Capítulo 2

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Despierto y mi teléfono empieza a sonar. Elizabeth.

- Hola, ¿a que no sabes quién folló anoche con un tío de 29 años? -dice ella -Dios Matthew es una fiera en la cama. ¿Cómo te encuentras?

- Bien, al llegar a casa entre por la ventana del sótano y me lavé la herida. Por suerte no se ve, aun que duele un poco -le respondo.

- No debiste haberte ido, tu hermanastra se fue a Jaguar y se le ofreció. Fue tan divertido ver como la rechazaba.

- ¿La rechazó? -pregunto haciendo una mueca -Dios hoy estará insoportable.

- No solo la rechazó sino que le dijo que no quería follarse a una puta tan usada con una voz de pito insoportable -me dice ella.

- Ese boxeador me cae bien -digo en un susurro.

- ¡Katherine! -oigo la voz de mi hermanastra -sube a hacerme mi desayuno ahora.

- Elizabeth te dejo, ya sabes que no me dejan tener teléfono -le digo.

- Sí, me di cuenta cuando te lo compraste con tus ahorros Cuidado con la putita -me dice ella.

Cuelgo y escondo mi teléfono tras ponerlo en silencio. Subo y me encuentro a una muy malhumorada Marta.

- ¿Quién te piensas que eres para hacerme esperar? Das asco -me dice ella -Hola mami.

- Marta esas feas palabras no se dicen, recuerda que hoy vienen unos amigos de mamá a cenar y debes mostrarle respeto a tu hermana -ahora dice mirándome -Encárgate de hacer la cena e intenta estar presentable en la cena, das asco.

- Sí señora -digo en un susurro.

- Haz nuestros desayunos y luego Marta te dejará uno de sus viejos vestidos, a ver si así pareces una persona. -dice con desprecio.

Con los ojos encharcados de lágrimas me dirijo a la cocina y le hago el desayuno a "mi familia" me bajo al sótano y me doy una ducha, me curo la herida de la cabeza y me visto. Quedo con Elizabeth para buscar trabajo. Hoy tenemos una entrevista en una cafetería- pastelería.

- Hola, ¿por qué esa cara? -pregunta mi amiga.

- Llevan humillándome todo el día. No puedo más. -digo con un hilo de voz -Necesito el trabajo, así en dos años podré irme a vivir a algún lugar lejos de esta horrible gente.

- Nos iremos a vivir juntas y hoy si quieres puedes venirte a dormir a casa.

- Hay una cena, unos amigos de mi brujastra -digo con una sonrisa.

- Muy buena esa -dice riendo.

Llegamos a la cafetería y nos encontramos a unas chicas esbeltas en la barra y a una mujer con el mismo físico de unos 50 años.

- Vosotras debéis ser Elizabeth Clay y Katherine Straws -dice ella con una sonrisa. Yo me limito a asentir -venid, vamos a hablar sentaros. ¿Queréis tomar algo?

- Dos cafés con leche -pide mi amiga -Con los nervios ni hemos desayunado.

- Aquí no mordemos a nadie, podéis estar tranquilas -ella da la orden a una chica de forma afable- Vayamos al grano. En vuestra solicitud os dirigís de manera muy educada a mí, eso lo valoro mucho ya que parte de nuestra reputación se basa en la educación y afabilidad de nuestras camareras. Esta es una cafetería dónde solo contratamos a chicas que quieren adentrarse al mundo laboral, agradecemos la experiencia pero no es lo que más valoro. Quiero un completo compromiso con el trabajo y si no es así tal vez deberíais replantearos la solicitud a mi local.

- Somos estudiantes, ahora estamos acabando el curso por lo cual estamos algo estresadas -dice mi amiga -nuestra falta de experiencia nos puede jugar en contra, pero eso se suple con ganas y necesidad de trabajar.

- Al ser estudiantes tendríais un horario más adaptado y flexible, como todas las chicas, pero eso no importa -dice la mujer.

- Sé que le debemos parecer unas niñas, pero le aseguro que no lo somos. Si el problema es la experiencia le puedo asegurar que en mi casa hago de sirvienta, y ella me ayuda casi cada día. -le digo a la mujer- No nos juzgue por lo que parecemos, se lo ruego.

- Lo tendré en cuenta... -me dice la mujer.

- Si el problema es el peso, puedo perder lo que haga falta -le digo. Mis manos empiezan a temblar.

- ¿Qué? No digas bobadas cielo, eso no me importa y estás preciosa. Créeme que ese no es el problema. Al ser menores deberíais haber venido con vuestros padres- mi cara se descompone al oír esas palabras.

- Mierda -dice Elizabeth.

- ¿Porqué, qué ocurre? -dice mirándome -¿Tienes algún problema con ello?

- Debo irme -le digo y salgo corriendo de la cafetería.

Le envío un mensaje a Elizabeth para que sepa que estoy fuera esperándola. Pasan diez minutos hasta que sale la mujer de la tienda y se me acerca.

- Oh, vamos entra preciosa -me dice con una sonrisa -entra, tenemos que hablar. -Ella me coge del brazo y me hace entrar en la cafetería -Veamos qué podemos hacer. Tu situación no te favorece.

- Lo siento -le digo a Elizabeth.

- El contrato lo puedes firmar tú -me dice la mujer -Comprendo tus problemas y situación y como que me llamo Ann que tú empezarás a trabajar aquí la semana que viene, siempre y cuando aceptes el trabajo, y tú también Elizabeth. Eso sí, llevaréis un uniforme, este mes los he cambiado y son como vestidos. No lo tendréis que pagar, os daré tres uniformes a cada una y os encargaréis de hacerles el mantenimiento. Debéis estar siempre presentables ante el consumidor y ser muy educadas y amables. Os llamaré con motes o apodos cariñosos y seré como vuestra madre y me encargaré de cuidaros. Vuestro salario será de 30€ al día, siempre estaréis o de mañana o de tarde. -se levanta y entra en un cuarto a los cinco minutos sale con dos carpetas una violeta y la otra transparente -Katherine -me entrega la carpeta violeta - y Elizabeth, estos son vuestros contratos. Tenéis una semana para presentarlos firmados. Sino venís el sábado que viene antes de la hora del cierra de la cafetería entenderé que no queréis el trabajo. Leedlo atentamente y cualquier duda me llamáis, mi teléfono está en la documentación. Rellenad los huecos en blanco y firmadlo. Espero tener noticias vuestras. Y no intercambiéis las carpetas, yo he firmado como tu responsable en caso de accidente laboral tu seguro estará a mi nombre -me dice ella.

Salimos de la cafetería con una gran sonrisa.

- Tenemos trabajo Kat -me dice mi amiga.

- Tenemos trabajo Beth -le digo -pero, ¿me podrás guardar tú el contrato? Si me lo ven en casa...

- Claro tranquila. Por cierto hoy he recibido un mensaje de Matthew -me dice ella con una sonrisa -nos invita a las dos a ir a ver un combate. Nos ha comprado la entrada ya.

- Pero sin golpes ni toallas voladoras -digo. Ella se limita a sonreírme y a morderse el labio.

El Jaguar de mi vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora