Capítulo VIII: Roger

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Mamá se levantó en un movimiento veloz y corrió hacia mí, tomándome del brazo y arrastrándome lejos.

ㅡMamá, ¿qué haces?ㅡpregunté consternada.

ㅡTenemos que salir de aquí, Bethany, ¡ahora!ㅡme urgió.

Mi mamá me arrastro hasta la primera caja registradora que vió.

La mujer detrás de la caja miraba a mi mamá con incredulidad, como si estuviera a punto de robarse algo. La mujer pasó rápidamente todo lo que llevábamos por el escáner. Pero mamá sacó un billete de su cartera y se lo entregó a la chica.

ㅡQuedate con el cambio.

Mamá me obligo a tomar las bolsas en una velocidad récord y salir de aquel lugar como si el piso estuviera ardiendo. Llegamos al coche y metimos las pocas bolsas en segundo. Nos metimos al auto y salimos de ese lugar.

ㅡ¿Me puedes explicar por qué tanta prisa?ㅡpregunte una vez que nos alejamos.

ㅡTú viste lo mismo que yoㅡdijo ella.

ㅡSi...parecían dientes humanos. ¿Era un infectado, no es así?ㅡera un pregunta retórica pero por supuesto mi madre asintió.

ㅡNo se que tan contagiosa sea esa enfermedad, o los medios de contagio, podría haber contraído el virus si se pasara por el aire, entonces ambas lo tendríamos y si, existe la posibilidad de las horas están contadas. Yo lo toque...quién sabe cómo....ㅡmi mamá había comenzado a balbucear entre lágrimas.

ㅡMamá, tranquilízate, estoy segura que se necesita más que estar en el mismo lugar que un infectado para contagiarse. Al final, si son malditos zombies, ¿no necesitan morder?

ㅡNo lo se, no lo se. Pero hasta no estar segura será mejor que no me toques, Beth.

*

Durante nuestro viaje por la costa mamá se veía frustrada y preocupada, y yo en el asiento de al lado no podía sacar la imagen de la mordida en el cuerpo de ese hombre. ¿Cómo lo habían mordido? ¿Cuándo? Era seguro que por más medidas que hubiese tomado el gobierno no estaba funcionando. ¿Cómo ese hombre de aquella ciudad a la que ni siquiera le tomamos importancia estaba infectado?

Estábamos a un día de llegar a Tallahassee, de ahí a Bonefay era otro día. Acordamos que nuestra mejor opción sería salir por los bosques que estaban cerca, había un río bastante estrecho que atravesaba un bosque y que llegaba hasta el estado de Alabama. El río, y los bosques no eran usualmente concurridos pero tendríamos que tener cuidado de que nadie nos viera adentrándonos en ellos.

Cuando se hizo de noche paramos en un hotel de paso, mamá insistió en dormir en habitaciones separadas, para tomar precauciones, pero yo lo veía como algo inútil.Todas las noches desde que habíamos abandonado nuestra ciudad ambas llorábamos en nuestras camas, en silencio, a veces los gimoteos de mamá se escuchaban pero yo fingía estar dormida. Mis lágrimas caían en silencio, aunque extrañamente esa noche sin ella en la habitación nunca llegaron, y no porque me sintiera mejor al respecto de haber abandonado a papá, simplemente no llegaron.

Mire el reloj en la mesita al lado de la dura cama de hotel en la que estaba acostada e indicó las 2:11 de la madrugada. Me paré porque era inútil estar acostada cuando mis ojos no podían cerrarse. Prendí la luz, tome agua, nada. El sueño no venía. Me había acostumbrado a dormir en pantalones, una costumbre nada confortable por cierto. Así que solo fue cuestión de calzarme los tenis y salir. El aire de esta parte de Florida era más gélido incluso cerca de la costa, pero al filtrarse por mi nariz se sintió como un alivio.

Traía entre mis manos mi celular, el mismo que no había prendido desde que dejamos Tampa. Lo encendí. Tenía la pila completa y para mi sorpresa detectó enseguida la señal del wifi del hotel. Lo puse en vibrador pues el sonido de notificaciones continuó durante casi dos minutos. Cuando por fin se calmó pude ver la imagen que tenía de fondo. Una foto mía junto con mis amigos Kate y Roger en un casa de Kate, irónicamente esa vez habíamos visto una película de zombies muy mala y yo había recalcado como los zombies eran cosa únicamente de las películas y libros. JA. Palmada mental.

Pandemia{Pausada}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora