By my side

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Tendría que haberlo previsto.

Un año en que debió saberlo de antemano a través de tantas señales... pero no lo hizo.

Las prácticas de baloncesto con el correr de los meses se hicieron cada vez más serias para YoonOh, buscando algo más que solo pasar el rato después de las clases: ahora él junto con el resto del equipo tenían un objetivo en mente y ese era ser conocidos a nivel nacional.

Soñar no costaba nada, y a menudo se encontraba a sí mismo practicando hasta altas horas de la noche solo para volver a casa agotadísimo y dormir hasta el día siguiente; cansancio que no era nada al lado de la extenuación mental que terminaba por sufrir constantemente. La cabeza le dolía tanto periódicamente que sentía que explotaría en cualquier minuto, dolores causados después de tantas cosas que debía manejar en sus pensamientos, tantos problemas que resolver, tanta mierda por la cual estaba viviendo.

Porque veía a DongYoung alejarse inexorablemente de su lado a pesar de que hacía todo lo posible para que no fuese así. Seguían yendo al karaoke con los demás de vez en cuando, aunque HanSol y Yuta estaban más concentrados en sus estudios que nunca y por lo tanto se excusaban regularmente a cualquier tipo de reunión que planearan. Después de todo la parejita no mentía; uno ya estaba en la universidad y el otro a punto de entrar a ella. Cuando el tiempo llegó, se despidieron de Nakamoto Yuta al final del año escolar sin mucha emotividad de por medio y no porque no lo quisieran, al contrario; el japonés les advirtió que no saldría de sus vidas tan fácilmente —les gustase o no—, y que por lo tanto no quería que pareciera una despedida final cuando no lo era. Y cumplió su palabra, invitándoles a cenar algo aquella misma noche en la casa donde vivía solo aún, preparando delicias japonesas de las cuales HanSol y él mismo debieron hacerse cargo prontamente para que la cocina no se incendiara en el proceso; las intenciones de Yuta eran buenas... pero sus habilidades dejaban mucho que desear.

Sin embargo, al final casi siempre terminaban siendo solo tres en sus reuniones: Kun intentaba alegrar el deprimente ánimo con una de sus nuevas aficiones —los juegos de magia—, pero ningún truco podía a veces mejorar el arruinado ánimo de ambos, o mejor dicho, del suyo.

Pero era bueno fingiendo, y DongYoung parecía no darse cuenta. Era todo lo que importaba. No quería ser una carga ahora que le veía tan lleno de trabajo por ser el presidente y el mejor alumno del instituto, claro que no; si debía callar lo mucho que le dolían algunas cosas entonces que así fuese.

Dolía aquellas veces que le veía almorzar a su lado en silencio cuando las conversaciones fluían tan bien antes, con los ojos perdidos en quién sabe qué, ensuciando su preciosa boca con la inusual torpeza que adquirió al masticar. Dolía que DongYoung le hiciera a un lado cada vez que la estúpida chica de cabellos negros llegaba a interrumpir sus conversaciones, y no pudiera hacer más que sonreír, más que mentir. Dolía ver que el mayor le invitaba menos a su casa y que por tanto las ocasiones en que le había visto dormir se hacían progresivamente más escasas, hasta convertirse en meros recuerdos en su retina. Dolía tener que fingir con una sonrisa que sí, estaba bien, que no pasaba nada. Dolía querer abrazarle, besarle, cuidarlo simplemente de todas las adversidades de la forma en que quería hacerlo aunque eso significara descuidar de sí mismo.

Aunque no era como si no lo hiciera desde su incómoda e infortunada situación de un burdo "mejor amigo": simplemente hacía todo lo que estaba a su alcance.

Por eso es que siempre le acompañaba a todo lo que pudiera, incluso cuando eso incluía eliminar de su vida algunas prácticas de su deporte favorito para simplemente verle tomar el cargo de las cosas más importantes... aunque su mejor amigo realmente no necesitara tanto de su apoyo moral ni de la reafirmación de sus capacidades: es que a DongYoung jamás se le hacía difícil el hablar en público.

You're Mine // JaeDo - DoJae - NCTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora