Capítulo 4

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Al día siguiente Kristal apenas podía moverse, todo el cuerpo le pesaba, pero solo se tomó unos minutos para descansar antes de levantarse con dificultad. Mientras se colocaba los zapatos analizó todo lo que sucedió el día anterior, aparte de que Thalia desapareció, había descubierto cómo podía sacarse la pulsera de maná para salir de aquel lugar.

Kristal abrió la puerta y se apresuró por los pasillos hasta llegar a la cocina, debía realizar todo rápidamente antes de que llegaran las demás sirvientas a trabajar, como siempre la cocinera regordeta ya estaba sacando algunas ollas antes de que llegaran los demás trabajadores.

-Vengo a buscar unos trapos que se quedaron ayer. -A Kristal le sonó que su excusa era bastante patética, pero soltó un suspiro de alivio cuando la cocinera ni la miró, dándole solamente un movimiento afirmativo con la mano y siguiendo concentrada en sus deberes.

Kristal se dirigió a la puerta que daba paso a la bodega contigua, ayer mientras buscaba ciertos materiales de cocina se había encontrado algunas ollas y sartenes abollados, pero lo más importante, cuchillos rotos, no había muchos y no tenían punta, mucho menos estaban afilados, pero servirán y eso era lo único que importaba.

Agarró el cuchillo más afilado que encontró entre los tres abandonados, soltó un poco la cuerda que unía la parte superior de su falda, luego colocó horizontalmente el cuchillo entre su vientre bajo y la ropa, procedió a atar rápidamente la cuerda que usaba como cinturón y recogió un pedazo de tela horriblemente sucio, salió de la cocina a paso rápido con la mirada fija en el suelo de piedra.

Después de que Kristal recorriera unos pasillos, dobló en una esquina oculta por las sombras, situó su mano derecha en su pecho intentando calmarse, le tomó varias respiraciones volver a pensar con claridad, el frío del metal le resultó un duro recordatorio de lo que pensaba hacer.

- ¿Qué estás haciendo? -Kristal empalideció aterrada por la voz repentina, el corazón se le subió a la garganta por un segundo y soltó el trapo asqueroso que tenía en su mano izquierda, se calmó brevemente una vez que reconoció la voz de Thalia.

- ¿Dónde demonios estabas? -Kristal no sabía cómo sentirse, seguía preocupada, pero ahora que veía a Thalia un sentimiento de ira la recorrió.

-Es una larga historia, no puedo hablar ahora, te ayudare a salir.

- ¿Por qué? -Kristal miró confundida a Thalia, la chica se había negado durante mucho tiempo a escapar, y ahora repentinamente luego de desaparecer toda la noche le decía eso.

-Eso no importa, dijiste que querías mi ayuda y te la daré, después de tu trabajo en los establos y tareas del día, buscame en el segundo piso en el ala este. -Sin decir una palabra más, Thalia se fue dejando una desconcertada Kristal detrás.

Kristal intentó continuar su día de la forma más normal posible, decidió mejor no pensar en nada, su próximo trabajo era ayudar en los establos de los caballos, como todavía seguía nerviosa se tropezó con el heno apilado que estaba afuera, terminó con todas las rodillas raspadas, su día solo empeoraba.

-Parece que necesitas ayuda- la voz masculina que venía detrás de ella la hizo levantar la mirada, había un chico alto que le ofrecía una mano, su cabello castaño tenía un poco de paja y hierba enredada, tenía unos brillantes ojos marrones.

-Gracias, definitivamente hoy no es mi día. -Kristal tomó la mano impulsándose para pararse.

-Me llamo Gabriel, estoy a cargo de cuidar tanto de los caballos como del establo, dijeron que uno de estos días iba a llegar alguna chica nueva a ayudar. -Su mirada la inspeccionó de manera fría- tus rodillas están sangrando, por el momento sólo deberías alimentar a los caballos.

Alfa DamiánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora