Saliendo del trabajo, Yans se va a su casa para cambiarse. Estaba algo nervioso, cada vez que recordaba que tenía que pasar buscando a Melissa le entraban unos nervios que saltaban por todo su pecho. Buscaba la ropa que se compró el otro día con sus compañeros, y de pronto le entró un dolor cuando se acordó que él había discutido con ellos solo porque lo querían ayudar con Melissa, pero en la fiesta tenía que resolver esa situación con sus amigos, teniendo en cuenta que se iba a arriesgar a confesarle su amor a Melissa sin importar las consecuencias, sobre todo la confianza de su amigo Pablito. Era algo que tenía que hacer para poder tener paz en su corazón, independientemente de cuál sea la reacción de Melissa.
Pensando en todo esto, se coloca su Jean con unos zapatos deportivos blancos, un suéter gris y una chaqueta de cuero color negra. Su cabella estaba engominado y luego de mirarse en el espejo, bajó para despedirse de su abuela sin antes de que ella le dijera:
– Hijo, estas guapísimo, ahora si podrás conquistar esa chica que te gusta.
– ¿Chica que me gusta? – Preguntó él extrañado con media sonrisa – ¿De qué hablas abuelita?
– Jajá, hijo, yo podré ser vieja, pero no soy tonta.
– Sí abuela, lo que tú digas – Le contestó y le dio un abrazo –. Con tu permiso me tengo que ir, ya es tarde.
Tomó un taxi para dirigirse a la casa de los Martínez. Al llegar, se baja del taxi y se dirige a la puerta en el camino que estaba entre el jardín. Cuando estaba en frente a la puerta empezó a relajar su cuerpo, frotaba sus manos y respiró profundo. Estaba a punto de tocar, la puerta se abrió y salió el señor Pablo.
– ¿Qué desea, joven? – Le dijo el señor Pablo con su voz de padre autoritario.
– Ven... vengo por su hija... ¡Digo! – Corrigió Yans por su nerviosismo – Para acompañar a su hija a los quince años.
– ¡Ah! Tu eres el amigo de Pablito – Dijo estrechándole la mano –, ven pasa, Melissa está terminando de arreglarse.
Yans pasó. El señor Pablo le ofreció agua y algunos caramelos que había en una taza que estaba en medio de la mesa del comedor. Pablito salió de su habitación, y cuando vio a Yans, le dio un jalón y lo llevó a su habitación.
– Ven a mi cuarto, Melissa se está arreglando y tú sabes cómo son las mujeres, se tardan un siglo arreglándose – Dijo Pablito tomándolo del brazo y jalándolo hasta su habitación.
– Está bien – Contestó Yans.
– Llegaste puntual – Le dijo Pablito acostándose en su cama y bajándole volumen al televisor –. Espero que cuides bien a mi hermana.
– Tranquilo, lo haré – Le aseguró Yans –. Y tú... ¿Estás seguro de que no quieres venir a la fiesta?
– No hermano, no estoy preparado para un reencuentro con Juli. Es mejor que me quede tranquilo y que Dios tome el control.
– Okey, como tú quieras – Contestó Yans encogiéndose de hombros.
– Por cierto, me gusta tu nuevo estilo. Espero que puedas conseguirte una novia en esa fiesta.
– Ah claro, no sé si eso sea posible – Contestó –. Quizás hoy pueda salir de la confusión que tengo.
– Tú vives confundido Yans, pero espero que conseguir la ayuda idónea.
– Esperemos – Respondió Yans algo sonrojado.
– Ven, creo que Melissa ya terminó de alistarse.
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El Joven talentoso (Novela Juvenil Cristiana).
Teen FictionSe dice que los seres humanos tenemos una inherente habilidad especial para destacarnos en ciertas partes de nuestra vida cotidiana, dichas habilidades especiales pueden heredarse de algún familiar o simplemente algo que nuestro padre Dios nos haya...