Replacement

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Todo pasó muy rápido para Jung YoonOh. Un nuevo año dejó tras de sí una celebración de Halloween en casa de Yuta, quien se negó a poner alguna película de terror bajo la excusa de que "le asustaban"... aunque pronto descubrió que la persona asustadiza en cuestión no era nadie más que HanSol, todo gracias al salto que pegó cuando Kun le tocó el hombro mientras se encontraba desprevenido, y por lo que todos estallaron en carcajadas (a excepción de Yuta, quien se molestó un poco de que asustaran al rubio aunque este se les unió en las risas sin mayores problemas, avergonzado de sí mismo).

También dejó atrás prácticas innumerables de baloncesto, un torneo interescolar ganado y por el cual mantuvo su puesto de capitán con orgullo, fines de semana jugando en algunos arcades con Kun, practicando fútbol con Yuta, o encerrado en su habitación para estudiar por mera obligación que las palabras de HanSol causaban en su conciencia. El crujido de las hojas otoñales bajo sus pies resonó con menos fuerza hacia el final de la estación y no por la falta de las mismas; la graduación tomó lugar y con ella, el grupo que tan fuertemente logró enlazarse en el instituto perdió a uno de sus integrantes. Ni siquiera una lágrima cayó por las mejillas de Yuta al ver al ahora graduado de su novio —porque sí, lo confirmaron en una tarde de palomitas y películas, aunque no fue realmente necesario: todos asintieron mientras ambos les atropellaban de preguntas para averiguar el cómo se enteraron de su relación y el porqué de su tranquilidad, como si fuese algo a nivel de comentar el clima— y, en cambio, una tranquila sonrisa asomó a sus labios durante todo el proceso de despedida. Yuta no volvió a meterse en peleas pero sus gritos no disminuyeron ni un poco; en contra de quien fuese su personalidad irascible salía a flote antes de que nadie pudiese detenerle.

En general fue un excelente año, disfrutando su tiempo libre con personas que nunca creyó posibles, gastando su tiempo en sus pasatiempos...

Y sobre todo mucho, pero mucho tiempo con DongYoung.

HanSol prácticamente le dejó al nuevo presidente un manual con cada paso a seguir, los protocolos y la agenda destinada para el resto del año, por lo que era bastante tranquilizador verle casi sin carga extra a diferencia del rubio que estuvo al borde del colapso anteriormente. Aun así, notó sus bostezos más usuales hacia el final del año escolar, la coloración ligeramente oscura bajo sus ojos. Solo esperaba que fuesen meras imaginaciones porque verle así por cualquiera fuese la razón le hacía sentir un poco frío, inútil, al no poder hacer nada para aliviarle.

No era como si un abrazo fuese a solucionar nada, se convencía a sí mismo para frenarse cada vez que sus manos se movían inconscientemente hacia él para simplemente retenerlo entre sus brazos y susurrarle que todo estaba bien, que no había razón alguna para soportar todo por su propia cuenta, que quería ayudar.

Jamás lo hizo. Simplemente le quedaba observando, demasiado lejos y demasiado cerca a la vez.

Pero dejando de lado aquello, la forma en que el de rasgos dignos de un conejo le hacía sentir no hizo más que volverse más fuerte, más intensa. La razón era simplemente que sus rutinas eran completamente compatibles. DongYoung se quedaba en las bancas, realizando su tarea mientras él se encargaba de encestar con el resto del equipo; mientras que cuando su hyung se encontraba estudiando en casa le acompañaba con una taza de humeante chocolate caliente que la madre del mayor hacía con tanto afecto y atención, en total mutismo, disfrutando de la forma en que su ceño se fruncía al encontrarse con un problema difícil de resolver. Era ciertamente lindo, y no importaba hacer literalmente nada solo por ver esas pequeñas señales que le hacían descansar con una amplia sonrisa a la hora de dormir.

Sí, tal vez sus rutinas no eran tan compatibles como quería pensar, pero se encargaba de hacer que lo fuesen al mayor grado posible. Tal vez, forzando un poco sus propios planes para verle más, para pasar un par de segundos más con él, su mejor amigo.

La navidad fue un hecho más que disfrutable, porque a punta de esfuerzo y varios intentos fallidos logró dar con una tanda deliciosa de galletitas de jengibre, que su hyung saboreó con una cálida y acogedora sonrisa. La blanca bufanda que obtuvo de él una semana antes de la fecha fue más que un regalo preciado; la guardó en su armario hasta que el día tan esperado llegó y se envolvió en ella con una sonrisa, disfrutando de la textura de la lana contra su piel. Ciertamente no hubo mejor regalo que ese en toda la jornada, y no era como si necesitara más; tener un regalo tan abrigadito de su hyung era mejor que soportar el frío que se desplegaba en esa fecha anualmente, tal como al resto de los días importantes del año.

Con DongYoung era ciertamente, diferente. Y lo agradecía de corazón.

Pero todo pasó como un flash en medio de la oscuridad. Y para cuando pudo acostumbrarse nuevamente a la penumbra fue que notó que estaba nuevamente en febrero, ad portas de su cumpleaños. A DongYoung le celebró con una usual tarde de karaoke donde el resto a pesar de sus ocupaciones propias pudo asistir y en donde rieron hasta llegar a las lágrimas, felices de poder estar reunidos después de un tiempo separados. Mas, aunque le encantó poder celebrar el cumpleaños número diecisiete de su hyung, ciertamente estaba más emocionado por el suyo propio; algo que sin embargo no tenía ni una pizca de egoísmo o narcisismo.

A decir verdad, la única razón por la cual le emocionaba su cumpleaños era porque coincidía justamente con la fecha que le tenía entusiasmado desde hace un tiempo, y todo porque ya sabría a quién regalarle chocolates este año. Miró de reojo a su mochila desde donde se podía notar una cajita de color azul con una linda cintita blanca que, le aseguró, estaba obrando bien. Cada céntimo ahorrado e invertido en ese regalo valdría completamente la pena, porque Kim DongYoung volvería a tener sus finos bombones de cremoso chocolate en su casillero.

Y no importaba nada, ni siquiera el rugido de su estómago o el dolor de sus pies por tantas caminatas, si podía ver a su mejor amigo emocionado tal como en el año anterior.

Yuta ya sabía el plan, aunque de su boca no salió pregunta alguna de por qué quería añadirle además una cartita que indicaba un "Para oppa" en el reverso. Simplemente aceptó y agradeció que fuese así, tal como el año anterior donde recurrió igualmente a sus habilidades como forzador de candados que terminaron por ser tan útiles y que, esperaba, fuesen igual de funcionales ahora que nuevamente estaba haciendo algo tan loco como aquello. El japonés le esperaría a la hora de almuerzo cerca de los baños, le pasaría el regalo y para cuando DongYoung recogiera las cosas de su casillero todo debería estar completamente listo; ese era el plan.

Pero todavía era muy temprano para aquello. Con sopor fijó la vista en la ventana mientras los inútiles números de la clase de matemáticas desfilaban en la pizarra, y solo salió de su ensimismamiento cuando el timbre anunció el primer receso. Las chicas de su alrededor se giraron y simplemente le entregaron algunos paquetes de chocolates adjuntados a lindas y fragantes cartas, las cuales agradeció con una sonrisa a pesar de la ansiedad que le invadió por no poder escapar de allí a tiempo para ver a su hyung. Con cuidado los guardó en su casillero antes de tener que controlarse a sí mismo para no correr hacia DongYoung y, con una sonrisa en el rostro, se asomó por la puerta que daba hacia el salón de clases en el que debía estar él.

Sin embargo dejó de sonreír en el acto. Tuvo que restregarse los ojos para ver mejor, pero dentro de la gran gama de emociones que sintió no encontró rastros de celos, o de enojo, o de nada; solo una gran curiosidad preponderante porque una chica de largo cabello negro le estaba entregando a su mejor amigo un pequeño paquete de chocolates. Él parecía feliz.

Enormemente feliz.

¿De verdad eres tú?

Tuvo que esperar unos segundos para entender a qué se refería su hyung.

—¿Tú, la que me dejó los bombones el año pasado... esos de empaque azul?

La chica al frente de DongYoung asintió, él simplemente sonrió ampliamente.

Y Jung YoonOh sintió cómo su mundo se desmoronaba porque alguien había tomado su lugar. 



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¡Hola a todos! Lamento muchísimo la demora con este capítulo, pero de verdad no he podido actualizar antes y pasará un tiempo antes de que lo vuelva a hacer de nuevo (si quieren pásense por mi perfil para más detalles </3) Ya saben (? lo mucho que me gusta escribir así que apenas pueda volveré por aquí <33

¡Nos vemos! 

You're Mine // JaeDo - DoJae - NCTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora