Capítulo 20
Se quedó en silencio, mirándome, no sonreía y tuve miedo. ¿Quién era yo para ella? ¿Cómo me presentaría a su mejor amigo...? Terror es lo que recorría mi cuerpo nervioso, no pude aguantarle mucho más su mirada, así que mis ojos bajaron al suelo, fue poco tiempo porque ella cogió mi barbilla con cuidado para que volviera a tenerla frente a frente.
-Tu... (Sonrió al fin) Eres todo aquello que he querido siempre. (Me sonrojé) Gonzalo, (le miró) te presenta a Vanesa, ella es mi fugitiva...
Me quedé quieta, 'mi fugitiva...'. Como el poema que me dedicaba a mí misma en el libro, el último escrito publicado en él. Estaba anonadada, la observé y ella se giró a Gonzalo, e hice lo mismo. Estaba callado, observando la situación, tenía una sonrisa en sus labios y emoción en sus ojos que me impactó. Malú volvió a mirarme.
-Quiero seguir adivinando esos sabores que un día probé a tu lado, para asegurarme el otro lado de la cama... (Sonreímos) Yo también sé de tu nombre antes de pronunciarlo, y quiero volver a movernos a tiempo, e ir contigo lejos de la soledad, porque estaremos juntas y no necesitamos nada más. (Bajó su mirada esta vez) Quiero ser la única boca que riegue tu saliva.
Y ahí no pude más, reí, si, reí. Mis lágrimas ya habían abandonado mis ojos y resbalaban libres por mis mejillas. Pero reí. Esas palabras sobre mi poema... esas frases que me dedicaba a mí y que ella, tan delicadamente había hecho suyas... nuestras. Cuando se dio cuenta que me reía, levantó rápido de cabeza y me miró. Negué con la cabeza aun sonriendo, di un paso, acerqué sus labios a los míos cogiendo su nuca con mi mano y la besé. Y la fugitiva que llevaba dentro apareció, porque separarnos es imposible, nos sabemos demasiado. Igual que nos sabemos demasiado entre nosotras. Fue un beso cálido, bonito, de esos que nunca quieres que se acaben, lleno de calma, y amor. Pero tuvimos que separarnos, para volver a la realidad, juntamos nuestras frentes.
-No sabía que había alguien más que me conocía tanto como yo... (Comenté sonriendo)
-(Rio) Pues ya ves... No sé qué me das, que lo haces todo fácil...
Me separé de ella y le sonreí.
-Eres... eres parte de mí, eres parte de esta fugitiva que llevo dentro.
Sonrió, le acaricié la mejilla y volví a besarla. Apreté fuerte mi mano en su nuca, y respiré de ella. Cuantas tonterías habían pasado por nuestras cabezas locas todos estos años, y sin más, aquí estamos. Empezando de nuevo. Pero... quizás ha llegado el momento de no empezar, sino, continuar. Continuar con lo que tenemos, esa base fuerte de la que nunca nos hemos bajado.
-¡Vaya! Ya era hora...
Me separé rápido de Malú, y me giré hacia la puerta encontrándome a Pepi sonriéndonos. Me sonrojé y bajé mi cabeza, oí a Malú reír y la miré.
-Mamá...
-No hace falta que digas nada hija, y tu Vanesa (la miré), ven aquí.
Miré a Malú y me sonrió, me separé de sus manos, que aun teníamos unidas, y me acerqué a Pepi.
-Yo...
Apenas me dejó hablar, estiró sus brazos y me abrazó fuerte. Un 'me alegro mucho...' susurrado es lo único que dijo, y apreté más mis brazos a su cuerpo. Nos separamos y le sonreí.
-Solo quiero que ella (dijo mirando a su hija) sea feliz...
-Y... (Le sonreí) Yo quiero que lo sea.
-Lo sé. Quiero que seáis felices las dos, y solo os he visto bien cuando estáis juntas. Así que hacerme el favor de quereros.
Miré a Malú, y sonreímos. La Pepi tan sabía cómo siempre. Me acerqué a Malú y volví a cogerme de su mano, de esa que cogería siempre para irme a cualquier lado.
-Creo que ha llegado la hora de irnos, Pepi...
-¡Toda la razón Gonzalo! ¿Me llevas a la estación?
-Pero mamá...
-¿Qué? No voy a quedarme para haceros de sujeta velas... (Me reí ante ese comentario) Cogeré el primer ave que salga a Sevilla, no te preocupes.
Se acercó a nosotras y se despidió, le di las gracias por todo, a lo que me contestó con un golpe en el brazo y sonriendo. Fue a buscar su bolsa al dormitorio mientras Gonzalo vino a nosotras.
-Voy a dejar a tu madre y mañana ya vendré a buscar mis cosas...
-Pero Gon...
-No, no. Es vuestro momento, yo estaré siempre detrás del teléfono.
Abrazó a Malú, y me dio un par de besos a mí.
-Cuídamela. (Me dijo)
-No lo dudes.
Pepi bajó con su maleta ya lista, y se fueron, junto con Gonzalo.
-Y ahora... ¿Qué?
Me giré hacia ella, no sabía que contestarle porque también me preguntaba lo mismo. Así que opté por lo más fácil, sonreí y la besé. ¿Para qué contestar algo cuando puedes hacerlo? Noté como sonreía en el beso, y ahí caí. Dejé sus labios y me centré en su cuello. Y ahí cayó ella. Di un paso y volví a besarle los labios, otro y chocó con el sofá, se separó de mí y se sentó. Me sonrió mientras yo me ponía a su lado. No me dio tiempo a acomodarme que ya estaba atacando mi boca. Nos teníamos ganas. Hizo que me tumbara y se puso encima de mí, besó mi cuello y enloquecí, mi oreja y suspiré. Bajó su mano hacia mi barriga, la acarició, abrí los ojos, sentí miedo. Volví a cerrar fuerte los ojos.
-¿Estás bien?
-Yo...
Separó la mano de debajo de mi camiseta, y la colocó en mi mejilla. La miré, y me besó.
-Tranquila...
-Lo siento.
-¡Eh! (Cogió mi cara con sus manos) Ni se te ocurra decir eso.
Noté como secaba las lágrimas, que caían sin control, con sus dedos. Volví a cerrar los ojos, esta vez disfrutando de las caricias que Malú me dedicaba en la cabeza. Ojala pudiera acariciarme las ideas, incluso quitarme esta sensación de miedo e inseguridad que se ha colocado de repente en el centro de mi cerebro.
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¡Gracias por seguir leyendo, comentado, y dándole a la estrellita!
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En la cola del viento
FanfictionEn la cola del viento... Historia ficticia de Vanesa Martín y Malú. Con total respeto y admiración hacia ellas. Disfrútenla.