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La cocina de palacio está abarrotada de cocineros y camareros que no dejan de ir y venir. Aun así, no nos impiden la entrada desesperada a Henri y a mi. 

- ¿Señorita Singer?- pregunta una voz de mujer frente a nosotros. 

- ¡Doris!- exclamo cuando la reconozco. 

Han pasado dos años desde que vi por ultima vez a mi cocinera favorita de palacio. Ella ha sido siempre la que me consentía cuando venía a la cocina a escondidas de pequeña. 

Doris, que debe de terne más de cincuenta años, se acerca a mi con una gran sonrisa y me envuelve en un fuerte abrazo. Ella siendo una mujer ancha y yo más bien muy delgada, hace que me pierda un poco en su abrazo. 

- Cuanto tiempo sin verte, Wendy- dice en mi oído, aunque usa un tono de voz un poco demasiado alto y eso me duele en mi tímpano. 

- Estaba estudiando- explico mientras nos separamos y me encojo de hombros dandole una mirada un poco apenada. 

- Oh, entonces es perfecto. La educación es muy importante- dice Doris utilizando un tono muy maternal. 

-¿Tienes aquí los ingredientes para hacer mi receta secreta?- le pregunto a Doris mientras busco con la mirada alrededor de la cocina. 

- Por supuesto, cielo. Ya sabes dónde encontrar las cosas. Aquí nunca cambiamos la distribución.- Antes de volver a su trabajo Doris aprieta mi mejilla y saluda a Henri. 

- Vamos, Henri. Te voy a hacer mi receta especial- le digo mientras camino hacia la zona de congeladores. 

Abro uno de ellos y tomo una tarrina de nata. Lo dejo sobre la encimera mas alejada del ajetreo que está teniendo lugar cerca de las puertas de la cocina. Después busco una cuchara grande en los cajones, cuando no la encuentro levanto la mirada y Doris agita la cuchara que busco en el aire. 

- Gracias, Doris- digo tomándola de su mano y volviendo junto a Henri, quien me mira con interés. 

- No es la receta de un gran chef-le advierto en finlandés-. De hecho, ni siquiera puede considerarse una receta... pero te va a gusta. 

Encuentro dos cuencos de cristal y los apoyo en la encimera. Sirvo el helado en los cuencos. 

- Ahora falta el toque especial- le digo a Henri con una gran sonrisa. 

Me alejo de nuevo hasta el pequeño mueble de esquina del final de la cocina. Si Doris dice que las cosas siguen en el mismo lugar, mi ingrediente especial debe de estar donde estaba hace dos años. 

¡En efecto! Encuentro la botella con la bebida azul en el armario y la saco. 

- Tranquilo- comienzo a decirle a Henri cuando su cara muestra algo de preocupación-. No lleva nada de alcohol. No intento emborracharte. 

Eso hace que se ria. 

Abro la botella y vierto un poco de bebida encima de los helados de nata. Las lineas azules comienzan a teñir de celeste la nata blanca helada. Le paso su cuenco a Henri y después tomo el mío. 

- Hora de que pruebes la receta más tonta jamás inventada- digo con una gran sonrisa. 

Los dos clavamos la cuchara y probamos mi mezcla. Es una mezcla bastante extraña a lo mejor a simple vista... pero está muy bueno. Todo es dulce y el sabor de la bebida le da un toque distinto a la simple nata. 

- Está bueno- dice Henri-. Es diferente a cualquier cosa que haya probado o cocinado, pero está bueno. 

- Es muy de Illéa- aseguro-. No es para tirar cohetes, pero sirve para soportar los veranos de Ángeles, créeme. 

LA CORONA [Fanfic La Corona Kiera Cass (La Selección)]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora