaban a atacar a otrasㅡjusto como los zombies de las películasㅡ. Por supuesto que la mayoría no lo creía, unos pensaban que era para atraer turismo, incluso la ONU negó la petición de ayuda económica al país pues creían que era un chiste. Mis padres incluidos creían que era un chiste.

ㅡBeth, escúchame, no tengo porque mentirte. Tu padre me dijo que el hospital me llamaría para venir a controlar la situación pues se sospechaba que podría ser el primer infectado de ese estúpido virus australiano en el país. Y me dijo que si llamaban no podía venir, tenía que sacarte a ti y a mi de la ciudad, y de ser necesario del estado, por lo menos hasta que seguridad nacional pudiera controlar la situación. Lo que estás viendo, y me temo, es el hospital en cuarentena. Si las sospechas son ciertas y ahí adentro está el primer infectado entonces todos los que están adentro están en cuarentena. Y si el gobierno no puede controlar la situación, entonces...

Su voz se rompió en la última oración. Pero el mensaje estaba dicho: si ahí adentro estaba un infectado de zekra y el virus era lo que las declaraciones de Australia habían dicho, papá y el resto de la gente dentro estaban ya muertos.

No me di cuenta cuando empecé a llorar. Fue un llanto silencioso, en comparación con mi madre que estaba sollozando a un lado mío. Estuvimos así unos minutos.

ㅡMamá, papá no puede terminar así, ¡él tiene que salir de ese lugar!

ㅡNo hay nada que hacer, Bethㅡme dijoㅡ. Yo también quería sacarlo, pero es tarde, deben haber bloqueado todas las salidas y entradas del hospital. Y si intentamos entrar, te arriesgaría a morir dentro, y no puedo hacerlo.

Pude escuchar el corazón de mi madre romperse, en medio de las cosas que más quería: mi padre y yo.

Yo era adoptada, sabía eso desde pequeña, no me molestaba serlo. Mis padres siempre me habían querido sin limitaciones. Pero ahora más que nunca podía sentir el grado de amor que me tenían, ellos que eran las personas más enamoradas que yo jamás hubiera conocido estaban dispuesto a sacrificarse por mí. Y no sé si me odie a mi misma un poco por eso. 

Pandemia{Pausada}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora