Capítulo 7

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Para cuando llegaron al territorio correspondiente de Damián eran pasado las 8, el sol iluminaba el camino, pero no de forma asfixiante. Thalia podía permitirse el admitir que el amanecer en el lugar era precioso, añadiéndole sobre todo ese agradable olor a frescura que emanaba de la tierra por la humedad.

-Creo que definitivamente esto no es lo que tiene en mente la gente que piensa en el bosque de forma bucólica. -Damián habló una vez se completó la transformación humana otra vez.

-La gente de ciudad que piensa que desea una vida en la naturaleza, no tiene idea de la vida en la naturaleza. -Thalia que se había bajado hace un momento del lomo de Damián, bajó con delicadeza el cuerpo de Kristal, sus manos le dolían y temblaban por el frío.

- ¿Ahora te ha surgido el criticar humanos? Pensé que nunca decías nada malo de tu querida especie. -Damián se rascó el cuello mientras se tronaba los huesos, luego de estirarse se dirigió hacia Kristal y la levantó con sus brazos, la acomodó un poco para que no le quedara el cuello en el aire. -La llevaré a la enfermería, deberías seguirme, allá podrás bañarte y descansar algo.

Thalia iba a responder antes de sentir que el corazón se le salía por la garganta al ver a un lobo arrastrando con el hocico a un venado por el cuello, había un río de sangre que lo seguía desde el bosque, un montón de lobos se acercaron a oler la carne mientras el lobo los miraba con sospecha y les gruñía.

Por un momento Thalia estaba segura que iba a soltar una risa histérica por la sorpresa, delante de ella estaban un par de lobos comiéndose el desayuno y le decía que si quería lo seguía, no había forma alguna de que se quedara a ser la próxima merienda, honestamente prefirió no responderle nada, con la sonrisa burlona que Damián le envío, le quedo más que clara la falsa amabilidad.

Caminaron entre las cabañas. Thalia sentía que acababa de entrar a una realidad alterna, las cabañas eran de un tamaño agradable, claramente no vivían hacinados, algunas cabañas tenían dos pisos y daban un aire bastante hogareño que contrastaba de forma brutal con los lobos manchados de sangre y los trozos de carne colgados para producir carne seca. En la lejanía se vislumbraban unas cadenas de montañas que rebosaban de una belleza natural que impresionaba.

Prontamente llegaron a una cabaña que se encontraba en el sector más central del lugar, tenía una cruz pintada con rojo caoba dejando en claro su función, pero pasando bastante camuflada con la madera y la naturaleza que la rodeaba. Por dentro el lugar tenía camillas y una gran cantidad de insumos médicos, todo resplandecía de pulcritud, pero al mismo tiempo daba un aire más acogedor de lo que cualquier hospital normal suele tener.

Damián dejó el cuerpo inconsciente de Kristal en una de las camillas más alejadas de la entrada, no pasó ni un minuto antes de que llegara una señora de edad avanzada con un uniforme azul oscuro para revisar las heridas de Kristal. Thalia se sentó en una camilla cercana a la de Kristal, lo mejor sería descansar unas horas para reponer fuerzas, el cansancio hizo que se acomodara y pronto la inconciencia la consumió.





Kristal despertó lentamente, se sintió desorientada, tenía sentimientos complejos que eran algo difíciles de explicar, intentó enderezarse mientras veía una intravenosa conectada a su brazo, pero definitivamente la perplejidad le ganó al observar al chico que la sujetó en el río sentado al lado suyo mirándola detenidamente. Lo miró un rato sin saber que decir, pero no pasó mucho tiempo antes de que él iniciara la conversación.

Alfa DamiánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora