Cuentas que aclarar

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La historia del Bar 201 es peculiar. Se abrió hace mucho tiempo y se seguía conservando. El bar debió ser en un inicio Bar 2001 Oddissey pero desde un inicio uno de los ceros dejo de funcionar y permaneció descompuesto tanto tiempo que pensaban que era 201. Lo volvieron a arreglar pero a nadie le gusto como sonaba y los punks se encargaron de destruir de nuevo el cero.

Había una estridencia contaminada de nuevo. La música en lo más alto, las letras se derretían. Cuando ella se dio cuenta ya estaba en el mismo baño, frente al lavamanos sosteniendo su lápiz color rojo.

Lo miro entrando desde lejos, ella trato de evitarlo saliendo por la puerta de atrás. Avanzo por la calle hasta que los sonidos de noche en el bar 201 iban rompiéndose en pedazos.

-Nena

-Déjame en paz, Peter. Vete al carajo

-Detente por favor

Ella se detuvo en seco y transitaron tres carros azules a su lado. La punta en su tacón crujió y se desbarato haciéndola ondearse.

-Me dejaste hablando solo esa noche

-Lo siento...

-Se te rompió el tacón

-Ya lo sé...no soy intelectualmente débil

Él sabía lo estúpido que se veía siguiéndola. Ya no había nadie en la calle.

-Ya sabes que no importa lo rápido que corras, nena. Siempre te voy a alcanzar

-Pues esta vez llegaste demasiado tarde...no creas que no me he dado cuenta que me has seguido estos días...no sé qué quieres de mi

-Quiero resolver las cosas

Comenzó a llover ligeramente y conforme avanzaban los minutos acrecentaba la inminente tormenta.

-Nena, está cayendo un poco de lluvia. Vámonos a otro sitio.

-Vamos a tu casa

Pensó demasiadas cosas para sí misma. Ven, tómame de la mano. Te contare mis secretos en la carretera. Me tele transportaré a tu alma con un espejo. Sacare de tu pecho una vena azul y la conectare a mi reproductor de música. Oye lo que siento cuando te veo. Mátame, rómpeme, destrúyeme y cúbreme de consternación. Pero ya no me mientas, Peter.

Su casa quedaba tan lejos que había que tomar el tranvía. Durante el camino no dijeron nada.

Habiendo llegado ya estaban un poco empapados. Él le pidió permiso para abrir un Jack Daniels sobre el estante.

-Es poco pero servirá- la botella estaba a la mitad

-Creo que hemos tomado de más últimamente

-Así tranquilizo a mis fantasmas

-Tal vez todos estamos llenos de fantasmas en el fondo de nuestros universos

-¿Tú tienes?

-Si...solo uno

-¿De verdad?

-Eres tú

Él saco de su bolsa del pantalón una fotografía polaroid. Estaban abrazados en el fuerte de madera el día de la lluvia de estrellas.

-Luces muy guapa en esta foto

-Tú no estás nada mal

-Quería que la tuvieras tú

- Gracias

-Bien sabes que ahora estoy loco por tu culpa- dijo él y acaricio un poco su mejilla.

-Me hubiese gustado que todo fuera diferente

La tomo con sus manos obligándola a verlo a los ojos.

-Ya me canse de jugar a las escondidas contigo...siempre te vas y tengo que ir por ti

-Pues no lo hagas, deja de verme y ya no me busques más- ella lo miro con confusión

-No puedo...te amo

La abrazo despacio buscando respuestas en su piel. En su perfume y en la textura de su cabello.

Seguía lloviendo en el exterior. Él la beso de forma apasionada y calmada, buscaba respuestas ahora en sus labios que furtivos en las sombras protegían su realidad. Ella beso su cuello y sus labios formando un camino abrumador. En un momento ya estaban en la habitación quitándose la ropa y besándose. Acaricio sus senos como el más suave terciopelo y ella devoro sus hombros con una sensualidad felina.

Hicieron el amor bajo la lluvia y en el momento culminante ella le dijo que lo amaba con su mirada. Él sintió un profundo estremecer .Se aferró a su cuerpo hasta quedarse dormido.

Ella abrió los ojos, lo vio recostado a su lado dormido, acaricio su cabello encrespado.

Lo beso en la frente al salir. En la estación volteo.

- Demonios, olvide mis medias

Crónicas (Peter Maximoff)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora