Capítulo 8

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El aire era sofocante, Kristal no sabía que decir frente a la incomodidad de todos en la habitación, Thalia se había quedado mirando al hombre unos segundos antes de apartar el rostro en dirección contraria, ninguno decía nada. El inquietante ambiente se rompió cuando Damián hizo un ruido con la garganta.

-Kristal, vamos tenemos algo que hablar. -Damián dijo despacio antes de agarrar con suavidad la mano de Kristal para encaminarla a otra habitación. Cruzaron el pasillo y Damián abrió la puerta de madera. -Por favor, entra.

Aun cuando la puerta fue cerrada tras de ella, siguió mirando unos segundos. Kristal estaba sorprendida, ¿Realmente podía ser el hombre que perseguía a Thalia? Sacudió la cabeza en un movimiento involuntario antes de dirigir su mirada hacia los violetas ojos de Damián.

-Tus ojos son preciosos. -Las palabras escaparon antes de que Kristal pudiera detenerlas, tal vez era el calor de la chimenea con una temperatura tan cálida generó que sus caras subieran un tono de color, había un brillo tan especial en esos ojos.

-Mas bien son una mutación genética hereditaria, en verdad tiene que ver con el maná que heredamos, pero no creo que esa sea una conversación para el momento. -Damián se humedeció los labios antes de moverse unos pasos más cerca de la chimenea, el oscuro cabello tenía un encanto especial a luz de las llamas. -Iré al consejo a presentar mi defensa, antes de ir pasaré por la manada de Llerolden, ellos enviaran tu carta a donde sea.

-Yo les escribiré, aunque es probable que ya no estén ahí, gracias. -Kristal dudó un momento mientras contemplada el rostro de Damián, un impulso de estupidez cubrió sus sentidos y soltó su nombre sin contemplación. -Keira.

Los ojos de Damián brillaron un momento dándole una leve sonrisa, se acercó hacia Kristal hasta que casi podían tocarse, eran solo unos centímetros que los separaban. Kristal observó el suelo antes de levantar la mirada, el aliento de él se mezclaba con el de ella, afuera se podía sentir el viento golpeando las ventanas y el fuego por un momento pareció ser más cálido, se miraron a los ojos, en aquel pequeño instante las palabras sobraban.

-Lo sé.

Damián tomó las manos de Kristal y le entregó dos sobres ya abiertos, uno claramente era proveniente de el lado de los cambiaformas por el color del sobre y la estampilla en conjunto al sello quebrado, pero la otra carta era fácilmente reconocible con la letra de su madre.

Sin decir una palabra más Damián soltó lentamente las manos de Kristal mientras sus miradas chocaban, una vez la soltó completamente se alejó a paso firme de la habitación con solo un ruido de la puerta indicando su despedida.















Los ojos de Thalia estaban completamente nublados por las lágrimas, su garganta se sintió sofocada como si algo impidiera respirar, sus manos seguían temblando mientras tocaba la madera de la puerta, la cerró lentamente sin dirigirle una sola mirada a Oziel,

-Te he buscado durante tanto tiempo. -Las palabras de Oziel tenían un tono quebrado, la pena que reflejaban sus rasgos le rompía el corazón a Thalia. -Sé que les has dicho a algunas personas en el camino que solo fuiste un vientre de alquiler.

Thalia que seguía sin voltearse a verlo cerraba los ojos con fuerza, quería borrar esas malditas lagrimas que no dejaban de acumularse en sus lagrimales, se había equivocado tanto, si no fuera por su maldita familia, también se maldecía así misma, se enamoró de un monstruo, del enemigo de su familia, su enemigo, el enemigo de toda la humanidad. Le mintió a todos, se mintió así misma.

-Tu sabes mejor que yo que eso no es verdad, no estoy enojado, un día lo estuve, pero ya no más. Dios solo... Por favor di algo, te he buscado por años -la mirada de Oziel buscaba con desesperación algún sentimiento en los cerrados ojos de Thalia- te hemos buscado por años.

Alfa DamiánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora