Capítulo 29. Que sea feliz

1.2K 113 17
                                    


Cora

Era jueves por la mañana y ya estaba despierta. Las chicas de Little Mix me informaron sobre su salida al Spa y no pude negarme. Uno porque quiero salir a algún lado y pasar tiempo con chicas y no con 5 hormonas caminantes y dos porque ellas pagarán. Pero más por la primera, no soy una interesada. También me informaron que invitaron a Lucy, así que me pareció bastante bien, quizás tenga oportunidad de hablar con ella respecto al tema de la ruptura.

Salí de mi habitación con una sonrisa impresa en mis labios. ¿Qué mejor que tener un día para ti? ¡Una mañana para ti! Los chicos no suelen despertarse hasta muy tarde y es por eso que aveces cuando estoy de humor me levanto temprano para tomarme una taza de café en paz y sin interrupciones. Bajé las escaleras dando pequeños saltos para entrar a la cocina. Cuando lo hice tapé mi boca reprimiendo un grito.

Louis estaba acostado boca abajo en la isla. Su cabello castaño estaba completamente despeinado y tenía ojeras tan grandes que pudieras cargar una compra ahí adentro. La barba estaba un poco crecida también. Su ropa estaba echa un desastre, llena de comida, rasgada y sucia. Le faltaba un zapato y el otro estaba a punto de caerse de su pie. Su respiración era pesada, sus ojos estaban muy cerrados y su boca entre abierta. Una de sus manos estaba fuera de la isla y la otra la tenía echa un puño junto a su rostro. Jamás lo había visto así de desastroso en estos meses.

—¡Louis por Dios!—chillé acercándome a él. Louis abrió sus ojos lentamente y me miró.—¿Qué demonios hacías ahí dormido?

—Yo...—intentó hablar, pero cuando iba a hacerlo se cayó de la isla.—¡Joder!—exclamó asomando su cabeza mientras se sobaba la misma.

—¿Estás bien?—pregunté preocupada. Me acerqué a él pero al instante me arrepentí. Tapé mi nariz con una de mis manos e hice una mueca de asco—¿Qué es ese asqueroso olor?

Louis me miró por un momento. Luego extendió su camisa hasta su nariz e hizo un aguaje para vomitar.

—Creo que ese sería yo—respondió levantándose. Yo me alejé más—Ya no lo soporto Cora, ser padre no es tan fácil como lo presentan en la televisión ¡soy todo un desaste! Freddie no sabe más que comer, dormir y cagar, comer, dormir y cagar, ¡comer, dormir y cagar! ¡Tres simples cosas que yo no he podido hacer durante tres días! No me he bañado, parezco un zorrillo atropellado por un camión de basura, no he comido, estoy más flaco que antes, ¡ni he dormido! Incluso estoy comenzando a ver puntos morados y negros por todos lados ¿eso es normal?

—No creo que lo sea Lou—dije negando todavía con mi mano sobre mi nariz—¿Dónde está Freddie?—pregunté.

Louis frunció el ceño, como si lo estuviera pensando. Luego caminó hacia el fregadero y pude ver un pequeño bulto tapado con una cobija. Me acerqué y Freddie dormía ahí plácidamente, a diferencia de su padre se veía sumamente tranquilo.

—Después de cinco horas pude dormirlo, y yo estaba tan cansado que lo dejé ahí y me acosté en la isla—explicó acariciando la cabeza del bebé.

—Sube arriba y descanso un poco, te ves exhausto—dije mirándolo—y date un baño que apestas—lo empujé haciendo que él riera un poco—Yo me encargo de Freddie, tú tranquilo.

—Gracias—sonrió y se acercó a mí dejando un beso en mi mejilla. Yo hice una mueca de asco y lo golpeé haciéndolo reír.

—Tu boca también apesta—informé.

—Lo sé—sonrió dándose la vuelta desapareciendo de la cocina.

Guerra de NiñerosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora