Capítulo 26. Tenemos que hablar

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Chase

—¿Dónde está Lauren?—pregunté al ver solo 8 chicas sentadas en la mesa.

—En su habitación—respondió Dinah tomando un poco de jugo.

—Se niega a bajar y a verte—continuó Camila.

—¿Se niega a verme? ¿A mí?—me señalé indignado—¿Pero porque?

—Ummm, no se, quizás porque impediste que su cangura tuviera una relación amorosa con el canguro de Niall—dijo Ally metiendo un bocado de tocino a su boca—Pero quizás sea por otra cosa, solo estoy adivinando—sonrió sin mostrar sus dientes haciendo que sus cachetes se vean muy inflados por la comida.

—Primero que todo—levanté mi dedo índice—Ally, eres una dama, las damas no hablan con la boca llena—ella rodó los ojos—Y segundo que todo, no es mi culpa que aquellos chicos sean unos desubicados—me crucé de brazos.

—Chase, no se trata si son desubicados o no—comenzó Jesy—Se trata de que no quieres que nos pasemos con ellos por tu rivalidad con Cora.

—Si, ya supéralo, eso fue hace mucho—la apoyó Leigh-Anne.

—Eso es algo insuperable—dije desviando la mirada.

—¡Eran niños!—exclamó Jade.

—Eso no quita el hecho de que me robó algo muy preciado.

—Chase, quizás nosotras seamos 9 mujeres, pero tú eres la más niñita de todas—dijo Normani y las demás comenzaron a reír.

—¡Ríanse! Que yo seré el último en reír—me paré de la mesa y tomé un plato con desayuno y un vaso con jugo para llevarlo a la habitación de Lauren.

Se preguntarán de que problema con Cora las chicas están hablando, pues bien, ella y yo nos conocemos desde hace mucho tiempo y al parecer no lo recuerda. Ambos de nuestros padres son socios desde hace muchos años y es por eso que la conocí. Antes éramos muy buenos amigos, pero luego ocurrió algo que terminó por completo nuestra amistad. Discutimos por eso y poco después su madre la envió a un internado fuera del país. Desde entonces no la volví a ver hasta aquel día en el aeropuerto que casi la atropello. Al parecer ella hizo un muy buen trabajo olvidándome, pero yo todavía no lo hago, es difícil olvidar sus ojos azules, su sonrisa, su cabello, es difícil olvidarla a ella, que aunque sea una bipolar de mierda alguna vez la llamé mi amiga.

—Eres una niñita Chase—me dije a mí mismo tocando la puerta de la habitación de Lauren—Supérala, es tiempo.

—¿Quién es?—preguntó la chica al otro lado.

—Chase—respondí haciendo una mueca.

—Oh, Chase—dijo abriendo la puerta y sonriéndome—¡No quiero verte!—gritó para luego cerrarme la puerta en el rostro.

—Que carácter tienes—murmuré—Te traje el desayuno.

—Déjalo frente a la puerta—dijo.

—¿Ahora?—pregunté mirando confundido los alimentos.

—Claro que ahora, ¿a qué hora piensas que desayunaré? ¿A las 12?

—Está bien, está bien—dejé el plato de comida y el vaso de jugo frente a la puerta para luego levantarme y tocar la misma—Listo.

—Bien, ahora date la vuelta—ordenó.

—Pe...

—¡Date la vuelta he dicho!—exclamó y yo hice lo ordenado.—¿Ya te volteaste?

—Si—asentí—No entiendo porque tengo que hacer esto, ¿acaso no es más fácil que me dejes pasar para solucionar este malentendi...?—pero antes de poder terminar sentí como la puerta que había a mi espalda cerró de un portazo. Bajé la mirada y la comida junto el vaso ya había desaparecido.

—No le trajiste nada a Marina—reclamó—Ella que te odia ahora lo hace más.

—Marina no me odia—rodé los ojos.

—Si lo hace, ayer destruyó tu par favorito de zapatos.

—¡¿MIS ZAPATOS?!—grité completamente histérico.

—Necesitaba desahogarse en algo, era eso o tu cabeza.

—Eso no es excusa—dije todavía trastornado por lo que acabé de escuchar.

Mi par favorito de zapatos...¿cómo podré vivir con mi vida? ¿Saben todos los grandes momentos que pasé con ellos? ¡Perseguí a un taxi que llevaba a Beyonce! Pateé accidentalmente a Jadeen Smith. Le lancé una vez uno a Zayn Malik cuando lo vi caminando por la calle por haberle roto el corazón a Pezza. Sin ellos no soy nada...¡Nada!

—Lo es para ella.—me interrumpió los pensamientos.

—Lauren, no entiendo porque estás tan molesta conmigo, Marina es la que debería de estarlo y ya me dejaste en claro que lo está, no se que te hice yo a ti—hablé soltando un suspiro—Solo dime qué quieres que haga y lo haré, todo porque ya no estés molesta conmigo.

Hubo un silencio por un momento, un momento el cual creí que Lauren me había ignorado por completo y que no creía ni una sola palabra de lo que dije. Solté un suspiro con la intención de irme cuando escuchó el chirrido de la puerta abrirse. La peli-negra asomó su cabeza y me miró detenidamente.

—¿Lo que sea?—preguntó.

—Mientras ni yo ni mis zapatos salgan lastimados, si, lo que sea—sonreí a medias.

—Está bien—salió de su habitación—Quiero que arregles una cita para Marina y Martín—dijo cruzándose de brazos.

—Pídeme otra cosa, lo menos que quiero es relacionarme con las bestias de Cora—rodé los ojos.

—Bien, entonces si me disculpas, estaré en mi habitación escribiendo canciones de odio en contra tuya para el nuevo álbum, buen día—hizo una reverencia para volver a entrar a su habitación.

—¡Lauren!—exclamé tomándola por la mano. Ella me miró expectante—Se que me arrepentiré de esto, sé que no será fácil, sé que tendré que lidiar con mucha estupidez pero...—suspiré—si eso hará que tú y Marina ya no me odien, que así sea.

Y es así como le sacas una sonrisa a una amante de canguros damas y caballeros.

Ahora la pregunta del momento es ¿Cómo haré de esta romántica y extraña cita una realidad?

Cora

Después de hablar un poco con Lucy y discutir con ella respecto a la idea de acompañarnos al campamento, terminó accediendo. A los pocos minutos llegó el odioso de Jackson a molestar así que fingí que tenía la gripe y me despedí con la intención de alejarme de aquel idiota.

—¡Ya llegué!—exclamé entrando a la casa sacudiendo mis pies sobre la alfombra.—¿Dónde están mocosos?—pregunté adentrándome más a la casa y me di vuelta a la cocina viendo el desastre inmenso que había sucedido.—¿Qué demonios?—pregunté molesta—¡Chicos!

—¡Cora!—exclamó Louis saltando sobre mí y abrazándome—No tienes idea todo lo que hemos pasado en las últimas horas que nos dejaste solos—lloriqueó.

—¿Qué sucedió? Alguien que me explique—pedí viendo a un lado a Harry lleno de lo que parece ser frutas.—¿Y porque todos tienen comida en su ropa? ¿Acaso hicieron una especie de guerra?

—Si fuera eso—dijo Harry limpiándose la cara con un paño limpio—¿Recuerdas que dijiste que Freddie parecía todo un ángel? Pues ese ángel es igual de diablillo que su padre.

—Y peor—añadió Liam entrando con el pequeño en brazos—Tuve que darle un baño porque se negaba a comer y lo único que hacía era lanzar la comida a todos lados.

—No puedo creer que no puedan cuidar a un simple niño—dije molesta—No me quedaré con ustedes todas la vida ¿qué harán cuando ya no esté? ¿Suicidarse? Quizás hasta se ahoguen en la piscina de 5 pies que tienen.

—Es más probable que Louis se ahogue primero—puntualizó Harry recibiendo una mirada de muerte por parte del castaño.

—Solo limpien este desastre—pedí saliendo de la cocina y cuando iba a subir a mi habitación el timbre de la puerta suena. Puse los ojos en blanco y me di la vuelta para caminar hacia la misma. La abrí de mala gana y cuando lo hice deseé nunca haberlo echo.

—Cora, tenemos que hablar.

Guerra de NiñerosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora