Capítulo IV: Bonefay

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Llegamos pocos días después a Bonefay, la pequeña ciudad que sería la última de Florida que esperábamos pisar. Sabíamos que era una ciudad pequeña y que no llegaba ni a los tres mil habitantes, pero al adentrarnos por el centro de la ciudad parecía que estábamos pisando una ciudad fantasma. Los negocios del centro estaban cerrados sin excepción alguna, lo cual era una clara señal de alerta.

ㅡSupongo que no podremos comprar algo de comer como teníamos pensadoㅡcomentó mi madre mientras aparcamos en el centro.

ㅡ¿Por qué te detienes?ㅡpregunte.

ㅡEso parece una tienda y tiene un letrero de 24/7, tiene que estar abierto y nosotras tenemos que comer algo.

Suspire. Aún quedaban bolsas de galletas, y unas pocas botellas de agua. Solté un suspiro y salí a su encuentro.

ㅡNo está abierto, nada lo está, ¿acaso no lo notas? ㅡdije señalando a todos los comercios cerrados alrededor.

ㅡComo sea, hay que intentarㅡdijo mi mamá.

La puerta pintada de blanco tenía un letrero pintado. "Tienda Barnes. 24/7"

Mamá intentó abrir la puerta pero tenía cerrojo. Se movió hacia el establecimiento de al lado y repitió la acción, de nuevo lo mismo: cerrado. Hizo esto una vez más para encontrarse con que también estaba cerrado.

ㅡ¡Debe ser una broma!

ㅡMamá, déjalo, mejor vámonosㅡdije mirando hacia los lados en espera de que alguien apareciera, pero las calles estaban vacías por completo.

Entonces mamá fue hasta al auto y regresó con tubo de metal que probablemente tenía algún uso mecánico específico pero en ese momento mamá le dio otro. Uso el instrumento para romper parcialmente la puerta de vidrio de la tienda.

ㅡ¿Pero qué estás haciendo? ¡Te has vuelto loca!ㅡdije acercándome.

ㅡNo hay nadie, Beth.

Mamá metió su mano por el agujero que había hecho y quitó el seguro a la puerta, abriendola a la vez. Se adentro en la pequeña tienda, yo la seguí.

ㅡArriba de ese anaquel hay snacks, toma los suficientes, sólo los que quepan en tu mochila. Yo traeré el agua y veré si hay encendedores por aquí.

La tienda era bastante pequeña, cuatro paredes, tres de ellas con anaqueles y artículos de tienda, una más con una pequeña parte para la caja y una puerta de con un letrero que indicaba WC.

Estaba tomando las bolsas de snacks en mis manos cuando un sonido hizo que tirara al piso todo lo que traía en las manos.

Un fuerte golpe se escuchó desde dentro del WC. Busque a mi mamá y ya miraba en la misma dirección.

Después de unos segundos no se escuchó nada.

ㅡTal vez algo se cayó dentro del...

Otro golpe. Y otro.

ㅡToma lo que tengas y salgamos de aquíㅡdijo mi madre. Recogí todas las bolsas que pude y me apresure a la puerta con mi madre pisandome los talones.

Me quedé petrificada en cuanto salí de la pequeña tienda.

ㅡMaldita seaㅡmasculló mi madre detrás de mí.

Nunca había visto a un infectado por el virus. Los "zombies" del siglo XXI eran muy parecidos a lo que las películas nos habían enseñado.

Había tres junto el auto, y de reojo pude ver a por lo menos otros cinco avanzando a paso lento al final final de la calle, a sólo unos metros de nosotras.

Tenían su piel gris y en estado de descomposición, los ojos los cubrían una capa gris, tenían movimientos torpes y la ropa andrajosa, todos tenían heridas graves que podía deducir eran mordidas en su mayoría, y todos lucían en extremo hambrientos.

Cuando ese fugaz pensamiento pasó por mi mente sentí que lo había dicho en voz alta, porque uno de los zombies que estaba cerca del auto alzó sus ojosㅡojos oscuros con una capa de blanquecina e inyectados en sangreㅡ hacia nosotras, entonces hizo un sonido medio rugido, medio jadeo y comenzó a caminar hacia nosotras.

Escuché un sonido detrás de mí y luego la voz de mi mamá en mi oído.

ㅡBeth, tomaㅡdijo poniendo sobre mi mano un pedazo grande de vidrio roto.

Me tomó un segundo procesar lo que sucedía y luego mi mamá se puso enfrente mío. Los pasos de zombie no eran rápidos e incluso eran torpes pero la distancia tampoco era mucha y cuando me di cuenta estaba casi frente a mi madre.

Mamá azotó el fuerte objeto de metal con el que hacía unos minutos había roto la puerta contra un lado del cráneo del zombie. Este perforó el cráneo apenas un poco pero logró tirarlo al piso. Mamá volvió a golpearlo en la cabeza con el objeto. Observé la sangre y parte del descompuesto cerebro brotar de la hendidura del cráneo. Luego mamá aplastó de nuevo el cráneo esta vez con su pie, llenando sus tenis de sangre y sesos.

No hubo tiempo para analizar el cuerpo, otro de los zombies que estaban cerca del auto estaba en camino y otro justo detrás de él. Ambas eran mujeres. Jóvenes a la hora de su muerte.

Cuando una de ellas estaba a unos centímetros mamá clavó el tubo de metal en su cabeza con gran fuerza y luego empujó el cuerpo con el mismo pie con el que había roto el cráneo del zombie anterior.

La infectada se tambaleó hacia atrás llevándose a su compañera consigo. Mamá volvió a clavar el tubo de metal en el cráneo de de la infectada, esta vez atravesó su cara justo en medio de sus ojos y luego tiró de ella hacia arriba, el cuerpo debajo de mi madre paró de moverse. Pero el otro cuerpo que se había caído segundos antes estaba de pie. Esta vez mamá no tuvo tiempo de clavar el tuvo, el zombie se abalanzó sobre ella y mamá solo pudo poner el tubo entre ambas, sobre el pecho del zombie para evitar que llegará hasta ella. Pero podía observar como la fuerza en los brazos de mi madre iba flaqueando con cada segundo. Yo seguía en shock y clavada al mismo lugar todo ese tiempo, en ese momento apreté tan fuerte el pedazo de vidrio en mi mano que sentí mi sangre resbalar. Me acerque rápidamente y clavé la punta del pedazo de metal en la parte trasera de la cabeza del zombi. Mala idea. El vidrio no fue lo suficientemente fuerte para perforar el hueso, sólo rasparlo, entonces volví a intentar, esta vez mi objetivo era el cuello, lo clavé con fuerza y sentí la sangre fluir de la herida, fue la suficiente distracción para darle ventaja a mi madre y tirar el cuerpo hacia el piso, me hice a un lado mientras ella destrozaba un último cráneo con su tubo de metal. 

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Pandemia{Pausada}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora