Capítulo V: Despedida

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Tampa es la tercera ciudad más poblada del estado de Florida, con más de trescientos mil habitantes. Mi abuela, Laurie, había vivido en la misma casa desde que se casó con mi abuelo George, mi abuelo había fallecido hacía cuatro años atrás y aunque mi papá invito a mi abuela a vivir con nosotros ella se había negado rotundamente.

Para cuando llegamos la abuela acababa de ver las noticias, y estaba consternada. Así que mamá me dijo que esperará en la cocina en lo que intentaba explicarle todo a la abuela, esto fue un alivio para mí. No podía ni imaginar explicarle eso a mi abuela, que mi padre, su hijo, había muerto.

La charla duró más de lo esperado pues después de media hora yo seguía en la cocina, mirando la serie de vaso en las estanterías. Cuando por fin regreso mamá su rostro lucía diez años más vieja.

ㅡ¿La abuela hará sus maletas?ㅡpregunte.

ㅡNo, ella decidió quedarseㅡdijo mi madre con un suspiro.

ㅡ¿Qué dices? ¿Por qué no vendría?

ㅡBeth, tu abuela es una persona grande y sea cual sean sus decisiones vamos a respetarlas.

ㅡMamá, si ella se queda aquí moriráㅡdije las palabras que deseaba no pronunciar nunca.ㅡ¿Es que no entiendes que tiene que ir con nosotras? Iré a hablar con ella...

ㅡBeth, detenteㅡdijo mi madre tomándome del brazo.

ㅡMamá, ella no se puede quedarㅡdije.

Mi mamá soltó un gran suspiro.

ㅡBeth, tu abuela acaba de perder a su único hijo. Y tuvo que verlo en las noticias. Está devastada. Incluso con la información que tu padre nos dió, que podría traer más muerte al mundo o no traer nada ella decidió quedarse. Porque su casa, esta casa, es todo lo constante en su vida. Y no somos quién para quitarle eso.

Las palabras de mi madre me hicieron pensar. Había estado tan ensimismada en la idea de que tenía que evitar que alguien más que yo amaba muriera que en pensar en cómo estaba mi abuela. Yo había perdido a mi padre, y ella a su hijo.

De nuevo sentí mis ojos humedecidos, porque sabía que aunque mi abuela se encontraba en la misma casa en esos momentos, probablemente también tendría que decirle adiós, y esperaba que fuera sólo por un tiempo, y que la enfermedad de la que nos había advertido mi padre no se propagara.

ㅡQuiero despedirme de ellaㅡdije limpiando mis lágrimas.

Mi mamá asintió. Camine hacia la sala donde mi abuela se encontraba sentada frente al televisor, en la pantalla las imágenes del hospital siendo derrumbado y la voz de algún periodista.

ㅡAbuelaㅡpronuncie su nombre con una voz que no reconocí, sonaba más una niña pequeña que a una chica de diesciete.

Mi abuela giró su cabeza en mi dirección y me dedicó una dulce sonrisa, pesé a sus ojos hinchados y rojos.

ㅡCariñoㅡdijo mi abuela abriendo sus brazos para recibirme.

Me senté junto a ella y me quede entre sus brazos, comencé a llorar de nuevo.

ㅡNo quiero dejarteㅡdije entre medio de mi llanto.

Mi abuela acarició mi cabello suavemente, como cuando tenía cuatro años y me cantaba canciones al oído.

ㅡNo se deja de verdad a aquellos que llevas en el corazón, cariñoㅡsusurró mi abuela en mi oído.

Me incorporé un poco para verla a los ojos, ella tenía unas lágrimas rodando por sus mejillas llenas de arrugas y marchitas.

ㅡTe amo tanto abuelita, y a papá. Siempreㅡdije volviéndome a hundir en sus brazos.

ㅡY yo a ti, Bethany.

*

Dejamos Tampa después de una despedida dolorosa. Repetía en mi mente que la habíamos dejado decidir, y que ella más que nadie tenía el derecho de decidir.

ㅡCreo que deberíamos ir a Washington D.C., si alguno sucede probablemente será el primer lugar donde la ayuda surjaㅡdijo mi mamá mientras dejábamos Tampa.

ㅡSi, creo que es buena ideaㅡcoincidíㅡ ¿Tomaremos avión?

ㅡSí, es más rápido. Creo que podremos tomar un vuelo desde Orlando.

ㅡOh, no traigo mi pasaporte.

ㅡTome todos los papeles importantes antes de salir, junto con los ahorros.

Asentí en entendimiento. Mi madre se había preparado.

*

Orlando tiene más de un aeropuerto, pero el aeropuerto central te lleva más rápido a cualquier destino. Así que fue ahí a donde decidimos dirigirnos.

ㅡ¿Qué pasará con el auto? ㅡpregunté cuando llegamos al aeropuerto.

ㅡLo tendremos que dejar, rentaremos un espacio para guardarlo, esperemos que la situación no dure demasiado.

Aseguramos el auto, compramos una maleta extra para las cosas que traemos con nosotras y nos dirigimos a comprar el boleto de avión. Mamá consiguió boletos para el vuelo más próximo a Washington, pero era en una hora, por lo que teníamos que esperar en la sala de espera. Nos sentamos en la sala de espera con nuestras maletas. Ambas tan exhaustas como para decir algo, afuera el cielo estaba cubierto de estrellas.

De repente, el sonido de la TV que estaba en la sala de espera llamó la atención de mi madre, decidí poner atención a lo que decía el hombre en la TV y tal vez pudo ser la peor idea posible.

Pandemia{Pausada}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora