Capítulo X: Luz fuera.

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ㅡSube al auto ahora, Bethㅡdijo mi madre mirando a los zombies caminando al final de la calle que ya habían notado nuestra presencia.

Corrí dentro del auto cerrando las ventanillas, mamá llegó un momento después. Encendió el coche y empezó a conducir a una velocidad a la que nunca había conducido. Ahora sudaba y los cabellos castaños que se salían de su coleta se le pegaban a la piel.

ㅡ¿A dónde vamos?ㅡdije con el corazón aún latiendo increíblemente rápido mientras veía como dejábamos detrás de nosotras a la pequeña horda de zombies. Caminaban torpemente, y aunque no tenían la velocidad que alguna vez tuvieron siendo humanos normales podían caminar apresuradamente. La mayoría tenía pedazos de piel desprendida de varias partes del cuerpo, en algunas partes se podían ver los huesos.

ㅡAl norte, no vamos a detenernos hasta llegar al maldito bosque.

Deduje que estábamos a unas dos horas de camino para llegar al bosque, de ahí el río nos llevaría fuera de Florida.

Cruzamos algunas palabras cortas y nada importantes. Mi mente seguía procesando cada parte de lo ocurrido en Bonefay. Esas cosas eran reales, por completo. Había clavado un pedazo de vidrio en su cuello, si hubiera sido una persona normal lo habría matado. Pero una parte de mi también había matado a esa mujer. ¿Por qué era una mujer al fin y al cabo, no? No se veía demasiado mayor, tal vez iba a la universidad, tal vez ya la hubiera acabado. Tal vez tenía una pareja y sueños. Tenía un lugar al que llamaba hogar con un padre y una madre. A pesar de que se veía unos años mayor que yo en mi mente no éramos muy diferentes. Salvo por el hecho de que ahora estaba muerta, no sólo infectada o en modo zombie, ella estaba en serio muerta. ¿Se consideraba esto asesinato? Me dije que no había sido parte de su muerte, el virus la había matado mucho antes que yo.

ㅡEsa es la entrada y nosotros tenemos problemasㅡdijo mi madre cuando por fin se detuvo.

Mire justo enfrente de mi donde un gran letrero indicaba el inicio del bosque, pero una gran valla metálica que impedía el paso estaba entre nosotros.

ㅡMierda.

Mamá salió del auto y yo la seguí. El piso estaba cubierto de piedras y arena y mi madre se agacho para recoger una pequeña piedrita. La lanzó al alambrado. Un destello y un sonido se produjeron al chocar. Estaba electrificada.

ㅡBueno, supongo que el problema es peor de lo que pensé.

Habíamos llegado tan lejos y ahora estábamos a una valla de lograrlo.

ㅡ¿Y qué vamos a hacer ahora?ㅡpregunté frustrada.

ㅡAl oeste hay otro río, más pequeño y visible pero es lo único que queda.

ㅡ¿Más camino?

ㅡNo hay de otra. Pensé que en esta parte las cosas estarían tranquila. Pero en los pueblos pequeños parece ser más rápido la transmisión.

Resople. Estaba exhausta, quería tomar una ducha y una siesta que durará toda la vida.

*

Llegamos a un pequeño pueblo de pocas casas, un hostal y dos restaurantes. Estaba a media hora del bosque morían las esperanzas pero aquí no había infectados o incluso zombies, lo comprobamos. Así que eran las siete cuando nos adentramos en un pequeño restaurante del pueblo. Mamá traía puesta su chaqueta pese a que incluso a esta hora de la tarde hacia calor y restaurante no tenía aire acondicionado. Lucía demacrada, por supuesto, uno no mata a personasㅡ¿o debería solo llamarlos zombies?ㅡ y seguir luciendo bien.

ㅡ¿Qué les voy a servir esta noche?ㅡpreguntó una mujer de unos cincuenta años, tenía una cabellera corta y ondulada, de un color rojo oscuro, probablemente no natural tenía unos ojos azules y un rostro enmarcado en arrugas.

De repente me encontré preguntándome si alguna vez llegaría a estar como esa señora. Mi cabello era ondulado, pero largo. Era castaño rojizo, pero del natural. Y mis ojos eran azul grisáceo. En estos momentos no contaba con la seguridad de llegar al día en que mi piel se vistiera con arrugas, ni siquiera con esas pequeñitas que salón a los veintitantos.

ㅡYo voy a comer un filete con papas, y un pedazo de tarta, de la que sea está bien y soda.ㅡdijo mi madre.ㅡ¿Qué pedirás tú, Beth?

ㅡDeme por favor una hamburguesa con papas, cualquier tarta también, y malteada.

ㅡEn unos minutos les traigo su ordenㅡdijo la mujer retirándose.

ㅡHay algo que tengo que decirteㅡpronunció mi madre muy seriamente.

ㅡ¿De qué se trata?ㅡpregunte. Mamá no me miraba a los ojos lo cual era una señal muy mala.

ㅡPues de ti.

ㅡEntonces diloㅡdije impacientando.

ㅡBeth, hay cosas que tu padre y yo decidimos guardar sólo para nosotros, porque acordamos que era lo mejor para todos. Pero, tienes el derecho a saber...

La voz de mi madre fue interrumpida por la súbita desaparición de la luz. El lugar se quedó a oscuras. Los gritos surgieron en seguida, por la ventana vimos como no había rastro de luz en ninguna casa.

ㅡ¡Guarden la calma! Es sólo un pequeño corte, en unos minutos regresará la electricidadㅡdijo el hombre detrás de la barra hablándole a mi y a mi madre y a un jóven sentado en una mesa al fondo.

ㅡ¿Qué crees que pasó?ㅡpregunte a mi madre.

ㅡNo lo sé, pero no vamos a quedarnos aquí a averiguarlo. Vamosㅡdijo poniéndose de pie. Salimos del lugar dejando una charla inconclusa que luego de un tiempo rondaría mi cabeza con desesperación.

Pandemia{Pausada}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora