Pronto descubrieron que eran como el día y la noche.
Para YoonOh el baile y el básquetbol eran sus mayores pasiones. Le gustaba copiar todas las coreografías de los nuevos artistas que salían en la televisión, bailes que no le mostraba a nadie (ni siquiera al mayor a pesar de sus insistencias). Además, solía jugar básquetbol en la cancha del colegio sin que nadie le ayudase, porque no era muy bueno en ello y por lo mismo el resto de los niños no quería perder el tiempo con un jugador así. Sin embargo, la sonrisa permanecía eterna en su rostro a pesar de los múltiples lanzamientos infructuosos y las caídas, como si realmente nada pudiese derribarlo.
A DongYoung en tanto, le encantaba intentar entender lo que decían los voluminosos libros de la biblioteca escolar. Terminaron por convencer a sus madres para que les pusieran también en el mismo colegio, y lo único que YoonOh veía desde entonces durante los descansos era a su mejor amigo concentradísimo en la lectura, hundiendo su naricita en libros tan grandes que bien podían transformarse en armas de destrucción masiva si llegaban a ser lanzados. Afortunadamente para el más pequeño, nunca lo intentaron.
A YoonOh le gustaba el chocolate de leche. A DongYoung, el chocolate blanco. Las cosas del menor eran casi todas del color de las nubes, las del mayor en tanto, eran del color del cielo despejado. DongYoung se encontraba a menudo leyendo libros y estudiando en una de las banquitas del lugar mientras el sonido de la pelota rebotando contra pavimento le servía de música de fondo: YoonOh era el encargado de esos sonidos, jugando a su deporte favorito cada vez que podía.
Pero a pesar de sus diferencias, el término "inseparables" se quedaba corto.
Lo descubrieron un poco tardíamente, cuando visitaron por primera vez un karaoke y, si bien se encontraron temblorosos al principio, terminaron por unir sus voces con toda la fuerza de sus gargantas, sin importarles las desafinaciones de sus voces inmaduras ni absolutamente nada.
Aquella era una de las tantas cosas que los unían de forma indeleble: la música. El canto.
———
Muchos años después, cuando YoonOh sufrió la primera de muchas sesiones de insomnio debido al estrés, esa voz de terciopelo se transformó en su única medicina. El único método que le permitía dormir finalmente y con tranquilidad, después de horas de lucha inútil contra su vigilia.
"Hyung, cántame hasta que pueda dormir, por favor"
Y en cada oportunidad el mayor sonreía siempre de la misma forma, antes de asentir y decir las palabras que al menor tanto le gustaban.
"Será un placer, YoonOh"
Entonces cerraba los ojos, mientras sentía sus rizos siendo acariciados por las suaves manos de DongYoung y escuchaba atentamente su dulce voz hasta caer finalmente, dormido.
———
Pero en aquel entonces no lo sabían. Simplemente eran dos niños jugando a ser cantantes por una tarde.
Y justo así, era más que perfecto.
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¡Nos vemos!
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You're Mine // JaeDo - DoJae - NCT
Fanfiction"Prométeme algo" "¿Qué cosa, YoonOh?" "Que nunca te irás de mi lado, hyung" "...Está bien" De pequeños los juramentos son algo inevitable. Pero la gente crece, las circunstancias cambian. Jung YoonOh y Kim DongYoung no pueden ser niños por siempre...