[09] Cupido (o cupida) y discoteca

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Todo parece más sencillo cuando no te ha pasado. Siempre me dice eso mismo María. Hasta que he descubierto que básicamente ella se encuentra en esa situación. No lo puedo creer. Cada vez que me decía que no se quería enamorar, lo decía con tal convencimiento que parecía mentira que alguna vez lo haría. Pero es lo que hay, el amor llega cuando llega. Y cuando menos te lo esperas. Al final conseguí que se abriera un poco más, pero claro, tampoco creo que me haya contado todo.

Por lo que me ha contado, siente por mi hermano cosas desde hace mucho tiempo, pero que nunca se atrevía a decírselo a nadie. Ella piensa que mi hermano es un mujeriego empedernido, y cree que en cualquier caso la va a engañar. Sé el miedo que sufre, pero conozco a Carlos. Sí, liga, pero nunca sale con ellas, él sabe que todas las que van detrás de él no van porque el ligue con ellas, sino que solo lo hacen para conseguir ser populares en el instituto. Y por lo que sé, todavía no ha tenido ninguna relación.

Lo que sí sé, es que como sea, tengo que conseguir que estos dos acaben juntos. Y no sé cómo conseguirlo. Les pediría ayuda a los chicos, pero sé que enseguida se lanzarían a contárselo. Lamentablemente no saben guardar un secreto, cosa que para unas cosas viene muy bien, pero claro, cuando de verdad quieres guardar un secreto, es imposible hacerlo.

La única opción que se me viene a la cabeza es preguntarle a Matt si quiere ayudarme. Aunque parezca mentira, si, nos llevamos bien. He decidido que hasta que me atreva a decirle las cosas, voy a mantener la cabeza fría cada vez que esté cerca de él. Y lo consigo, o eso creo. Por lo menos ya puedo hablar normal con él. Y no ponerme nerviosa cada vez que se acerca.

Ahora mismo acabábamos de llegar de clase. Por fin era viernes, y yo había quedado con María para ir de compras por la tarde. Mañana había quedado con mi hermano y nuestros amigos para poder ir a la discoteca. Lo único que compraré será un vestido, porque zapatos de tacón ya tengo bastantes. Y no quiero comprarme más. De todas formas, de momento ya tengo bastantes zapatos como para comprar más. Menos mal que tengo un vestidor amplio, si no, no sé donde me entraría la ropa. Y eso que básicamente no voy tanto de compras.

Había quedado con ella cuando las dos termináramos de comer. Para que así nos diera tiempo a comprar las dos. Uno de los motivos es que a las dos nos costaba mucho elegir la ropa. Y ella también tiene que comprarla porque mañana tiene una fiesta con su familia (qué también tiene dinero). Según me dijo de la fiesta, era porque llegaba un familiar suyo, y como hacen fiesta por todo, pues otra fiesta que hacen.

- Hola, hermanita – me dijo mi hermano – ¿quieres que os lleve a ti y a María al centro comercial?

- Si, graciaaaas – le contesté con entusiasmo

- Vale. Así aprovecho y yo también compro cosas. Tranquila, iremos por separado, no os molestaré – me comentó en cuanto vio mi cara de susto. En serio, me asusté, creía que iría con nosotras para vigilarnos

Tras esto, los dos terminamos de comer, por lo que mi hermano y yo decidimos dirigirnos ya a la casa de María, avisándola anteriormente. Al principio nos echó algo de bronca, porque aún no había terminado de comer, pero acordamos que la esperaríamos. Yo aún no termino de entender muchas cosas, pero ahora intentaré entenderlas.

Hace mucho que a María no la veo que coma mucho, pero igual es por el agobio de las clases. O igual es que la cuesta comer. No lo sé. Pero nunca me he atrevido a preguntárselo, y creo que hoy tampoco lo preguntaré, quiero que sea una tarde feliz, haciendo compras y comiendo helado.

Cuando llegamos a su casa (o mejor dicho, mansión) llamamos al timbre de la verja para poder entrar, y nos abrieron enseguida. Menos mal. Aparcamos en la entrada, donde ya estaba esperándonos María.

Todo por un amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora