Capítulo 11

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Olivia Pov

Estaba en la biblioteca, con Alessandro, Malena y Lucas. Los cuatro estábamos un poco cansados, por el proyecto que tenemos que hacer, que esta casi listo. Hubo un momento de furia entre los cuatros, ya que nuestro experimento no funcionó como queríamos y lo hicimos más grande, y ahí funcionó más que el anterior pero igual vamos hacer otro experimento. Haber si funciona. Lucas y Alessandro estaban a cargo del informe y yo con Malena estábamos a cargo del experimento.

- Ya quiero terminar esto -Dice Malena con mala gana.

- No te preocupes, lo terminamos hoy, ya que mañana tenemos que presentarlo -Dije de igual forma que Malena.

- No se quejen -Dice Lucas con la mirada fija en la hoja.

- Claro, tú lo dices porque sólo tienes que escribir, ya que Olivia te dijo lo que tienes que escribir y lo que no -Dice Malena un poco molesta.

- Calmense -Dice Alessandro- Creo que esto le está afectando -Me susurra sólo para mí. Yo asiento.

- ¡Si! ¡Terminamos! -Grita Malena pero fue callada al instante por la bibliotecaria.

- Silencio -Dice la bibliotecaria

- Ahora nos vamos -Dice Lucas.

- Gracias a Dios -Dice Aless mirando al techo.

- Really nigga? -Dice Malena. Yo sólo me aguanto la risa.

- Malena, primero que nada no soy negro, segundo Malena eres  tú la más negra que todos -Dice Aless, enumerando con sus dedos.

- Sólo lo dices porque tu color de pelo es naranja y tu color de piel es blanca, y no se diga más de tus estúpidas pecas en tu horrible rostro -Dice Malena fingiendo estar molesta.

- Sólo estas celosa -Habla Aless indiferente.

- ¿Por qué lo estaría?

- Porque eres negra.

- ¡Que no soy negra! ¡Soy morena! -Grita Malena

- Lo que tú digas..negra -Dice Aless con una sonrisa divertida y Malena grita de frustración.

- Shhh...silencio -Habla nuevamente  la bibliotecaria.

- Mejor nos vamos -Dice Lucas. Yo asiento.

Ordenamos las cosas antes de irnos.

Mientras caminaba en dirección a mi casa, iba con las manos en los bolsillos de mi pantalón. Hacía frío, el viento estaba helado, amenazaba con llover. En el camino sólo escucho melodías tristes de violín. No ha sido mi mejor día. Estoy demasiada cansada, quiero dormir, quiero descansar, sólo por unos días, pero si lo hago tendré más cosas aún.

Inserto la llave en la cerradura, a la primera no puedo y a la segunda tampoco *Maldita puerta* intento una vez más y lo logro, siempre me cuesta habrir esa maldita puerta.

Entre a la casa y me dirigí a mi habitación. En mi habitación, me saco mi mochila y lo lanzo en la cama, luego me lanzo yo. Cierro los ojos por unos segundos y trato de tranquilizarme, todo es muy estresante, cada vez que tengo muchas cosas que hacer, pienso que no voy a terminarlas, pero en realidad si lo hago.

Me levanto de la cama y me siento en el escritorio, prendo mi computador, mientras se prende por completo voy a la planta de abajo y me dirijo a la cosina, me preparo chocolate caliente y saco un Maruchan de la repisa. Lo destapo, y le echo agua caliente y espero tres minutos. Sé que el chocolate caliente y el Maruchan no es la mejor combinación, pero tengo hambre. Ya todo listo lo coloco en una bandeja y vuelo a mi habitación.

Lo ubico al lado del escritorio, donde hay una mesita.

Me siento en mi silla y empiezo mi informe.

Me dolían mis ojos, creo que trabajar en el computador a oscuras fue una mala idea. Mire en dirección a la bandeja, tenía hambre y no había nada. Puse mis manos en mi rostro y me frote, para que se me quite el sueño.

- Sólo un poco más -Susurro para mí misma.

La único que me faltaba era Imprimirlo, coloque las hojas en la impresora, lo imprimí y listo. Giré media vuelta en la silla y me levanté, apreté el interruptor de la luz, haciendo que se prendieron.

Arregle mis cosas, ya listo salí de mi habitación. Baje las escaleras, observe mi alrededor y todo estaba oscuro. Suspiro un poco frustrada.

Comí algo antes de irme a mi habitación.

Estaba ordenando mi cama antes de acostarme, ya lista apague las luces, pero con un espanta coco, esas luces de noche que ocupan los niños que no pueden dormir por la noche. Me acurruco en mi cama, cerre mis ojos. Y me dispuse a dormir.

Estaba en plena oscuridad, al principio no pude ver bien. Pero al pasar de los minutos, mis ojos se adaptaron a la luz. Me encontraba en mi casa pero su ambiente no era el mismo, se sentía como en un hogar, donde hay amor y felicidad pero se notaba claramente que alguien o algo había irrumpido en ese ambiente de paz y amor.

Me levanté del suelo empecé a caminar por mi cuarto donde antes yacía en el suelo. Mi cuarto tenía un aire a hombre, me refiero a que ese cuarto no era precisamente mío sino de un chico. Salí de la habitación y explore todo el segundo piso, las habitaciones estaban distintas tenían otro aspecto como si la casa no fuera nuestra, como si no viviéramos ahí. Mientras bajaba por las escalera pude contemplar los cuadros que colgaban de la pared. En la mayoría de los cuadros eran de una familia, donde se encontraba Owen. Ellos eran su familia.

Seguí recorriendo la casa hasta que comencé a oír unos gemidos de dolor, mientra más me acercaba más cerca se oían y el miedo comenzó a formar parte de mí. Miedo de encontrarme algo que mis ojos no querían ver. Miedo de esperarse lo que se imaginaba.

Me tope con la puerta que daba al patio trasero. Con mucho valor conseguí girar el pomo. Y como supuse, lo que veía antes de mis ojos no era de mi grado, no quería estar ahí contemplando esa escena tan horrenda que ni el peor enemigo desearía.

Owen yacía en el suelo, inmóvil. Mientras que unas siluetas de hombres lo rodeaban. No podía permitir que le hagan daño. No podía. Corrí hacía ellos y los empuje apartando los de Owen. Pero no fue suficiente, uno de ellos me a sujeto por los brazo y me aparto bruscamente de Owen. Mientras que uno de ellos agarraba un arma de fuego y lo apuntaba por la cabeza y disparo.


Me senté en la cama exaltada. Tuve una pesadilla, la peor de todas.

Puedo Sentir Tu PresenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora