Capitulo 19

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Capítulo 19

Nos mantuvimos en silencio, quizás lo necesitábamos, a veces el silencio nos ayuda y nos calma, tenía llegar ese momento. Estaba tan nerviosa, pero tan decidida a aclarar las cosas, a dejar de ser una cobarde y a coger mis consejos, que tantas veces daba a mi tropa, y hacerlos posibles con ella.

-Creo que hemos sido las dos un poco culpables de todo esto...

La miré, y me sonrió, ahí estaba otra vez. Cerré los ojos y respiré, los abrí y me encontré con su mirada.

-No, Malú. (Me acerqué un poco más a ella, y cogí sus manos) No voy a marearte más, no te lo mereces. Voy a irme a Argentina una temporada... yo... yo te necesito pero.... Entiendo que...

-Vanesa.

-Espera. Necesito decirte que...

Apreté fuerte sus manos, y tuve de dejar de mirar sus ojos, se puso seria cuando le dije que me iba, y me dolió. Pero era necesario, no quería escapar, sino darle tiempo, espacio y por supuesto que lo nuestro desapareciera, por ella, por nosotras. Dolía demasiado tenerla cerca y no poder tenerla. Había llegado tarde, Gonzalo estaba en su vida. Ya no pintaba nada allí. Me había quemado demasiado, había sido tan tonta dejándola escapar, que no podía hacerle esto, tiene que ser feliz, y quizás su felicidad es tenerme lejos, que pueda hacer su vida aunque para ello tenga que perder la mía. Cogí aire, y lo solté despacio, no la miré a los ojos porque no sería capaz de decirle nada.

-Te quiero, creo que nunca voy a querer a nadie como a ti, nunca voy a enamorarme hasta perder la cabeza como lo he hecho contigo. (La miré) Necesitaba decírtelo. Necesito que sepas que quiero que seas feliz, y que entiendo que tu felicidad no esté a mi lado.

-Vanesa...

-Y entiendo también que sea Gonzalo quien te dé esa estabilidad que yo no puedo darte...

-Vanesa.

-Es un buen tío y...

Me cortó, no me dejó hablar más. Y lo hizo de la manera más bonita del mundo. Cogió mi cara con una de sus manos y junto sus labios con los míos, con fuerza, con ganas, mientras la otra mano apretaba la mía. Sonreí al separarnos, mientras su frente y la mía quedaban juntas, me quedé con los ojos cerrados, recordando en mi cabeza, en bucle, lo que acababa de pasar, para llevármelo guardado conmigo, al fin del mundo.

-Tenía que callarte de alguna forma... (Sonreí, abrí los ojos y me separé un poco de ella) No quiero que te vayas.

-Malú...

-No, ahora voy a hablar yo.

Se separó por completo de mí, y fue ella ahora la que cogió mis manos para juntarlas con las suyas, las colocó en medio de las dos, y empezó a hablar.

-No quiero que te vayas, necesito que estés aquí, saber que estas aquí, a mi lado. (Iba hablándome mientras sus dedos no paraban de acariciar y jugar con los míos) Por favor, no... no te vayas.

Iba hablar cuando se abrió la puerta de casa, por un momento pensé que era Pepi, pero me equivoqué.

-¡Hola chicas!

Malú me sonrió y se levantó, se puso al lado de Gonzalo y lo estiró hacia el sofá. Se pusieron los dos enfrente de mí, que aún seguía sentada, sin entender nada.

-Vane, Gonzalo, Gon esta es Vanesa.

Los dos nos miramos sin entender muy bien que estaba haciendo. Sorprendidos la miramos a ella también que sonreía mirándome.

-Malú... (Dijo Gonzalo mirándola) Nos conocemos.

Ella rió, y se sentó a mi lado.

-Lo sé. (Dijo) Pero nunca os había presentado oficialmente.

Miró a Gonzalo, y os puedo asegurar que si hubiera un agujero en el suelo me tiraría y desaparecería. Pero no, ahí estaba, sin entender nada, sentada al lado de Malú, y esta sonriéndole a Gonzalo mientras se miraban. Dejé de observarlos, y volví a centrarme en el suelo, me estaba cabreando, no me gustaba que se burlasen de mí, y así lo sentí. Quizás no me he portado bien con ella, pero, ¿Por qué juega?

-Un placer conocerte Vane.

Miré a Gonzalo de nuevo, y estaba sonriendo. Bajó hacia mí y me dio dos besos que acepté. Volví a mirar a Malú.

-¿Me puedes explicar todo esto?

Lo dije tan seria que ella eliminó su sonrisa de la cara.

-No, no pienses cosas raras. (Volví a mirar al suelo, pero cogió de nuevo mis manos, fuerte) Os quiero presentar pero como lo que sois.

La miré, se levantó de nuevo del sofá y se puso delante de Gonzalo, me levantó estirando de una de mis manos.

-Vane... él... (Bajó su mirada) me ayudó cuando te fuiste la penúltima vez de mi vida, estuvo presente todos los días mientras yo intentaba levantarme de la cama...

Dolió oír aquello, apreté más fuerte su mano, y miré a Gonzalo mientras él ponía su mano en el hombro de Malú, y esta le miró.

-Por eso quiero presentaros como tal, él es mi confidente, mi mejor amigo... digan lo que digan las revistas. Y tu... (Me miró).

En la cola del vientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora